e) Cariño matrimonial: Cuéntale a tu mujer las cosas que creas pueden interesarle. Pídele a veces su parecer sobre asuntos en que pueda darlo. Esto aumenta la unión y la compenetración.

El hombre prefiere expresar su amor con hechos (trabaja para su esposa, le es fiel, etc.) pero no debe olvidar que a ella le gusta oír que se la quiere. Y mucho más si lo oye sin haberlo preguntado.

 

No debes olvidar que la mujer es mucho más sentimental y afectuosa que le hombre, y que, por consiguiente, está mucho más necesitada de muestras de cariño. Dáselas, pues, a menudo. Es notable que muchos que en el noviazgo tuvieron manifestaciones de amor incluso excesivas, después de casados, precisamente cuando estas manifestaciones eran más necesarias para reforzar la unión y el amor matrimonial, se portan con sus mujeres de una manera fría, seca y hasta desagradable.

 

La mujer es difícil de comprender. A veces, ni ella misma se comprende. Pero quien la ama, debe esforzarse por comprenderla. Ella no puede exigir que se la comprenda. Pero sí que él haga esfuerzos por comprenderla[1] .

No olvides que durante la menopausia es cuando la mujer está más necesitada de amor, atención, aprecio y comprensión.

Has de saber que hay días del ciclo menstrual de la mujer y del embarazo en que la encontrarás más nerviosa, irritable, rara, inestable, triste, deprimida, malhumorada,  caprichosa, propensa a las discusiones o lágrimas, etc. Hay que tener paciencia con ella. En estos días él debe mostrarse especialmente conciliador, comprensivo, lleno de ternura y delicadeza. Esos días ni ella misma se entiende. Hasta las caricias es posible que la molesten y cansen. Lo mejor es dejarla en paz y esperar.

 

El amor exige respeto, ternura, delicadeza, generosidad, fidelidad.

Muchos matrimonios fracasan, no por falta de conocimientos sexuales, sino porque marido y mujer no han llegado a valorarse y respetarse como personas. Conocer el funcionamiento del sexo es fácil. Pero esto no basta para querer al otro como persona.

El amor es un ejercicio de jardinería: hay que arrancar lo que hace daño, preparar el terreno, sembrar, esperar, regar, cuidar. Es decir, aceptar a su pareja, valorarla, respetarla, admirarla, comprenderla, darle afecto y ternura, etc.

El amor se alimenta con pequeños detalles.

 

El acto matrimonial no debe ser una relación mecánica cuerpo a cuerpo, sino una relación amorosa persona a persona. Debe ir saturado de amor a la persona.

 

Este amor es fundamental para que haya familia. «Para que haya familia tiene que haber matrimonio. Y el matrimonio queda constituido con la entrega comprometida y definitiva ante Dios y ante la comunidad de dos personas que así se convierten en esposo y esposa»[2] .

 

El marido no debe considerar su casa como una fonda a la que sólo va a dormir. Debe dedicar tiempo a su mujer y a sus hijos. Debe saber hacer sentir a su mujer que necesita de ella. El sentirse necesaria, la llenará de satisfacción.

Procura reconocer y agradecer las atenciones y delicadezas que tu mujer tenga  contigo. Dile que la comida que te ha preparado está muy buena. Pero nunca le digas que tu madre lo hacía mejor, aunque sea verdad. Que no se sienta menospreciada, sino animada a hacer las cosas a tu gusto.

Y  si las cosas no están a tu gusto, no hagas por ello una escena: dáselo a entender a ella, pero con  cariño.

Cuando tengas que reprenderla, no lo hagas nunca en el mismo instante en que te ha molestado. Lo más probable es que en ese momento seas excesivo en tus reproches, ella se resista y la cosa empeore.

Espera un momento oportuno, y en la soledad y con cariño dile dulcemente lo que quieres.

 

Dale a tu mujer de buena gana el dinero suficiente para los gastos de la casa, dejándole un poco de libertad en el modo de gastarlo, y no exigiendo cuentas demasiado detalladas, aunque ella debe consultar contigo cuando haya de tomar una resolución importante.

Algunos matrimonios, para evitar conflictos en la administración del dinero, hacen, de los ingresos destinados a gastos, tres partes desiguales:

a) una cuota fija para los gastos necesarios de la casa que administra la mujer;

b) otra cuota fija para los gastos que el marido quiera hacer;

c) otra cuota fija para que la mujer la gaste en sus cosas con entera libertad.

De esta última cuota ella debe vestirse, hacer los gastos superfluos que le parezca, etc.

 

Llévala contigo siempre que sea posible.

Dedícale algunos ratos para que pueda hablar contigo de lo que ella quiera, y escúchale de buena gana.

Interésate frecuentemente por su salud y esmérate en atenciones cuando no se encuentre bien.

Una de las cosas que más ilusiona a una mujer es ver sus deseos cumplidos, sin necesidad de exponerlos. Procura esforzarte por adivinarlos y satisfacerlos...

No le regatees alabanzas cuando se presente la ocasión. Sobre todo si es joven, no dejes de decirle alguna vez que ese vestido le sienta bien, o que con ese otro peinado te gusta más. Que no le falten tus elogios a su belleza y a sus cualidades. Es posible que los reciba de otros hombres y le falten de quien con más razón debe esperarlos.

El amor conyugal está hecho de mil detallitos aparentemente sin importancia, que sin embargo contribuyen mucho más de lo que se cree a la felicidad del hogar. El amor se alimenta de pequeñeces, de insignificantes detalles. Las delicadezas son el lenguaje habitual del amor.

Es mucho lo que puede contribuir a la felicidad de un hogar la ternura de un hombre para con su mujer, y los detalles de consideración y delicadeza que tenga para con ella. Hazle algún regalo por su santo, en el aniversario de la boda, etc., aunque sea una pequeñez. No es el valor material de la cosa, sino la delicadeza del recuerdo y del regalo lo que llega al corazón.

Con más razón debes tener otras atenciones y delicadezas que no cuestan dinero, como son algunas muestras de cariño, reconocer sus valores y esfuerzos por atenderte, alabarla delante de otras personas, mostrarte orgulloso de ella: pocas cosas hacen más feliz a una mujer que el sentirse apreciada.

 

Ten cuidado de no prodigar tus alabanzas hacia otras mujeres delante de la tuya. Evita los piropos o atenciones excesivas a otras mujeres.

Y si lo que haces es complacerte comentando viejos amores del pasado, es algo que lógicamente a tu mujer ha de dolerle profundamente.

No elogies los encantos de tu secretaria o de tu vecina. Que de ninguna manera pueda ella encontrarse subestimada por ti. Por el contrario, no regatees elogios sinceros a tu esposa, y sé con ella tan amable y tan atento como cuando te enamoraste de ella.

 

Vuestra intimidad no debe ser origen de descuidos, desatenciones y negligencias que enfríen vuestro cariño.

 Mucha delicadeza. Si vas a llegar tarde a cenar, procura avisar a tu mujer.

No manches sin necesidad, ni seas desordenado. Cosas que para ti no tienen importancia, a ella le ponen nerviosa y serán motivos de disgustos.

Cuando la mujer se enamora sueña con el hombre ideal. Por eso es fácil que se sientan molestas, descontentas, o defraudadas ante pequeños defectos de su marido que hacen derrumbarse a sus ojos el mito de «hombre ideal» que se habían formado.

Por eso no basta ser fiel, amoroso, y capaz de triunfar en la vida.

Tienen importancia sobre todo, aquellos defectos que en público pueden ponerla en ridículo: tratar mal a un camarero, dar una propina tacaña, llevar los zapatos sucios, una mancha en la corbata, petulancia en querer llevar siempre la razón, vanidad hablando siempre de sí, presunción poco varonil; contemplarse en los espejos como una mujer, etc.

 

También tienen importancia detalles que se relacionan con ella; ir por la calle a un paso que ella no puede seguir; seguir leyendo el periódico cuando ella te habla, sin hacerla caso, o escucharla con cara de mala gana; humillarla (y mucho menos en público) diciéndole cosas desagradables, como por ejemplo: «Tú cállate, que de esto no entiendes ni una palabra».

Hay maridos que no hablan con sus mujeres; sólo mandan.

 

Muchas mujeres se quejan de que su marido sólo es cariñoso con ella cuando desea relaciones sexuales.

El marido debe ser cariñoso con su esposa aunque no tenga intención de llegar al acto conyugal.

