lgunas bendiciones
14.1 Bendición para el viaje
14.2. Bendición de la mesa
14.2.A. Al comenzar
14.2.B. Al terminar
1 4.3. Bendición del agua fuera de la Misa
14.4. Bendición de una casa nueva
14.5. Bendición del lugar de trabajo
14.5.A . Bendición de un laboratorio
14.5.B. Bendición de un taller
14.5.C. Bendición de una tienda de comercio
Por la intercesión de Santa María, que tenga (tengamos, etc.) un buen viaje: que el Señor esté en mi (nuestro) camino, y su Ángel me acompañe (y sus Ángeles nos acompañen). En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
14.2.A. Al comenzar
V. Bendícenos, Señor, y bendice estos alimentos que por tu bondad vamos a tomar. Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.
V. El Rey de la Gloria nos haga partícipes de la mesa celestial. R. Amén
14.2.B. Al terminar
V. Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.
V. El Señor nos dé su paz. R. Y la vida eterna. Amén.
14.3. Bendición del agua fuera de la Misa
Un elemento que gozó siempre de gran veneración en la Iglesia y constituye uno de los signos que con frecuencia usa para bendecir a los fieles es el agua. El agua ritualmente bendecida evoca en los fieles el recuerdo de Cristo, que representó, para nosotros la culminación de las bendiciones divinas. Él, en efecto, que se dio a sí mismo el apelativo de «agua viva», instituyó para nosotros el bautismo, sacramento del agua, como signo de bendición salvadora.
La bendición y aspersión del agua se hace normalmente el domingo, según el rito descrito en el Misal Romano.
Cuando la bendición del agua tiene lugar fuera de la celebración de la Misa, el sacerdote o el diácono usarán el formulario que aquí se propone, de modo que, respetando su estructura y los elementos principales, adapten la celebración a las circunstancias del momento.
Rito de la bendición
Ritos iniciales El celebrante empieza, diciendo: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R. Amén.
Luego el celebrante saluda a los presentes, diciendo: Dios, que del agua y del Espíritu Santo, nos ha hecho nacer de nuevo en Cristo, esté con todos vosotros. R. Y con tu espíritu.
El celebrante, según las circunstancias, dispone a los presentes para la celebración de la bendición, con estas palabras u otras semejantes: Con esta bendición del agua, recordamos a Cristo, agua viva, así como el sacramento del bautismo, en el cual nacimos de nuevo del agua y del Espíritu Santo. Siempre, pues, que seamos rociados con esta agua o que nos santigüemos con ella al entrar en la iglesia o dentro de nuestras casas, daremos gracias a Dios por su don inexplicable, y pediremos su ayuda para vivir siempre de acuerdo con las exigencias del bautismo, sacramento de la fe, que un día recibimos.
Lectura de la Palabra de Dios: Luego uno de los presentes, o el mismo celebrante, hace una breve lectura de la sagrada Escritura .
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Juan ( Juan 7, 37-39):
“El último día, el más solemne de las fiestas, Jesús, en pie, gritaba: -«El que tenga sed, que venga a mí; el que cree en mí, que beba. Como dice la Escritura: de sus entrañas manarán torrentes de agua viva.» Decía esto refiriéndose al Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él. Palabra del Señor”. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Lecturas alternativas : Isaías 12:1-6; Sirach 15:71-6; 1 Juan SA-6; Revelación 7:13-17 y 22:1-5; Juan 133-15.
Oración de bendición
Oremos: Bendito seas, Señor, Dios todopoderoso, que te has dignado bendecirnos y transformarnos interiormente en Cristo, agua viva de nuestra salvación; haz, te pedimos, que los que nos protegemos con la aspersión o el uso de esta agua, sintamos, por la fuerza del Espíritu Santo, renovada la juventud de nuestra alma y andemos siempre en una vida nueva. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
0 bien: Señor, Padre santo, dirige tu mirada sobre nosotros, que, redimidos por tu Hijo, hemos nacido de nuevo del agua y del Espíritu Santo en la fuente bautismal; concédenos, te pedimos, que todos los que reciban la aspersión de esta agua queden renovados en el cuerpo y en el alma y te sirvan con limpieza de vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
O bien el celebrante dice: Oh Dios, creador de todas las cosas, que por el agua y el Espíritu diste forma y figura al hombre y al universo.
