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 | Homilías del Padre Jorge Loring S.I. |  |  
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               Vigésimo Noveno Domingo del Tiempo Ordinario - Año CLc. 18:1-8
  
              1.- El Evangelio de hoy nos habla de la perseverancia en la oración. 
                2.- Pero no hay que confundir la perseverancia con largas oraciones.
 3: Es preferible rezar poco y bien que mucho y mal. Conocí un señor que iba todos los días a rezarle a un Cristo TREINTA Y TRES CREDOS. Es imposible hacer esto bien. Yo le dije: rece uno despacio y bien, que eso vale más.
 
 4.- Y pedir con confianza de que si conviene, Dios lo otorgará.
 
 5.- Pero no empeñarnos en querer conseguir lo que queremos, pues quizás no convenga. Como la madre que no da a su niño el cuchillo de cocina que él quiere porque se puede cortar.
 
 6.- Dios sabe más que nosotros, y como es nuestro Padre buscará nuestro bien. Saber esto da mucha paz y confianza.
 
 7.- A veces no entendemos a Dios, como el niño no entiende a su madre que le va a poner una inyección, y le dice: «Mami, no me quieres porque me vas a pinchar con esa aguja». «Si te quiero, hijo, pero te pincho para curarte.
 
 8.- Pero sobre todo pedir nuestra salvación eterna. Eso es seguro que nos conviene, por lo tanto pedir esto es infalible.
 
 9.- Dice San Alfonso Mª de Ligorio que quien pide con constancia su salvación, se salvará si además pone de su parte.
 
 10.- Deberíamos pedirlo todos los días. Por ejemplo en la santa Misa en la elevación de la Sagrada Forma y del cáliz: DIOS MÍO, QUE TU SANTA REDENCIÓN consiga mi salvación eterna y la de todos los que van a morir hoy. Amén.
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