En este caso debe procurar que sus caricias íntimas no provoquen el orgasmo, pero si éste se produjese inesperadamente, no debe tener preocupación moral. Así opina el célebre moralista Häring que añade: «Es un deber fomentar el amor conyugal no sólo en el contexto del acto conyugal completo, sino también y especialmente, en los momentos en que los esposos no tienen intención de practicar el acto conyugal»[3] .

 

Para procurar la felicidad de tu esposa debes caer en la cuenta de que su psicología es distinta de la tuya.

Puede ser que tu proceder impetuoso para exigir lo que tienes derecho, a ella -por naturaleza menos pasional que tú- le parezca brutal.

Debes, por lo tanto, proceder en esto con moderación, delicadeza y cariño.

La mujer es más lenta y necesita preparación.

«El marido debe darle gran importancia al juego sexual previo. Debe tratar de crear el deseo sexual de la esposa antes del coito. Tener sexo sin preparar a la esposa, sin un beso, ni un cariño, es algo que el esposo no debe nunca hacer. Por lo menos debe dedicar cinco o diez minutos antes del coito a crear un ambiente sexual. Con palabras de cariño, con besos, abrazos y las caricias que más halaguen a su esposa. Debe conquistar en cierto modo, a la esposa cada vez que le va a pedir sexo»[4] .

«El hombre puede alcanzar el orgasmo en dos minutos. En cambio la mujer es frecuente que necesite de diez  a quince minutos de estimulación activa para llegar al mismo resultado. Es que la voluptuosidad en la mujer es más un acto psíquico que fisiológico. Es preciso saberla despertar juiciosamente, sin violencias ni brusquedades hasta que se entregue totalmente en un acto de amor»[5] .

«Por eso el hombre debe evitar ser brusco, desconsiderado, impaciente. No debe exigir lo que no haya sido capaz de hacer desear a su mujer. La mujer también se apaga más lentamente después del orgasmo, por lo tanto, conviene seguir ocupándose de ella, acariciándola durante unos momentos»[6] .

«Es frecuente que a ella le sobrevengan varios orgasmos sucesivos (tres o cuatro), abarcando una duración de uno a cinco minutos. Es esencial que el hombre no se separe durante este período, si quiere dar a la mujer el placer que desea.(...) La mujer debe quedarse con la impresión de que se la ama por ella misma; que no es un objeto que se abandona después de usado.

»Algunos testimonios de profundo amor en el posludio tienen una importancia capital.(...) La relación conyugal es un acto de amor. Nace en el amor y aporta a la pareja una intensificación de este amor. Pero es necesario que sea un amor de donación, un amor generoso en que la atención al «tú» predomine siempre sobre la búsqueda de la satisfacción propia»[7] .

Si en lo que ocurre en el lecho conyugal no está presente la ternura, es muy probable que aquello resulte insatisfactorio.

El marido no puede olvidarse de los derechos de su mujer.

Si la deja insatisfecha será para ella una tortura y terminará aborreciendo el acto conyugal. El acto matrimonial debe ir saturado de ternura.

Prolongar el cariño en este momento es de los puntos más apreciados por la mujer. La ternura ennoblece la sensualidad, sin extinguirla. Cuando ésta falta, el acto conyugal queda enormemente empobrecido. La unión psíquica del amor vale mucho más que todas las satisfacciones sensitivas.

El ideal es que el orgasmo sea simultáneo. Por eso el hombre debe dominarse y no eyacular hasta que la mujer dé indicios de que se acerca al orgasmo .

«Tras el orgasmo, hombre y mujer deben seguir pendientes el uno del otro. La separación brusca de los cuerpos en tales momentos es un mal final, ya que traduce poca ternura. El acto sexual más completo es aquel que se prolonga tras el orgasmo, manteniendo unida a la pareja en un abrazo interminable»[8] .

Ha dicho el Papa Juan Pablo II: «El marido que trata a su mujer sin amor, sino sólo como objeto de satisfacción del instinto, adultera con su propia esposa»[9] .

 

No es raro el fenómeno de la frigidez en la mujer que no llega al orgasmo en el acto conyugal con su esposo. Eso tiene fácil solución consultando con un médico. Podría ser solución el que la mujer no se contente con estar pasivamente dejando que él lo haga todo. Si ella participa activamente en el juego sexual, puede remediar su mal.

 

«El primer coito es un momento delicado. El joven, casi siempre hiperexcitable, puede tener poca paciencia, ante una muchacha poco despertada sexualmente... Es excepcional que la desfloración sea realmente dolorosa. Si el esposo la realiza en el ambiente de ternura y profundo amor que es normal en los primeros días del matrimonio, la mujer no experimentará ningún trastorno. La mínima hemorragia que se produce frecuentemente al rasgar el himen, no tiene consecuencias; sin embargo, conviene dejar que se produzca la cicatrización durante tres o cuatro días absteniéndose de relaciones sexuales en este breve período. Es un verdadero sacrificio para el marido, pero será apreciado por la mujer»[10] .

 

Hoy hay una excesiva preocupación por la técnica sexual y la mecánica del orgasmo. Esto hace que le coito pierda la espontaneidad de un acto que debe brotar del amor, y lo que resulta es de un efecto contrario a lo que se pretendía. 

Dice el Dr. May en Love and Will: «No es sorprendente que las tendencias contemporáneas hacia la mecanización del sexo tengan mucho que ver con el problema de la impotencia. La característica distintiva de la máquina es que puede realizar todos los movimientos, pero nunca siente» .

«Durante algunos años proliferaron abundantemente los libros sobre técnicas sexuales. Recientemente se ha dicho que más matrimonios se han visto perjudicados por estos libros que los que se han beneficiado. El énfasis en la técnica hace que se dé más importancia a la mecánica que a las propias relaciones.(...) Es un acercamiento egoísta en el que cada uno busca su propia autosatisfacción. (...) El otro es un accesorio para su placer solitario»[11] .

«En la relación sexual se trata principalmente de amor y no de técnica. La preocupación por la mecánica sexual puede agotar el amor y convertirlo en una caricatura desgraciada y artificiosa del mismo. En cambio, el amor y la generosidad mutua llegarán a conseguir, por sus insospechados caminos, resultados muy superiores a los “técnicos”. Esta preocupación por las técnicas sexuales tiene su base en el concepto de que el hombre no es más que un animal desarrollado; y, por lo mismo, lo más importante en sus relaciones sexuales será la cantidad de placer físico que ellas puedan producir. Todo esto es una idea absurda y muy triste acerca de la naturaleza humana y del amor conyugal.

»De esta idea absurda proviene en algunos la obsesiva y maniática ansiedad por buscar resultados siempre más artificiosos. Ansiedad y manía que tantas veces lleva al callejón sin salida del hastío sexual o de las aberraciones sexuales.

»Se asemeja a la actitud del gastrónomo que estuviera estudiando y planeando laboriosamente cada plato, con ansiedad de conseguir siempre el máximo placer de su comida. En realidad, éste goza en comer mucho menos que la gente normal.

»Lo mismo ocurre en la vida conyugal; los “técnicos” se enredan en ansiedades y preocupaciones artificiosas, mientras que los esposos normales se aman libres de preocupaciones, sin que la ansiedad por el máximo placer físico posible pueda empeñar su espontaneidad, su alegría y su gozo al entregarse mutuamente; factores éstos mucho más importantes para la plenitud de la felicidad sexual. Volvemos a repetir que no hay mejor técnica para el ajuste sexual que el verdadero amor mutuo, la consideración hacia el otro y el deseo de cada uno de hacer feliz a su pareja.

»En el sexo se repite lo que ocurre en tantos otros aspectos de la vida: que da mucha más felicidad el dar que el recibir. Aquí tiene esto una especial significación, porque, esencialmente, el acto conyugal es un don»[12] 

 

El amor conyugal no es una simple aventura de goce apasionado. El goce físico debe estar al servicio de la ternura. La unión sentimental debe preceder a la unión de los cuerpos: esta última se convertirá así en expresión de un amor que ya existe en los corazones[13] .

El acto conyugal debe ir siempre saturado de ternura. Si este acto «no nace del amor va contra el recto orden»[14] .

«El encuentro genital será de verdad auténtico si entre los esposos hay una constante y concreta actitud de amor mutuo, demostrada prácticamente a lo largo de las más diversas situaciones de la vida.