R. Bendice y purifica a tu Iglesia.
Oh Cristo, que de tu costado abierto en la cruz hiciste manar los sacramentos de salvación.
R. Bendice y purifica a tu Iglesia.
Oh Espíritu Santo, que, del seno bautismal de la Iglesia, nos haces renacer como nuevas criaturas.
R. Bendice y purifica a tu Iglesia.
Después de la oración de bendición, el celebrante rocía con el agua bendecida a los presentes, diciendo, según las circunstancias: Que esta agua nos recuerde nuestro bautismo en Cristo, que nos redimió con su muerte y resurrección. R. Amén.
14.4. Bendición de una casa nueva
El rito Cuando los cristianos desean inaugurar una nueva casa invocando la protección divina, el pastor de almas y sus cooperadores accederán de buen grado a este deseo, ya que con ello se les ofrece una magnífica ocasión de entrar en contacto con aquellos fieles. Así, juntos y con alegría, dan gracias a Dios, de quien procede todo bien, por el don de una nueva vivienda.
La bendición que aquí se propone puede utilizarlo el sacerdote, el diácono, y también el laico, con los ritos y fórmulas previstos para él. No debe hacerse la bendición de la nueva casa sin la presencia de los que en ella viven.
Rito de la bendición
Ritos iniciales: Reunidos en el lugar adecuado los miembros de 1a familia con sus parientes y amigos, el que dirige la celebración dice: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R. Amén.
El que dirige la celebración, si es sacerdote o diácono, saluda a los presentes, diciendo: La paz del Señor a esta casa y a todos los aquí presentes. R. Y con tu espíritu.
Si el que dirige la celebración es laico, saluda a los presentes, diciendo: Que Dios, al que unánimes alabamos, nos conceda, por su Espíritu, estar de acuerdo entre nosotros, según Jesucristo. R. Amén.
Luego dispone a los presentes para la celebración, con estas palabras u otras semejantes: Queridos hermanos, dirijamos nuestra ferviente oración a Cristo, que quiso nacer de la Virgen María y habitó entre nosotros, para que se digne entrar en esta casa y bendecirla con su presencia.
Cristo, el Señor, esté aquí, en medio de vosotros, fomente vuestra caridad fraterna, participe en vuestras alegrías, os consuele en las tristezas. Y vosotros, guiados por las enseñanzas y ejemplos de Cristo, procurad, ante todo, que esta nueva casa sea hogar de caridad, desde donde se difunda ampliamente la fragancia de Cristo.
Lectura de la Palabra de Dios : Luego uno de los presentes o el mismo ministro, lee un texto de la sagrada Escritura.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Lucas. ( Lucas 10, 5-9)
Dijo el Señor a sus discípulos: -«Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz en esta casa." Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios."» Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Lecturas alternativas:Génesis 18, 1-10 a; Marcos 1, 29-30; Lucas 10, 38-42; Lucas 19, 1-9; Lucas 24, 28-32.
Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto adecuado.
Salmo Responsorial 126 (127): R. El Señor nos construya la casa.
Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas. R.
Es inútil que madruguéis, que veléis hasta muy tarde, que comáis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen! R.
La herencia que da el Señor son los hijos; su salario, el fruto del vientre: son saetas en mano de un guerrero los hijos de la juventud. R.
Dichoso el hombre que llena con ellas su aljaba: no quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la plaza. R.
El que dirige la celebración, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles la lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración.
Preces : Sigue la plegaria común. Entre las invocaciones que aquí se proponen, el que dirige la celebración puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las circunstancias de los presentes o del lugar.
Con ánimo agradecido y gozoso invoquemos al Hijo de Dios, Señor de cielo y tierra, que, hecho hombre, habitó entre nosotros, y digamos: R. Quédate con nosotros, Señor.
Señor Jesucristo, que con María y José santificaste la vida doméstica, -dígnate convivir con nosotros en esta casa, para que te reconozcamos como huésped y te honremos como cabeza. R.
Tú, por quien todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado, -haz que los habitantes de esta casa se vayan integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu. R.
