IV. – Actualización

(Datos expuestos en la conferencia pronunciada por el autor, en el Teatro Principal de Monóvar, Alicante, el 16 de noviembre de 1980)

El padre jesuita norteamericano, Francisco Filas, Profesor de la Universidad de Loyola de Chicago, ha hecho un estudio de la moneda que aparecen en el ojo de Cristo. (Foto pág. 119). Me ha mandado la diapositiva. Interesantísima. Es una ampliación de la moneda. Se ven las letra u cai, que son la última letra de tiberiou y las tres primera de caisaros. La inscripción completa era tiberiou caisaros, es decir, “de Tiberio César”. Como la moneda era de cobre, material blando, la inscripción está medio borrada por el uso. Se observa perfectamente el bastón de mando que hay grabado en la moneda, exclusiva del “leptón” acuñado por Poncio Pilato, sin cara, como suelen tener las monedas, para no herir los sentimientos de los judíos cuya religión prohibía reproducir imágenes, y que circuló por Judea entre los años 26 y 36 de nuestra Era, en los que gobernó. En el año 36 fue destituido, y sus sucesores acuñaron su propia moneda; es decir, esta observación de la moneda que hay sobre el párpado, nos da la facilidad de poder precisar con exactitud la fecha de la Sábana Santa. Pues lo lógico es que le pusieran sobre los párpados, para mantenerlos cerrados, según costumbre funeraria hebrea, la moneda que circulaba entonces, la que llevaba encima.

Cuando estuve en Nueva York para hablar de la Sábana Santa, el referirme a este tema por dos canales de la televisión neoyorquina, uno de los locutores me preguntó:

-Padre, ¿y no se ha hecho el estudio del Carbono–14 a la Sábana Santa?

Y le contesté:

-Mire usted, en el Congreso de Turín hubo dos opiniones opuestas. Algunos estaban empeñados en que se hiciera la prueba del Carbono–14, pero otros se oponían radicalmente, porque la prueba del Carbono-14 necesita quemar el lienzo. Ellos opinaban que se permitiera todo tipo de pruebas que no deterioraran el lienzo ni la imagen; pero que se prohibiera todo tipo de investigación que deteriorara el lienzo o la imagen. Porque si con cada nuevo método de investigación destruimos un trozo de lienzo, al cabo de los años nos quedamos sin Sábana Santa.

Pero con el descubrimiento del Padre Filas de Chicago, tenemos un método mucho más preciso que el Carbono-14, ya que éste da un margen de error de más-o menos cien años. En cambio, al poder estudiar la moneda que hay sobre el ojo, sabemos que circuló entre los años 26 y 36 de nuestra era. Por lo tanto, hemos logrado datar con mucha más precisión la fecha de la sábana Santa de Turín.

El gran descubrimiento de los hombres de la NASA, que ha dejado boquiabierto al mundo entero, ha sido la afirmación de que la imagen que hay en la Sábana Santa está grabada a fuego. La tela está chamuscada. Debió producirse por una radiación instantánea. Los hilos de la tela en la imagen están solo coloreados superficialmente. La impresión no ha calado dentro del hilo. Los hilos no están impregnados, como si se tratara de una pintura. Y entre los hilos no hay rastros de pintura. Si la imagen hubiera sido pintada, habría grumos de pintura y no los hay.

Esta radiación también grabó a fuego en la tela las manchas de sangre. Fue un proceso parecido al que se utiliza para grabar a fuego en una camiseta un nombre o un dibujo. Por el otro lado de la tela se transparentan las manchas de sangre, pero no la imagen grabada a fuego.

Si la sangre fresca hubiera empapado el tejido hubiera penetrado el hilo completamente. El hecho de que las manchas de sangre sean superficiales demuestra que la grabación en la tela se hizo con la sangre seca.

Esta radiación que ha grabado a fuego en una tela la imagen de un cadáver es algo insólito.

El primero que expuso que las manchas de sangre estaban grabadas a fuego en la Sábana Santa, fue el doctor inglés David Willis, en el semanario londinense The Tablet.