»Es necesario, en efecto, recordar que la unión sexual, para estar verdaderamente en consonancia con la naturaleza humana, no puede reducirse solamente a la búsqueda de sensaciones voluptuosas, sino que debe expresar sobre todo una fusión completa entre el hombre y la mujer, penetrando simultáneamente sus facultades del cuerpo y del espíritu»[15] .

No es lo mismo amor que deseo. El amor es del alma y el deseo es del cuerpo. El amor matrimonial debe ser total: de alma y de cuerpo.

 

Decálogo de la esposa:

1.- El hogar será lo que tú hagas de él. Ésa debe ser la gran obra de tu vida.

2.- Te corresponde la administración inmediata de los bienes. Sé previsora, prudente y con gran sentido común.

3.- Que tu buen gusto y tus desvelos -más que tu dinero- hagan del hogar un refugio acogedor para cuantos constituyen tu familia.

4.- Procura seguir siendo siempre la novia de tu marido. Y que ello se note tanto en tus palabras como en tu presentación.

5.- Jamás olvides que antes que tus mismos hijos -y por supuesto tus padres- está tu esposo.

6.- Que tus palabras, tu alegría y tu sosiego sean alivio y descanso para cuantos constituyen tu hogar, o se acercan a él.

7.- Tu primer deber hacia tus hijos se llama ternura. Sobre ella, como base, te será fácil ir ejercitando, a una con tu marido, ese arte difícil y delicado que se llama educar.

8.- No grites, ni pierdas los estribos. Te harás obedecer mejor si dices a tus hijos las cosas con calma.

9.- Pon especial cuidado en el orden y administración del hogar: en las horas de las comidas, y en la prudente economía.

10.- Finalmente, si tienes la dicha de tener fe, busca tu apoyo en Dios, pues en Él encontrarás siempre la fuerza y la gracia que necesitas para llevar adelante tu hermosa misión en la vida.

 

Decálogo del esposo:

1.-Soluciona tu vida -al menos en lo fundamental- antes de constituir una familia

2.- Tu trabajo es importante, pero que no te absorba de tal modo que te robe un tiempo que debes a los tuyos.

3.-El buen humor, la permanente serenidad de espíritu, es el regalo más valioso que puedes ofrecer a tu esposa y a tus hijos.

4.- Tu esposa debe ser tu mejor amiga y compañera. Y has de tener hacia ella las mismas atenciones, al menos, que tenías cuando era sólo tu novia.

5.- Respeta su campo de trabajo. Pocas cosas hay tan ridículas y perjudiciales como un marido quisquilloso y entrometido en lo que es propio de su mujer.

6.- Si tu esposa está en condiciones de ejercer una profesión -salvando el cuidado del hogar- permíteselo.

7.- En relación con tus hijos, no olvides que el educar es un arte. Arte difícil y delicado, integrado por un poco de ciencia, mucho de buen sentido y, sobre todo, mucho de amor.

8.- El ejemplo es la clave de la educación. Gánate con tu proceder el respeto y la obediencia.

9.- Sé muy hombre en todo, pero ten presente que esto es perfectamente compatible con las muestras de afecto que los tuyos necesitan.

10.- Y si tienes la dicha de ser creyente, que Cristo sea la luz y la alegría de tu vida en el cumplimiento de tus deberes de padre y esposo.

 

Decálogo del matrimonio y del hogar:

1.-Antes que la profesión, incluso antes que los propios hijos -y precisamente por el bien de ellos- está vuestro amor de esposos, para el cual tenéis que saber encontrar «vuestro tiempo».

2.- Paternidad responsable,sí; pero si el Señor os da una familia numerosa, aceptadla como el mayor de los bienes.

3.- Que vuestro hogar esté siempre abierto para vuestros familiares y amigos.

4.- Que en vuestro hogar haya siempre un sitio de honor -como en vuestro corazón- para quienes os dieron la vida.

5.- Respetaos mutuamente vuestro campo de acción.

6.- Sed con vuestros hijos enérgicos en lo esencial y flexibles en lo accidental.

7.- No dramaticéis las cosas sencillas. Simplificad las cosas trágicas.

8.- La belleza, el buen gusto y el orden deben ser algo característico de vuestro hogar.

9.- Que una religiosidad sencilla y auténtica envuelva en una sana espiritualidad vuestro hogar.

10.- Aceptad vuestra situación. Como dice Quoist: «Si no podéis construir el castillo soñado, construid una cabaña. Pero no seréis felices en vuestra cabaña mientras sigáis soñando con el castillo»[16] .

 

El psicólogo Bernabé Tierno en la revista EL SEMANAL escribió un artículo titulado: Cómo matar el amor[17] 

Lo resumo así:

- Cada día eche en cara a su pareja todos sus fallos.

- Muéstrese habitualmente malhumorado, aunque no tenga motivo.

- No pierda la ocasión de provocar una tormenta aunque el motivo sea nimio.

- No reconozca nunca a su pareja mérito o cualidad alguna. No le alabe nunca.

- No se muestre satisfecho de los detalles que tenga con Vd. Todo es poco.

- No se le ocurra nunca mirar las cosas desde el punto de vista del otro.

- Flirtee con otra persona para provocarle celos.

 

Haz lo contrario de todo esto y fortalecerás tu amor.

 

f) Procreación de los hijos: «El Señor se ha dignado sanar el amor de los esposos, perfeccionarlo y elevarlo, por el don especial de la gracia y de la caridad. Un tal amor, asociando a la vez lo humano y lo divino, lleva a los esposos a una entrega libre y mutua de sí mismos, comprobada por sentimientos y actos de ternura, e impregna toda su vida. Supera, pues, con mucho, la inclinación puramente erótica que, cultivada con egoísmo, se malogra rápida y lamentablemente»[18] .

 

La Iglesia alaba a las familia numerosas.

Dice el Vaticano II: «Son dignos de mención muy especial los que de común acuerdo, bien meditado, aceptan con generosidad una prole más numerosa, para educarla dignamente»[19].

 

Sin embargo también recomienda una paternidad responsable.

«Frecuentemente se ha caricaturizado la posición de la Iglesia Católica como si recomendase a los esposos tener el mayor número de hijos que sea posible concebir biológicamente en el interior del matrimonio.

»¡Y esto es falso!

»La Iglesia invita, ciertamente, a una fecundidad generosa; pero controlada, es decir, atenta a los diversos factores en juego.

»Pero es verdad que, al insistir sobre la esencial apertura del amor a la fecundidad, la Iglesia, sobre todo en nuestros días, pone en tela de juicio los ideales de la sociedad de consumo.

»Ésta inculca a muchas jóvenes parejas que, para su propia dicha, y la de los futuros hijos, deben (...) establecer sólidamente el confort doméstico, tras lo cual, podrá venir el hijo.

»Si te dejas atrapar por esta concepción materialista de la felicidad es claro que serás conducido, como tantos otros, a colocar los primeros años de tu vida conyugal bajo el signo, no de la paternidad responsable, sino de la esterilidad sistemática.

»La terrible regresión demográfica que amenaza con la extinción de los viejos países de la cristiandad en Occidente, manifiesta las consecuencias mortales de esta sociedad de consumo que, en su hedonismo egoísta, acaba por vaciarse de consumidores. (...) Por un vuelco suicida de los valores se encamina hacia la muerte»[20] .

 

«El matrimonio y el amor conyugal están ordenados por su propia naturaleza a la procreación y educación de los hijos.

»Desde luego, los hijos son don excelentísimo del matrimonio y contribuyen grandemente al bien de sus mismos padres. (...) En el deber de transmitir la vida humana y educarla, lo cual hay que considerar como su propia misión, los cónyuges saben que son cooperadores del amor de Dios-Creador, y como sus intérpretes.

»Por eso, con responsabilidad humana y cristiana cumplirán su obligación con dócil reverencia hacia Dios.

»De común acuerdo y esfuerzo se formarán un juicio recto, atendiendo tanto al bien propio como al bien de los hijos, ya nacidos o todavía por venir, discerniendo las circunstancias del momento y del estado de vida, tanto materiales como espirituales, y, finalmente, teniendo en cuenta el bien de su propia familia, de la sociedad y de la Iglesia.

»Este juicio, en último término, lo deben formar ante Dios los esposos personalmente.

»En su modo de obrar, los esposos cristianos tengan en cuenta que no pueden proceder a su arbitrio, sino que siempre deben regirse por la conciencia, que hay que ajustar a la ley divina misma, dóciles al Magisterio de la Iglesia, que interpreta auténticamente aquella, a la luz del Evangelio. Esa ley divina muestra el pleno sentido del amor conyugal, lo protege e impulsa a su verdadera perfección humana.