Tú que enseñaste a tus fieles a edificar su casa sobre piedra firme. -haz que la vida de esta familia se apoye firmemente en tu palabra y, evitando toda división, te sirva con generosidad y de todo corazón. R.
Tú que, careciendo de morada propia, aceptaste con el gozo de la pobreza la hospitalidad de los amigos, - haz que todos los que buscan vivienda encuentren, con nuestra ayuda, una casa digna de este nombre. R.
Oración de bendición : El que dirige la celebración, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, de lo contrario, con las manos juntas, añade:
Asiste, Señor, a estos servidores tuyos que, al inaugurar (hoy) esta vivienda, imploran humildemente tu bendición para que, cuando vivan en ella, sientan tu presencia protectora, cuando salgan, gocen de tu compañía, cuando regresen, experimenten la alegría de tenerte como huésped, hasta que lleguen felizmente a la estancia preparada para ellos en la casa de tu Padre. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R.Amén.
Después de la oración de bendición, el que dirige la celebración rocía con agua bendita a los presentes y la casa, diciendo: Que esta agua nos recuerde nuestro bautismo en Cristo, que nos redimió con su muerte y resurrección. R. Amén.
Conclusión del rito: El que dirige la celebración concluye el rito, diciendo:
Que la paz de Cristo actúe de árbitro en nuestro corazón, la palabra de Cristo habite entre nosotros en toda su riqueza, para que todo lo que de palabra o de obra realicemos, sea todo en Nombre del Señor. R. Amén .
Es aconsejable terminar el rito con un canto adecuado.
14.5. Bendición del lugar de trabajo (Laboratorio, taller o tienda de comercio)
El hombre, con el trabajo asiduo de sus manos y el desempeño de su cometido, cuida incesantemente de la reación. Existe, pues, motivo más que suficiente para bendecir aquellos lugares donde el hombre trabaja con empeño en beneficio propio y en provecho de sus semejantes.
Esta celebración mira no sólo a la comunidad en cuyo beneficio se construyen los nuevos laboratorios, talleres y tiendas de comercio, sino también a los que en ellos trabajan. De ahí que en la celebración de la bendición se requiera la presencia de la comunidad o, por lo menos, de algunos de sus representantes, como también de los que de un modo u otro trabajarán en los diversos menesteres.
Este rito puede utilizarlo el sacerdote o el diácono, los cuales, respetando su estructura y los elementos principales de que consta, adaptarán la celebración a las circunstancias concretas del lugar y de las personas.
Rito de la bendición
Ritos iniciales: Reunida la comunidad en el lugar adecuado, después de un canto conveniente el que dirige la celebración dice: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R. Amén.
Luego el que dirige la celebración saluda a los presentes, diciendo: Dios, que dio al hombre el mando sobre las obras de sus manos, esté con todos vosotros. R. Y con tu espíritu.
El que dirige la celebración dispone a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes: Jesucristo puso de manifiesto la gran dignidad del trabajo cuando Él mismo, la Palabra del Padre hecha carne, quiso ser llamado hijo del carpintero y trabajar humildemente con sus propias manos. Así alejó la antigua maldición del pecado y convirtió el trabajo humano en fuente de bendición.
En efecto, el hombre, realizando fielmente su trabajo y todo lo que se refiere al progreso temporal y ofreciéndolo humildemente a Dios, se purifica a sí mismo, desarrolla con su inteligencia y habilidad la obra de la creación, ejercita la caridad, se hace capaz de ayudar a los que son más pobres que él y, asociándose a Cristo redentor, se perfecciona en el amor a él.
Bendigamos, pues, a Dios y pidámosle que derrame su bendición sobre todos los que desempeñen sus tareas en este lugar.
Lectura de la Palabra de Dios : Luego el lector, uno de los presentes o el que dirige la celebración, lee un texto de la sagrada Escritura.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro del Génesis. (Génesis 1,27-31ª)
“Creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: «Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra.»
Y dijo Dios: «Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la faz de la tierra; y todos los árboles frutales que engendran semilla os servirán de alimento; y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todo ser que respira, la hierba verde les servirá de alimento».
Y así fue. Y vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno”. Palabra del Señor. R. Te alabamos Señor.
