Prólogo a la primera edición del Cardenal Antonio Quarracino (1990)

 No es frecuente en nuestro país que la buena literatura acompañe a temas religiosos. El presente volumen de Juan Luis Gallardo constituye una excepción, porque su excelente prosa se ha puesto al servicio de los acontecimientos de la Historia Sacra.

 En esta obra Gallardo, el poeta, narrador y periodista, se desdobló en catequista, quizás sin proponérselo, pero con el entusiasmo alegre y generoso y la fe en Cristo y el amor a la Iglesia que caracterizan su vida y sus trabajos.

 Al querer escribir esta historia sagrada “en argentino”, el autor supo esquivar dos escollos: el “pintoresquismo” gaucho, fuera de uso, y ese “estilo bobo” que adoptaron ciertos textos catequéticos de los últimos tiempos.

 Este año Gallardo hizo una doble ofrenda a la Iglesia Argentina: un hijo para el ministerio sacerdotal y este volumen para la transmisión del Mensaje.

 Quiera Gallardo seguir entregando obras en las que la buena literatura presente contenidos religiosos, para bien de los lectores, creyentes o no.

Comentario sobre la Historia Sagrada para Chicos ArgentinosPersonajes del Evangelio cobran vida en las pampas argentinas

BUENOS AIRES, 4 Set. 01 (ACI). Un buen samaritano en camioneta, un molinero padre del hijo pródigo y un publicano que es funcionario del Fondo Monetario Internacional, son solo algunos de los personajes evangélicos recreados en un libro que propone las historias bíblicas según la cultura argentina contemporánea.

 Juan Luis Gallardo es el autor de "Historia Sagrada para chicos argentinos", una exitosa obra que ya cuenta con una segunda edición y está cosechando abundantes frutos a favor del trabajo catequético en Argentina.

 En el prólogo de la primera edición, que se repite en la segunda, el recordado Cardenal Antonio Quarracino, declara que "al querer escribir esta historia sagrada ‘en argentino’, el autor supo esquivar dos escollos: el ‘pintoresquismo’ gaucho, fuera de uso, y ese ‘estilo bobo’ que adoptaron ciertos textos catequísticos de los últimos tiempos".

 En efecto, Gallardo respeta en todo momento la esencia del texto sagrado, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, pero lo hace a través del lenguaje coloquial de los argentinos y traduciendo ciertas escenas de la Biblia a los tiempos actuales.

 La intención del autor es que con sus versiones modernas, los menos entiendan como cercanas las enseñanzas de la Biblia.

 Con este fin, presenta historias como la parábola de los talentos en la que el hombre que se va de viaje es el presidente de una gran compañía exportadora, que llama a los gerentes y les da quinientos mil dólares a cada uno para que los administren mientras él no está.

 Asimismo, relata la parábola de un buen samaritano que no carga a la víctima de los salteadores en su caballo sino en una camioneta y ubica la parábola de la oveja perdida en plena Patagonia.

 El hijo pródigo es un "farrista arrepentido" cuyo padre oteaba siempre el horizonte con la esperanza de verlo regresar, hasta que un día "estaba arriba del molino cuando lo divisó a la distancia". El agua convertida en vino en las Bodas de Caná, "era mejor que cualquier ‘reserva’ mendocino".

 "En esta obra Gallardo, el poeta, narrador y periodista, se desdobló en catequista, quizá sin proponérselo, pero con el entusiasmo alegre y generoso y la fe en Cristo y el amor a la Iglesia que caracterizan su vida y sus trabajos", explica el Cardenal Quarracino.

 Un ejemplo

 En la que sería la parábola del fariseo y el publicano, escribe Gallardo: "Un ‘Católico Profesional’ –que no es lo mismo que un profesional católico– entró a la iglesia y se puso a rezar así:

 "Gracias Dios mío por ser tan buena persona como soy. Pongo un billete grande en la colecta de los domingos, no falseo mi declaración de réditos, sé todos los cantos que cantan el domingo en la iglesia y no como carne los viernes. Gracias Dios mío por ser así. Y no parecerme a ese desgraciado que está rezando allá atrás, en un rincón de la iglesia.

 "El desgraciado que estaba allá atrás era un calavera que, para peor, trabajaba como cobrador para el Fondo Monetario Internacional y rezaba así:

"Perdón Señor por mis pecados. Tené piedad de mí que soy un pecador.

"Dios oyó al cobrador del F.M.I. y no le llevó el apunte al ‘Católico Profesional’ que, por lo visto, creía que se bastaba solo y no precisaba ayuda de nadie."

Para obtener un ejemplar de "Historia Sagrada para chicos argentinos", puede comunicarse con Ediciones Vórtice en el correo electrónico: vortice@sinectis.com.ar

Ordenación con San Juan Pablo II 1990

Con San Josemaría 16 de junio de 1974

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