»Así, los esposos cristianos, confiados en la Divina Providencia y fomentando el espíritu de sacrificio, glorifican al Creador y se perfeccionan en Cristo cuando con generosidad, sentido humano y cristiano de su responsabilidad cumplen su misión procreadora.

»Entre los cónyuges que cumplen así la misión que Dios les ha confiado, son dignos de mención muy especial los que, de común acuerdo, bien ponderado, aceptan con magnanimidad una prole más numerosa para educarla dignamente.

»El matrimonio no es solamente para la procreación, sino que la naturaleza del vínculo indisoluble entre las personas y el bien de la prole requieren que el amor mutuo de los esposos mismos se manifieste ordenadamente, progrese y vaya madurando.

»Por eso, si la descendencia, tan deseada a veces, faltara, sigue en pie el matrimonio, como intimidad y participación de la vida toda, y conserva su valor fundamental y su indisolubilidad»[21] .

 

Dice el Papa Juan Pablo II: «el cuerpo del hombre y de la mujer no son sólo para la procreación, sino que deben expresar el amor mutuo, en una donación recíproca que refleje la unión de los espíritus y la comunión íntima de las personas, imágenes de Dios»[22] .

 

«Esta funcionalidad amorosa de la actividad sexual es inseparable del acto mismo, de manera que si carece de ella, el ejercicio sexual no pasa de un nivel zoológico.

»Por lo tanto, elemento esencial de la bondad ética del ejercicio sexual es que éste realice de hecho el significado amoroso que le caracteriza como acción humana.

»El ejercicio puramente biológico de la sexualidad humana es contrario a la naturaleza racional y espiritual del hombre.

»Bajo este aspecto, la actividad sexual puede quedar éticamente viciada tanto dentro como fuera del matrimonio por un doble efecto no siempre coincidente: por estar privada de su comunicación amorosa -gozar sin amor- y por no realizarse de manera natural dejando sin consumar lo que el mecanismo sexual tiende a consumar en conformidad con el plan establecido por Dios en el orden biológico de los sexos»[23] 

 

El Concilio Vaticano II, después de hablar de la paternidad responsable y de revalorizar la función del amor en el matrimonio dice que «el amor matrimonial se ve frecuentemente profanado por el egoísmo, el hedonismo y las prácticas ilícitas contra la generación»[24] .

 

El niño debe ser amado y deseado desde el primer momento en que se conoce su concepción.

 

Dice Marta Cogollos, psicóloga de niños, que las hormonas que la mujer embarazada transmite al feto dependen de su estado de ánimo.

Por ellas el niño se entera si es amado y deseado o rechazado.

Numerosos médicos, psiquiatras y psicólogos hablan de este «diálogo endocrino» en el que el niño se entera del estado de ánimo de su madre hacia él.

Esto influye en el comportamiento posnatal del niño.

 

g) Planificación familiar: Los hijos son un don de Dios. A nivel humano, lo más grande que podemos hacer es transmitir la vida.

 

«Es también deseo de dar, de comunicar lo que nosotros hemos recibido. Deseo de fructificar, de contribuir al porvenir de la humanidad. (...) Es un acto de esperanza. Un sentimiento de que la vida es un don y de que “lo que no se da, se pierde”»[25] .

 

Los hijos deben ser fruto del amor y de la paternidad responsable[26] .

Pablo VI, en la encíclica Humanae vitae, dice: «En la misión de transmitir la vida, los esposos no quedan libres para proceder arbitrariamente, como si ellos pudiesen determinar de manera completamente autónoma los caminos lícitos a seguir, sino que deben conformar su conducta a la intención creadora de Dios, manifestada en la misma naturaleza del matrimonio y de sus actos, y constantemente enseñada por la Iglesia. (...)

»La Iglesia, al exigir que los hombres observen las normas de la ley natural interpretada por su constante doctrina, enseña que cualquier acto matrimonial debe quedar abierto a la transmisión de la vida»[27] .

 

Con todo, los que por alguna razón no lleguen a este ideal «no se desanimen», dice Pablo VI, sino que «recurran con humilde perseverancia a la misericordia de Dios»[28] .

 

Con ocasión de la Humanae vitae muchos matrimonios católicos se inquietaron. Para tranquilizarlos, los obispos franceses publicaron un documento exponiendo la doctrina tradicional de la moral católica sobre el conflicto de deberes.

Decían: «Impedir la concepción no puede ser nunca un bien. Es siempre un desorden. Pero este desorden no es siempre culpable. Puede efectivamente suceder que un matrimonio se encuentre ante un verdadero conflicto de deberes, en particular cuando la observancia de los ritmos naturales no les proporciona una base suficientemente segura para la regulación de los nacimientos.

Cuando alguien se halla ante una alternativa de deberes, porque no puede evitar un mal sea cual fuere la decisión que adopte, la prudencia tradicional aconseja que se considere delante de Dios qué obligación parece ser la más grave en tal circunstancia»[29].

 

A veces puede haber razones para limitar el número de hijos, o espaciarlos[30] 

No es prudente que la mujer quede embarazada a partir de los cuarenta años.

 

Los métodos naturales de la regulación de nacimientos son morales[31] .

La diferencia entre métodos artificiales y naturales en la planificación familiar es que en aquellos se utilizan medios físicos (el preservativo, el abortivo DIU), químicos (espermicidas), u hormonales (píldoras) para frustrar la concepción.

En cambio los métodos naturales se limitan a elegir los días infecundos, en lo cual no hay nada inmoral.

   «Por este motivo todo método natural es llamado también "método de abstención periódica".

   »Como tal, todo método natural es "no-conceptivo" y no "anticonceptivo", porque no supone ningún acto positivo que tenga por objeto destruir las posibilidades naturales de una concepción»[32].

 

Utilizar elementos artificiales es sólo lícito cuando se trata de corregir imperfecciones (dentadura postiza); pero no cuando se trata de frustrar lo que es conforme a la naturaleza.

 

«La gran diferencia entre métodos naturales y artificiales está en que los artificiales, al truncar artificialmente la procreación (...) impiden la creación de un alma por parte de Dios. (...)

»El recurso a los métodos naturales de control de nacimientos es algo cualitativamente diferente, ya que haciendo el acto en el período infecundo de la mujer, se está haciendo algo que Dios, en su infinita sabiduría, había previsto.

»No es un acto de rebelión contra Dios, ni un impedimento a su acción creadora. Es seguir el camino que Él mismo ha establecido, y con el que ha dado a la mujer espacio infecundo suficiente para que se pueda realizar el significado unitivo del amor conyugal, cuando el procreativo no es posible por las circunstancias de la vida.

»La significación moral, por tanto, de los dos métodos es completamente diferente»[33] .

«Recurriendo a los días agenésicos de los ritmos de la fecundidad, los esposos no se erigen en dueños y señores del don de la vida»[34] .

 

Algunos dicen que los métodos naturales de regulación de la natalidad, que se someten a los «ritmos biológicos», quitan la espontaneidad de la vida sexual en el matrimonio. Pero «espontaneidad no significa comportarse según el impulso del instinto en cada momento. Lo que al hombre le hace ser hombre es precisamente la capacidad de integrar, de valorar y de escoger lo que es bueno para sí y para el otro en cada momento. Por lo tanto, comportarse espontáneamente a nivel sexual puede significar renunciar al acto sexual por un bien mayor (...) practicando una abstinencia periódica de las relaciones»[35].

 

Desde el Concilio Vaticano II «, el lenguaje de la Iglesia sobre el matrimonio ya no distingue entre el fin primario (la procreación) y el fin secundario (la ayuda mutua de los esposos). Prefiere hablar de dos dimensiones fundamentales del matrimonio»[36] .

«Por la unión de los esposos se realiza el doble fin del matrimonio: el bien de los esposos y la transmisión de la vida. No se pueden separar estas dos significaciones o valores del matrimonio sin alterar la vida espiritual de los cónyuges ni comprometer los bienes del matrimonio y el porvenir de la familia. Así, el amor conyugal del hombre y de la mujer queda situado bajo la doble exigencia de la fidelidad y la fecundidad»[37] .

«El amor sexual tiene dos fines esenciales: la unión de las personas y la transmisión de la vida. Lo que reprueba la Iglesia de Cristo es perseguir el primero excluyendo el segundo; no sólo a nivel de intención, sino por una manipulación sobre el vínculo estructural entre el amor y la fecundidad»[38] .Los dos fines son complementarios.