El Dr. Willis fue uno de los científicos que tuvo acceso a la Sábana Santa en noviembre de  1973, cuya viuda conocí en el Congreso Internacional de Turín, y que un día me invitó a comer con ella y con el doctor alemán Karl-Elmar Federer, que nos había presentado.

Paso a otro terreno que es muy interesante.

En el Congreso de Turín hubo médicos, arqueólogos, catedráticos, como Ian Wilson de la Universidad de Oxford, y Robinson de la Universidad de Cambridge, técnicos de la NASA, etc. Había especialistas de todas las ramas. También había especialistas en Teología, como es lógico.

Pues uno de los especialistas en Sagrada Escritura, en Biblia, es Mons. Feuillet, francés. Es un hombre de talla internacional en el conocimiento de San Juan. Y nos dijo en el Congreso algo que a Vds., quizás de momento les va a extrañar, pero después lo comprenderán y agradecerán lo que les voy a decir.

Dijo Mons. Feuillet:

“Habría que reformar los textos litúrgicos que se leen en la Misa, de cuando Pedro y Juan llegaron al sepulcro”.

Están mal traducidos. O si suena demasiado fuerte eso de “mal traducidos”, digamos “están imperfectamente traducidos. Me explico.

A Vds. Les suena – lo hemos leído en la misa todos los años- que cuando San Juan y San Pedro se enteraron que Cristo había resucitado, salieron corriendo hacia el sepulcro. Pero Juan, que era más joven, llegó antes. San Pedro, más gordote y más pesadote, claro tardó más en llegar. Pero San Juan, respetuoso con la edad de los mayores, cuando llega a la tumba, no entra, y espera por respeto a San Pedro, y después entran los dos. Pero dice el Evangelio que cuando San Juan llegó al sepulcro, sin entrar, miró; vio y creyó en la resurrección. ¿Y por qué creyó? Al ver la sábana.

¿Y cómo estaba la sábana? Me explico.

Nos suena de haberlo oído en el Evangelio de la Misa: “La sábana en el suelo”.

Dice Mons. Feuillet: mal traducido, La sábana en el suelo, no. La sábana A RAS DEL SUELO; allanada, aplanada, alisada, sin el relieve que tenía cuando cubría el cuerpo de Cristo. Porque la sábana en el suelo nos suena a la sábana tirada en un rincón. Como el que se levanta de la cama y echa la sábana a un lado. La sábana en el suelo, allí tirada. No, Tirada en el suelo, no. A RAS DEL SUELO, alisada, aplanada, allanada, yacente, a ras del suelo. No es lo mismo.

La palabra griega usada por San  Juan es KEÍMENA que significa “yaciendo”.

Cuando San Juan ve la sábana alisada, allanada, a ras del suelo, comprendió que Cristo había resucitado. Porque él comprendió que si alguien hubiera robado el cadáver, el lienzo no estaría así, tan bien puestecito. Entonces al ver cómo estaba el lienzo, comprendió que nadie había robado el cadáver y, por lo tanto, que Cristo había resucitado.

¿Estáis viendo ahora cómo con esta explicación de Mons. Feuillet se entiende mucho mejor el texto y la razón por la que San Juan creyó al ver cómo estaba la sábana?

En este pasaje también habla San Juan del pañolón (sudario) que estuvo sobre su cabeza: epi tes kefalés autou.. Dice que estaba doblado a parte. La palabra que usa es jóris, que se puede traducir modalmente o localmente: “por el contrario” o “en otro sitio”.

Las dos traducciones serían correctas: “doblado en lugar a parte” o “y el sudario que estuvo sobre su cabeza, no yaciendo en el suelo sino por el contrario, doblado ...”.

En la Sábana hay diversas manchas y quemaduras. Providencialmente las quemaduras enmarcan la figura de Cristo, rozan los hombros, pero no estropean la imagen. Si la quemadura hubiera sido por la mitad del cuerpo, nos destroza la imagen.

Pero además de estas quemaduras hay una porción de manchas. Por ejemplo, de las sales del agua con que apagaron el incendio, que al evaporarse, quedaron las sales.