Lecturas alternativas: Marcos 6,1-3;Sirach 38, 24-34; 2 Tesalonicenses 3, 6-13; Mateo 6, 25-34; Mateo 25, 14-29; Lucas 16, 9-12.
Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto adecuado.
Salmo Responsorial 89 (90)
R. Haz prósperas, Señor, las obras de nuestras manos.
Antes que naciesen los montes o fuera engendrado el orbe de la tierra, desde siempre y por siempre tú eres Dios. R.
Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: «Retornad, hijos de Adán.» Mil años en tu presencia son un ayer, que paso; una vela nocturna. R.
Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato. Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos. R.
Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo. Que tus siervos vean tu acción, y sus hijos tu gloria. R.
El que dirige la celebración , según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles la lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración.
Preces : Si se estima oportuno, antes de la oración de bendición puede hacerse la plegaria común. Entre las invocaciones que aquí se proponen el que dirige la celebración puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las circunstancias del momento .
Dios, nuestro Señor, que creó el mundo y lo llenó de maravillas como signo de su poder, santificó también en sus orígenes el trabajo del hombre, para que éste, sometiéndose humildemente a la bondad del Creador, se dedicara con perseverancia a perfeccionar de día en día la obra de la creación. Roguémosle, pues, diciendo:
R. Guía, Señor, las obras de nuestras manos.
Bendito seas, Señor, que nos has dado la ley del trabajo, para que, con nuestra inteligencia y nuestros brazos, nos dediquemos con empeño a perfeccionar las cosas creadas. R.
Bendito seas, Señor, que quisiste que tu Hijo, hecho hombre por nosotros, trabajara como humilde artesano. R.
Bendito seas, Señor, que has hecho que en Cristo nos fuera llevadero el yugo y ligera la carga de nuestro trabajo. R.
Bendito seas, Señor, que en tu Providencia nos exiges que procuremos hacer nuestro trabajo con la máxima perfección. R.
Bendito seas, Señor, que te dignas aceptar nuestro trabajo como una ofrenda y como una penitencia saludable, motivo de alegría para los hermanos y ocasión de prestar ayuda a los pobres. R.
Bendito seas, Señor, que elevas a la sublime dignidad de la Eucaristía el pan y el vino, fruto de nuestro trabajo. R.
Sigue la oración de bendición, como se indica más adelante. Cuando no se dicen las preces, antes de la oración de bendición, el que dirige la celebración invita a todos a orar, para que imploren la ayuda divina, diciendo:
Oremos : Y, según las circunstancias, todos oran durante algún tiempo en silencio. Sigue la oración de bendición.
Oración de bendición : El que dirige la celebración , con las manos extendidas, dice la oración de bendición:
14.5.A . Bendición de un Laboratorio: Oh Dios, que en el designio de tu Providencia, aceptas bondadosamente perfeccionar con tus bendiciones todas las actividades de los hombres, tanto las corporales como las intelectuales, te pedimos que todos los que en este lugar traten, con sus experimentos, de estudiar los males y hallar los remedios, puedan, con tu ayuda, determinar con precisión lo que investiguen y realizar con éxito el fruto de su estudio. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
14.5.B. Bendición de un taller: Oh Dios, tu Hijo, con el trabajo de sus manos, elevó la dignidad del trabajo humano y nos concedió el don inestimable de colaborar con nuestro trabajo a su obra redentora; concede a tus fieles la bendición que esperan de Ti, para que, dedicándose a transformar con habilidad las cosas que tú has creado, reconozcan su dignidad y se alegren de aliviar con su esfuerzo las necesidades de la familia humana, para alabanza de tu gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén
14.5.C. Bendición de una tienda de comercio: Dios, Padre providentísimo, que pusiste en manos del hombre la tierra y sus productos para que contribuyan con su trabajo a que los bienes creados alcancen a todos, bendice a los que usen este local y haz que, observando en sus compras y sus ventas la justicia y la caridad, puedan alegrarse de contribuir al bien común y al progreso de la comunidad humana. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
Después de la oración de la bendición, el que dirige la celebración rocía con agua bendita a los presentes y el local, mientras se interpreta un canto adecuado.