Según el Concilio Vaticano II el matrimonio es una comunidad de vida y amor orientada a la procreación. Por lo tanto la procreación no es esencial a cada uno de los actos. Puede haber motivos razonables para renunciar a la dimensión procreadora, con métodos lícitos moralmente.

«Aunque los métodos naturales han hecho progresos prometedores, son desdeñados por muchos. Para algunos es humillante que la Iglesia tuviese razón en esta materia y fuera auténticamente profética cuando se la acusaba de ser retrógrada y anticuada[39] . Y no olvidemos que en los métodos artificiales hay en juego grandes intereses económicos mientras que los métodos naturales son gratuitos.

 

El Dr.Germán Knaus, austríaco, y el Dr.Yusaku Ogino, japonés,  descubrieron simultáneamente, en 1923, que la ovulación de la mujer tiene lugar trece días antes del comienzo de la menstruación, con una fluctuación de dos días antes o después, cualquiera que sea la duración del ciclo. Puesto que el óvulo vive unas veinticuatro horas, una mujer puede conocer su período de fertilidad[40] . Una tecnificación de este método es averiguar el día de la ovulación haciendo una gráfica de la temperatura basal de la mujer. Los termómetros especiales para esto traen un librito explicando el modo de utilizarlos.

Como el espermatozoide permanece vivo unos dos días dentro del útero, resulta que los días fecundos se reducen a tres cada mes.

Desde hace algún tiempo se vende en farmacias un aparato llamado OVULATOR[41], que observando la cristalización de la saliva, indica los días fértiles y estériles del ciclo femenino. Hoy con los trabajos de fecundación «in vitro» se ha vuelto a hablar de este procedimiento al que se da una fiabilidad del 90%[42] .

 

En 1975 se ha publicado en España un libro del Dr. Billings, australiano, que ya lleva veinte ediciones en cuatro idiomas. Billings ha descubierto un método para regular la natalidad que es muy fácil, natural, sano y barato (sin instrumentos ni productos), moralmente lícito y, según parece, el más seguro de todos. Se basa en la observación del moco vaginal[43] . La experiencia de la Organización Mundial de la Salud, por las estadísticas realizadas en cinco países, le da al método Billings una eficacia del 99% de éxitos[44] . Hoy es practicado por cincuenta millones de matrimonios en el mundo[45] .

El Método Sintotérmico, que es la combinación del Método Billings con otros parámetros, puede llegar al 99’2% de seguridad, según los resultados dados por la OMS en Biologic of fertility control by periodic abstinence (Informe técnico 369/67), si  se enseña adecuadamente siguiendo el Learning Package of Familiar Fertility, OMS, 78.

 

El Dr. Billings, Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Melbourne (Australia), estuvo en Madrid en mayo de 1984 y afirmó: «Mi método es eficaz, por lo menos, en el 99% de los casos. Más eficaz que el abortivo DIU y el preservativo.

El método Billings  es más seguro que el preservativo. Según la revista The Medical Letter (XVII,6/marzo 1995) el preservativo sólo garantiza el 88% de seguridad[46] .

Y tiene la ventaja de ser un método natural, sencillo y barato. Sin los inconvenientes psíquicos de la ligadura de trompas y vasectomía»[47];

Además no tiene los inconvenientes de la píldora.

 

La píldora anticonceptiva produce cáncer de útero, afirma el Royal College of General Practitioners, después de 20 años de investigaciones[48] .

En el número de septiembre de 1989 The Lancet, una de las revistas médicas más importantes del  mundo, se dice que las mujeres que toman anticonceptivos presentan una  probabilidad de cáncer de mama 75% superior a las mujeres que no las usan[49] .

Y en la misma revista, 344(1994)1390, también se dice que la toma de anticonceptivos orales duplica el riesgo de padecer cáncer de útero.

En el «Vademécum Internacional de Especialidades Farmacéuticas» que tienen casi todos los médicos españoles se dice que «se ha demostrado que las mujeres que toman anticonceptivos orales sufren alteraciones cardiovasculares en proporción superior a las que no las toman».

Los peligros de los anticonceptivos fueron confirmados por el Primer Ministro inglés Tony Blair. En respuesta a una pregunta en el parlamento Blair comunicó que durante los últimos diez años 104 mujeres han muerto en Inglaterra a causa de la píldora. Mientras otras 2.400 mujeres han sufrido serios problemas de salud debido al uso de los anticonceptivos[50]

«Los efectos secundarios de la píldora anticonceptiva son muy conocidos. (...) Un total de cuatrocientos veinticinco accidentes cerebrales por año podrían ser atribuidos al uso de anticonceptivos orales en Estados Unidos. (...) Según la revista médica JAMA, ha sido observada la asociación entre anticonceptivos orales y el cáncer de pecho»[51].

Con razón dice el Dr. Benigno Blanco: «Al consumidor de tabaco se le advierte que el tabaco perjudica la salud, pero a la usuaria de anticonceptivos se le oculta los riesgos que asume»[52] .

En el telediario de varias cadenas del miércoles 25 de octubre de 1995 se dijo que la píldora anticonceptiva había ocasionado embolia a varias mujeres que la usaban.

«Madrid.- El Ministerio de Sanidad envió el pasado viernes una circular a todos los ginecólogos que trabajan en España advirtiéndoles de que algunos anticonceptivos orales de tercera generación pueden provocar tromboembolismo venoso, (...) y en ocasiones extremas la muerte»[53].

El Instituto Federal de Medicamentos de Berlín informa que la píldora anticonceptiva «Diane», de los Laboratorios Schering, puede producir cáncer de hígado. Esta píldora ha sido utilizada por millones de mujeres, también en España[54] 

Más de cien mujeres del Reino Unido, que usaron la píldora anticonceptiva, sufrieron trastornos graves por coágulos de sangre y trombosis , y siete de ellas murieron. Por eso sus familiares presentaron una demanda contra los laboratorios Schering, Wyeth y Organon  que las fabricaron[55].

Un estudio del gobierno comunista chino demuestra la eficacia del sistema Billings.

El gobierno chino ha experimentado en la provincia de Nanchino, una de las más pobladas de la nación, el método de la ovulación, conocido comúnmente con el nombre de «Método Billings». Los resultados son categóricos: entre las 922 parejas que lo han adoptado como método de planificación familiar durante un año, tan sólo cinco mujeres han quedado embarazadas. Es decir, el 0,5%. El grado de eficacia de este método es superior, por ejemplo, a los dispositivos de anticoncepción femeninos utilizados por la mujer.

El resultado arrojado por el estudio de las autoridades chinas sobre el método Billings aparecerá en el próximo número del «Medical Journal» de Pekín y fue adelantado el 28 de febrero por el mismo doctor John Billings en un congreso organizado por la Universidad Católica de Roma con motivo de la celebración de los treinta años de la publicación de la encíclica de Pablo VI «Humanae Vitae»[56] .

 

«La reunión del método ogínico con el del Dr. Billings es el modo más seguro de todos los conocidos»[57] .

La organización mundial que lleva la enseñanza y el control del Método Natural de ovulación Billings es la WOOMB, cuya sede en Madrid está en la calle JOSÉ CALVO, 23, bajo centro. Teléfono 91 450 50 11. FAX: 91 450 50 76. - 28039 Madrid.

Se puede recibir información sobre el método Billings en:

www.juanpabloesp.org

http://usuarios.maptel.es/loiola

y en < pfn@edunet.es>

En España se enseña en centros de diferentes ciudades, dependiendo fundamentalmente de las asociaciones Pro-Vida: información en la Secretaría General, teléfono 93 204 71 11, de Barcelona, o en centros de ADEHFA: información en el teléfono 91 241 40 83, de Madrid.

 

Voy a poner aquí las direcciones de los centros WOOMB de información y enseñanza en distintas capitales de provincia:

Madrid: Dra. Ana Mercedes Rodríguez. c/ José Calvo, 23, bajo centro..Tel.:91 450 50 11. FAX: 91 450 50 76. Madrid 28039. E-mail: woomb.imena@omc.telprof.es

Centro de Regulación. T.:915335659.

Mónica Aisa. Centro de Regulación Natural. San Francisco de Sales, 34. 20003-Madrid. T.: 915 335 659.

Isabel Valdés. Clínica Salvia. López Pozas, 40. 28036. Madrid.T.:913 507 034.