El Dr. Wilcox, ha escrito un libro que se llama El Sudario, donde dice:

“No hay manchas de descomposición del cadáver. El cadáver que estuvo tres días envuelto en esa Sábana Santa, no dejó la más mínima mancha de descomposición”.

Hay manchas de sangre, que en concreto han sido estudiadas por el científico americano John Heller, del Instituto de Nueva Inglaterra (EE.UU) catedrático de Medicina Interna y de Física Médica en la Universidad de Yale (EE.UU.), como se expone en un artículo de la revista de fama internacional National Geographic del mes de junio de 1980.

Pues este científico ha estudiado las manchas de sangre con análisis espectral y ha confirmado los componentes de la sangre humana que hay en el lienzo: cristales de hemoglobina y proporción correcta de hierro, propia de la hematina contenida en la sangre, porfirina, proteínas, albúmina, etc.

Traduzco de la revista:

“Ninguna de las pruebas hechas hasta ahora demuestran que “las manchas de sangre” no sean de sangre.

Al contrario, un gran número de pruebas inducen a pensar que verdaderamente sean de sangre. Bajo los rayos ultravioleta, estas manchas responden como si fueran de sangre. Adicionalmente, las pruebas de rayos X demuestran el porcentaje correcto de hierro en la sangre”.

En la revista de la Sociedad Óptica de América  Applied Optics. Del 14 de agosto de 1980, en la pág. 2.741, dicen textualmente los doctores John H. Séller y Alan D. Adler: “Mediante pruebas espectroscópicas y químicas hemos identificado la presencia de sangre en la Sábana Santa de Turín, en las zonas consideradas como manchas de sangre”.

Recientemente el Sr. McCrone ha declarado en el Catholic Herald del 19 de septiembre de este año, que las manchas son de pintura . Esta afirmación ha sorprendido a los científicos. En un artículo del The New York Times del 28 de octubre de 1980, treinta y dos científicos americanos que estudiaron directamente la Sábana Santa de Turín en octubre de 1978, has protestado enérgicamente ante esta afirmación del Sr. McCrone, el cual no estuvo en Turín durante los días que la Sábana Santa fue sometida al estudio directo de los investigadores según el The Miami Herald del 20 de septiembre de 1980. Aquí tenéis los recortes de estos dos periódicos norteamericanos.

“McCrone jamás ha visto la Sábana Santa, y menos la ha examinado” (Charles Foley: La Sábana Santa, Ciencia y Fe. Actas del Congreso de Bolonia, 27-29, XI, 1981)

En el número de marzo de 1984 de Selecciones del Reader’s Digest, se condensa un libro de John Séller, que es uno de los científicos que ha analizado las manchas de sangre de la Sábana Santa, y ha demostrado que son sangre humana. Cuenta Heller, que tres veces citó a McCrone a discutir sus afirmaciones en reuniones de científicos, y las tres veces McCrone se negó a asistir.

En 1985, Mons. Julio Ricci publicó su obra L’Uomo della Sindone è Gesú, donde dice (pág. 49) que los exámenes de microfotografía y rayos infrarrojos realizados por S. Pellicori y Mark Evans, de Santa Bárbara Resserches Center, de California, han excluido la hipótesis de McCrone.

El Padre Gerald O’Collins, S.I., Profesor de Teología en la Universidad Gregoriana de Roma, y autor de dieciséis libros, en el titulado Para interpretar a Jesús (Ediciones Paulinas 1986) dedica ocho páginas a la Sábana Santa. La trata con enorme respeto y estima. De este libro es el párrafo siguiente:

“En una discusión televisada de la BBC, el Jueves Santo de 1979, John Robinson (catedrático en la Universidad de Cambridge) llamó al Sudario “un disparador de la fe”. Como la discusión siguió a la película Testigo silencioso, aquella tarde se encontraba sobre una base particularmente segura. El productor y director de este filme, David Rolfe, comenzó sus tres años y medio de investigación de la Sábana Santa, como agnóstico, para después creer en Jesucristo”.