Centro Virgen de Olaz. Meléndez Valdés,36,1º,D.28015-Madrid.T..915 433 017.

José Ignacio Tubio. Clínica Moncloa. T.: 915 957 000.

Isabel López de Ceballos. T.: 915 626 015.

Albacete: Arancha Merino. Teléfono: 967 502 459.

Alcalá de Henares:Dª Mercedes Otero. T.: 91 888 66 86.

Alicante: Dª Ana Such. T.: 96 512 61 81.

- Dr. J. A. Muñoz Puller: Pl. Navarro Rodrigo,12,.Bajo. 03007-AB. T.:965 920 703

Almería: Jorge Díaz.Torrenueva,65,2ºC.04600-Huercal (Alm). T.: 950 470 957.

Asturias:Dra.Inmaculada Flores. c/ Oscar Romero, 6. Oviedo.T.:985110773

Ávila: Dª Ángeles Martín Rodríguez. c/Palencia, 15, bajo. T.: 920 220 328.

José Luis Martín. Cuesta 5. 05693-Umbría (Ávila). T.: 920 342 887.

Badajoz:Margarita Jiménez. La Cruz, 1, 3º A-B.06200-Almendralejo.T.:671566

Baleares:Dra.Candelas Cardero. Juan Maragall 37,1º,1ª. Palma.T.:971274103

Barcelona: Dª Mª José Blázquez: T.: 93 555 48 01

Dr. José Villanueva. Calle Calderón de la Barca, 34, Bajo, 1ª. 08032-Barcelona. T.: 933 581 504

Nuria Recto. Bonaplata,42-54. 08034-Barcelona.T.:932805683.FAX:932047214

Planif.Familiar.: Tel.:93 204 71 11 Tel.: 93 218 61 90

Bilbao:Concepción Rodríguez. Diputación,8,6º,1ª. 48008-Bilbao.:T.:944167212

Coro Goitia. Clínica Euskalduna. Euskalduna, 10, 1º, A. 48008-Bilbao. T.:944 103 752

Pilar Ruiz Martínez. Centro Cultural Santa Clara. c/ Casilda Iturrizar, s/n. 48920-Portugalete (Vizcaya). T.: 944 729 220.

Carmen Riega.Av.Guipúzcoa,35,1º dcha. 48260-Ermua (Vizcaya).T.:943176209

Burgos: Dra. Dña.Concepción García Tejerina. Calle San José 3-5 Bajo. 09002 Burgos. T.:947264014

Cádiz: Dª Sol Díez de Rivera. Altos del Manantial, 13. 11500-Puerto de Santa María. (Cádiz) T.: 956 480 446.

Córdoba: Mª Cristina Blanco. Centro Médico «El Camping». c/ Prof. Lucena Conde, s/n. T.: 957 279 922.14012-Córdoba.

Cuenca: Dª Mónica la Torre Cañizares. T.: 969 22 08 79

Gerona:Dra.Mila del Pozo.Centro de Orientación y Planificación. T.:972204212

Granada: Dª  Mª  Ángeles Martínez de Victoria. T.: 958 25 42 89

Inmaculada García Calvo. T.: 958 571 477

Isabel Rodríguez Peralta. T.: 958 273 379.

María José Sánchez. T.: 958 226 937.

Enriqueta Blanco. San Antonio, 70, 7º, dcha. T.: 958 259 303.

Gloria Muñoz. Centro de Salud del Zaidín. T.: 958 813 011.

Guadalajara: Dª  Concha Aparicio Altamirano. T.:  949 223 490 y 949 224 696.

Huelva: María Asunción Febrer. 21400. Ayamonte. T.: 959 321 047.

Huesca: Dña. Victoria García Caballero. c/ Alta, 1 bis, 28. 22193-Arascués (Huesca). T.: 974 22 12 27

Jaén: Centro de Salud San Felipe. Mª Dolores Chica. T.: 953 320 377.

La Coruña: Dra. Helvia Temprano. Hospital Teresa Herrera. 15006-La Coruña. T.:981 178 000, extensión 20 156 - T.: 981 28 54 00, ext. 215.

Las Palmas de Gran Canaria: Carmen Serrano Sánchez. T.: 928 418 990

Laura E. Felipe Gil. Calle Schubert, 11, 3º, pta. 11(Casablanca 1). 35016-Las Palmas. T.: 928 418 990. - Mª. Dolores Hernández. T.: 928 321 073.

León:Purificación Blanco. Cardenal Landázuri 27. 24003-León.T.:987 23 10 20

Asunción Quirós. Calle Monasterio Carracedo, 3-11 C. 24400-Ponferrada  (León). T.: 987 415 689.

Lérida: Arancha Merino Thomas. Obispo Irurita, 12. escalera, 9, 3º,1ª. 25006 - Lérida. Tel.: 973 27 35 30. Centro Médico, Av. Blondel,70, 1º: T.: 973 27 40 51

María Ferrer. Hospital Arnau Vilanova. T.: 973 248 100

Noelia Mas. Av. Blondel, 5, 2º C. 25002-Lérida. T.: 973 274 061.

Málaga:Dr. Joaquín Fernández. Pintor Sorolla,2. Málaga-29016.T.:9522243 67

Murcia: Cándida Vicente Gil. Avenida Ronda Norte, 9,  4º dcha. escalera izq. 30009 - Murcia.Tel.:968 299 606.

Mikaela Menárguez. Calle Isaac Albéniz, 10. 30009-Murcia. T.:9682833818.- Mikaela Menárguez, e-mail:mmc@fonocom.es

Orense:Hermelinda Esteve.Quintela Cañedo,11. 32001-Orense.T.:988215 758

Palma de Mallorca: Dra. Candelas Cardero. Calle Juan Maragall 37,1º,1ª.  07006-Palma.T.: 971 274 103

Pamplona: Dª Teresa Jaurrieta Galdiano. Pl. del Castillo, 44, 3º, izq. 31001.- Pamplona (Navarra). Tel.: 948 22.90 94.

José María Echevarría. San Fermín, 45, 1º, izq. 31003-Pamplona. T.:948237413

Ponferrada (León): Dª Asunción Quirós Álvarez. Monasterio de Carracedo, 3, 11C. 24400 - Ponferrada (León). Tel.: 987 41 26 89.

Reus: Carmen Paya. Calle A. Gaudí, 76, 1º, 1ª. 43203-Reus.Tel.:977 311 476

Salamanca:Pablo Pascual.La Plaza (Farmacia). La Fregeneda. T.: 923 51 50 12   Salamanca - Tel: 923 247 972 Franca Tonini. Universidad Pontificia de Salamanca. T.: 923 213 039

San Sebastián: Dª Ana Munilla. c/ M. Gardoqui, 1, 1º, izq. 20013-San Sebastián.Tel.: 943 320 645; 943-27-8193. E-mail: ix9754@xpress.es 

Santa Cruz de Tenerife: Mª Luz Fariña. c/ Santiago Beyro,15. . 38007-Sta. Cruz de Tenerife. T.:922 214 9 63

Segovia:  Juana Alonso. Calle Velasco, 17.  40003-Segovia. T.:921 460 655.

Sevilla: Marina Cuadrado Ruiz. Av. Luis de Morales, 24, escalera 3, 3º D. 41018-Sevilla. T.:954 530 001

. Dra. Mª del Carmen de la Cuadra, Apartado 6213. T.: 95 490 50 19

Dra. Mercedes Tarancón Jiménez. Centro de Salud. 41520-Viso del Alcor (Sevilla). T.: 95 574 12 85.

Soria: Conchita Martínez. Calle Rosell, 12. 42190-Las Casas (Soria).T.:975 224 713

Tarragona: Dr. J. M. Martínez. Calle Pau Casals, 11, 5º. 43003-Tarragona. T.: 977 218 262

Carmen Paya. c/ A.Gaudí, 76, 1º, 1ª. 43203-Reus (Tarragona). Tel.:977 311 476.

Toledo: Dª Mª Carmen Ramos Peñalver. Av.Guadarrama, 8, 5º. 45007-Toledo.Tel.: Tel: 925 232 768

Dª Concepción Gutiérrez Arias. Bargas (Toledo). Tel.: 925 493 043.-

Valencia: Ana de Andrés Pardo. Burriana, 42. -46005-Valencia.T.:963528153.

Dra.Ana Otte. T.:96 362 53 67.

 Dra. Mª Argaya.  C/ Salvador, 6, bajo dcha. 46003-Valencia. T.: 963 918 545

Conchita Medialdea. Porta de la Mar, 6,2º,8ª. 46006-Valencia. T.: 963 517 942.

Valladolid: Dra. Nieves González Rico. Paraíso, 3, 1º dcha. 47003- Valladolid. Tel.: 983 25 30 07; 983 47 89 87.

Centro Médico. c/ Joaquín Velasco, 5. 47014-Valladolid. T.: 983 333 032.-

Villafranca del Penedés: Elena de Miguel.Pl. Penedés,1. 08720-Barcelona. T.:938 915 401

Villanueva de la Cañada: Dª Mª Luisa González Argüello. T.: 91 815 50 33

Vitoria: Fco. Javier Castillo.  c/ F. Gª Lorca, 6,7ºB. 01003-Vitoria. T.:945272518.

Zaragoza: Dra. Pilar Traver. Calle Dr. Casas, 12, 2º, dcha. 50008.- Zaragoza. Tel.: 976 233 755 y 49 91 96.

 

En Valencia está el CIFER: Certificadora Internacional de Cursos de Reconocimiento de la Fertilidad.

Vicente Oltra Climent

Calle Paseo de Ruzafa 9

46002 - Valencia

España

Fax: (+34) 96 352 31 07

www.cifer.info

 

Sobre el MÉTODO BILLINGS hay una página en INTERNET en inglés. Está en www.woomb.org

La Humanae vitae ha presentado a los esposos «un ideal de ética conyugal cristiana, a cuya realización han de tender progresivamente los fieles, y que exige no pocas veces un gran esfuerzo. Tanto, que en algunos casos se podrá dudar, con fundamento, de la culpabilidad grave de los esposos en el incumplimiento de su deber en casos particulares. Puede ocurrir, dada la fragilidad humana, que los esposos, a pesar de sus buenas intenciones, no respondan siempre a la exigencia de un amor fecundo, según la norma cristiana. No por esto han de considerar todo esfuerzo inútil y apartarse de los sacramentos. Por el contrario, si el pecado les sorprendiese todavía, no se desanimen, sino que recurran con humilde perseverancia a la misericordia de Dios, que se concede en el sacramento de la penitencia»[58] .

El Papa Juan Pablo II ha dicho el 22 de noviembre de 1981, en la Familiaris consortio: «La Iglesia es ciertamente consciente también de los múltiples y complejos problemas que hoy, en muchos países, afectan a los esposos en su cometido de transmitir responsablemente la vida. Conoce también el grave problema del incremento demográfico, como se plantea en diversas partes del mundo, con las implicaciones morales que comporta. Ella cree, sin embargo, que una consideración profunda de todos los aspectos de tales problemas ofrece una nueva y más fuerte confirmación de la importancia de la doctrina auténtica acerca de la regulación de la natalidad, propuesta de nuevo en el Concilio Vaticano II y en la Encíclica Humanae vitae. Por eso, junto con los Padres del Sínodo, siento el deber de dirigir una acuciante invitación a los teólogos a fin de que, uniendo sus fuerzas para colaborar con el Magisterio Jerárquico, se comprometan a iluminar cada vez mejor los fundamentos bíblicos, las motivaciones éticas y las razones personalistas de esta doctrina. Así será posible, en el contexto de una exposición orgánica, hacer que la doctrina de la Iglesia en este importante capítulo sea verdaderamente accesible a todos los hombres de buena voluntad, facilitando su comprensión cada vez más luminosa y profunda; de este modo el plan divino podrá ser realizado cada vez más plenamente, para la salvación del hombre y gloria del Creador (...). También en el campo de la moral conyugal la Iglesia es y actúa como Maestra y Madre. Como Maestra, no se cansa de proclamar la norma moral que debe guiar la transmisión responsable de la vida. De tal norma la Iglesia no es ciertamente ni la autora ni el árbitro. En obediencia a la verdad que es Cristo, cuya imagen se refleja en la naturaleza y en la dignidad de la persona humana, la Iglesia interpreta la norma moral y la propone a todos los hombres de buena voluntad, sin esconder las exigencias de radicalidad y de perfección. Como Madre, la Iglesia se hace cercana a muchas parejas de esposos que se encuentran en dificultad sobre este importante punto de la vida moral; conoce bien su situación, y a veces verdaderamente atormentada por dificultades de todo tipo, no sólo individuales, sino también sociales, sabe que muchos esposos encuentran dificultades no sólo para la realización concreta, sino también para la misma comprensión de los valores inherentes a la norma moral. Pero la misma y única Iglesia es a la vez Maestra y Madre. Por eso, la Iglesia no cesa nunca de invitar y animar, a fin de que las eventuales dificultades conyugales se resuelven sin falsificar ni comprometer jamás la verdad. En efecto, está convencida de que no puede haber verdadera contradicción entre la ley divina de la transmisión de la vida y la de favorecer el auténtico amor conyugal. Por esto, la pedagogía concreta de la Iglesia debe estar siempre unida y nunca separada de su doctrina. Repito, por tanto, con la misma persuasión de mi Predecesor: «No menoscabar en nada la saludable doctrina de Cristo es una forma de caridad eminente hacia las almas»[59] .

El Obispo de Namur (Bélgica) André Léonard dice: «Hay situaciones angustiosas. Pienso especialmente en la mujeres que son víctimas de un cónyuge irresponsable (alcohólico, intemperante) que no las respeta y es capaz, con violencia, de imponerles embarazos manifiestamente contraindicados. En estos casos , es claro que la mujer se encuentra en situación de legítima defensa, y que la contracepción puede y debe garantizar su justa libertad. El Señor nos pide, por medio de su Iglesia, no disociar el amor y la fecundidad. Pero cuando no existe amor, y la mujer es prácticamente violada, aunque lo sea por su marido, evidentemente que no está obligada a preservar su fecundidad. Lo que debe ser respetado es el vínculo de la fecundidad con el amor, no con el alcohol o con la violencia del instinto. Se trata de prepararse contra una violación (en sentido amplio) por medio de la contracepción. El caso del aborto es totalmente diferente. La condena a muerte de un niño concebido no puede ser un remedio moral ni siquiera para una violación»[60] .

A los matrimonios con dudas en este punto, les dice el Cardenal Ratzinger «yo les aconsejaría que consultaran a su director espiritual, que pidieran consejo al sacerdote, porque estas cosas no se pueden dilucidar en abstracto»[61] .

 

97,8. UNCIÓN DE LOS ENFERMOS. Se llama también extremaunción por ser el último sacramento que recibe el cristiano antes de salir de este mundo. Con él recibe un aumento de gracia para superar victoriosamente la última batalla de la vida.

Es un sacramento en el que, por la unción con óleo bendecido y la oración del sacerdote, se confiere a los fieles, que han alcanzado el uso de la razón, están gravemente enfermos y arrepentidos de sus pecados, al menos con atrición, la salud del alma[62] y la del cuerpo si les conviene[63] .

En caso de necesidad se puede emplear cualquier otro óleo vegetal: de linaza, girasol, cacahuete, algodón, etc. Aunque el apropiado sea el de oliva[64] .

 

Cuando uno está en peligro de muerte, hay que avisar al sacerdote para que le dé los auxilios espirituales propios de estos momentos, es decir, para que le confiese, le dé el Santo Viático y la Unción de los Enfermos[65] . No se debe esperar a que el enfermo esté demasiado grave[66] con peligro de que, cuando llegue el sacerdote, ya no tenga lucidez y calma para hacer una buena confesión.

Nadie se muere por llamar a tiempo al sacerdote.

En cambio, son muchos los que mueren en pecado por haber llamado al sacerdote demasiado tarde.

Cargan con enorme responsabilidad los que, viendo a sus parientes, amigos, vecinos, etc., en peligro de muerte, no avisan  a tiempo al sacerdote para que les asista.

Puede ser que muchos se  condenen  por un amor mal entendido de sus familiares[67] .

Temen que el enfermo se asuste al recibir los auxilios espirituales, y no temen que se presente ante el juicio de Dios con el alma en pecado. Como si en el incendio de una casa no se quiere avisar a los vecinos que están durmiendo por temor de asustarles. ¡Vaya una caridad tan rara!

Además, en caso de que el enfermo se asuste, este susto será pasajero, y una larga experiencia enseña que los enfermos cuando se confiesan y comulgan se quedan muy tranquilos. ¡Es natural! Un católico en peligro de muerte, siempre se alegra de recibir los auxilios de un sacerdote.

Algunas personas comprometen a su familia para que les avisen con tiempo cuando llegue el momento de recibir los Últimos Sacramentos. En cambio, ¡qué tremendo remordimiento deben tener los que se sientan culpables de haber dejado morir a un enfermo sin los auxilios espirituales! Por el contrario, ¡qué consuelo tan grande deben sentir aquellos a quienes se deba que el enfermo hiciera una buena confesión antes de morir! Y, ¡qué agradecimiento tan grande les guardará ese alma por toda la eternidad!

Pero el que se haya condenado porque las personas que le rodeaban no quisieron llamar a tiempo al sacerdote, ¿qué sentimiento guardará para con ellos?

 

Recuerdo una vez que fui a visitar a un enfermo que yo sabía que estaba grave. En cuanto me quedé a solas con él me dijo:

- «¡Qué alegría he sentido, Padre, al verle entrar por esa puerta! Estaba deseando llamarle, pero no me atrevía para no asustar a la familia».

Al salir me dice la familia:

- «¡Cómo le agradecemos, Padre, que haya Vd. venido. Lo estábamos deseando, pero no nos atrevíamos a decírselo al enfermo, para que no se asustara!»

¿Qué te parece?

Unos y otros deseando llamar al sacerdote; y, por un miedo absurdo de ambas partes, un enfermo iba a morir sin confesión. ¡Qué barbaridad!

En cambio, después de la confesión, ¡qué tranquilidad para todos!

 

Por otra parte, es sabido que uno de los efectos de la unción de los enfermos es dar al enfermo la salud del cuerpo si le conviene.

Dice el Apóstol Santiago: «¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros para que oren sobre él y lo unjan con el óleo en el nombre del Señor»[68] .

 

Si para dar la unción de los enfermos se espera a que la situación sea ya irreversible, entonces el recobrar la salud será casi un milagro, y la Unción de los Enfermos, de suyo, no hace milagros.

La Unción de los Enfermos debe recibirse cuando el enfermo está todavía en uso de sus sentidos.

 

Para recibir la unción, el enfermo debe estar grave; pero no es necesario que el peligro sea de muerte inminente[69] . Basta que la enfermedad sea tal que haya amenaza de peligro real[70] por enfermedad o vejez[71] .

 

La Unción de los Enfermos puede administrarse otra vez si «recobrada la salud, vuelve la gravedad»[72] .

A los muy ancianos se les puede administrar la extremaunción aunque no estén enfermos, pues la vejez es ya una enfermedad incurable[73] .

Este sacramento debe recibirse en estado de gracia[74] . Por eso cuando el que va a recibir la Unción de los Enfermos está en el uso de sus sentidos, debe antes confesarse. Pero si hay peligro de que cuando llegue el sacerdote, haya perdido el sentido, tiene obligación de hacer antes un acto de contrición. El peligro de muerte debe estar dentro del cuerpo de la persona. Por eso no puede administrarse la extremaunción a un criminal antes de ser ejecutado, ni a los soldados antes de la batalla[75] .

En caso de necesidad puede administrarse la extremaunción a los recién fallecidos; pues la muerte es la separación del alma y del cuerpo, y es difícil señalar el momento preciso de esta separación.

La muerte aparente no coincide siempre con la muerte real.

«La muerte no viene de repente. Es un proceso gradual de la vida actual a la muerte aparente, y de ésta a la muerte real»[76] .

Se conocen casos de vuelta a la vida después de una muerte clínica, sin intervención de milagro alguno. La única señal de muerte real es la putrefacción del cadáver.

Cuando ésta se presenta con caracteres inequívocos, la muerte real es del todo cierta[77] .  «Solamente hay una señal de la muerte absoluta:  la putrefacción»[78] .

 

Debe administrarse la Unción de los Enfermos, aunque el enfermo no haya podido confesar, pues basta que tuviera atrición para que con este sacramento se le perdonen sus pecados, incluso graves.

 

Hoy la Iglesia permite la incineración de los cadáveres[79]... Las cenizas de los cadáveres deben guardarse con todo respeto. Mientras la legislación eclesiástica o civil no disponga otra cosa, yo sugiero que el mejor sitio de estas cenizas es el nicho de un familiar.

 



[1] CHARBONNEAU: Noviazgo y felicidad, III, 2. Ed. Herder. Barcelona, 1970

[2] PABLO LÓPEZ CASTELLOTE: Los cristianos y la educación de los hijos, V, 12. Ed. CEAC. Barcelona, 1981

[3] BERNHARD HÄRING: SHALOM: Paz, XVII; 8,8.  Ed. Herder. Barcelona. 1998.

[4] Dr. J. DOMÍNGUEZ: Felicidad sexual, VI, 1, c, 1. Ed. Ultra. Nueva York. 1971.

[5] DR. A. WILLY: Enigma de la sexualidad,  5,I,1. Barcelona.

[6] EFRÉN QUINTANILLA: La vida sexual, XVII, 4. Ed. Everest. León, 1974. Este libro es muy útil como preparación sexual antes del matrimonio, tanto a hombres como a mujeres.

[7] GAUDEFROY: Estudios de Sexología, XI, 4, B, c. Ed. Herder.Barcelona. 1968

[8] ENRIQUE ROJAS: El amor inteligente, IX.  Ed. Temas de hoy. Madrid. 1997.

[9] Revista ECCLESIA, 2002 (18-X-80)6

[10] GAUDEFROY: Estudios de Sexología, 2º, XII, 2, 2. Ed. Herder. Barcelona. 1968

[11] ANA MOW: El secreto del amor matrimonial, 2ª, IV.  Ed. SAL TERRAE. Santander .

[12] ROBINSON: Educación sexual y conyugal, 3ª, V, 1ss. Ed. Mensajero. Bilbao.

[13] PABLO VI: Humanae Vitae, nº 13

[14] FERIN-PONTEVILLE: Amor y fecundidad, IV, 4. Ed. ELER. Barcelona, 1964

[15] GIACOMO SANTORI: Compendio de sexología, 1º, IX, 6. Ed. FAX. Madrid, 1969

[16] LUIS RIESGO Y CARMEN PABLO: Lo que Dios ha unido.  EAPSA. Madrid. 1976

[17] BERNABÉ TIERNO: Revista El Semanal, 589 (7-II-99) 78.

[18] Concilio Vaticano II: Gaudium et Spes: Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual, nº 49

[19]  Concilio Vaticano II: Gaudium et Spes: Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual, nº 50

[20] ANDRÉ LÉONARD: La moral sexual explicada a los jóvenes, III, 9.  Ed. Palabra. Madrid. 1994.

[21] Concilio Vaticano II: Gaudium et Spes: Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual, nº 50

[22] Diario YA, 24-VII-80, pg. 16

[23] Libro básico del creyente hoy, XXV, 1. Ed. PPC. Madrid, 1970.

[24] Concilio Vaticano II: Gaudium et Spes: Constitución  sobre la Iglesia en el mundo actual, nº 47.

[25] XAVIER LACROIX:  El matrimonio, VII, 2.  Ed. Mensajero. Bilbao.1996.

[26] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2367

[27] PABLO VI: Encíclica Humanae vitae, nº 10s

[28] PABLO VI: Encíclica Humanae vitae, nº 25

[29].BERNHARD HÄRING:SHALOM:Paz, XVII,8.9.  Ed. Herder. Barcelona.1998.

[30] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2368

[31] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº2370

[32] MIGUEL ÁNGEL FUENTES,V.E.:Regulación de la natalidad. En INTERNET: Apologética católica.

[33] JOSÉ ANTONIO SAYÉS: Antropología y moral, VI, 1.  Ed. Palabra. Madrid. 1997.

[34] Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe. Revista ECCLESIA, 2620 (1993) 40-43.

[35] ANTONIO MONTEBELLI: Guía de los métodos naturales, 5ª, I.  Ed. Ciudad Nueva. Madrid. 1996.

[36] JOSÉ ANTONIO SAYÉS: Antropología y moral, VI, 1.  Ed. Palabra. Madrid. 1997.

[37] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2363

[38] ANDRÉ LÉONARD: La moral sexual explicada a los jóvenes, III, 9.  Ed. Palabra. Madrid. 1994.

[39] ANDRÉ LEONARD: La moral sexual explicada a los jóvenes, IV, 4,19.  Ed. Palabra. Madrid. 1994

[40] ANA MERCEDES RODRÍGUEZ y Mª TERESA GUTIÉRREZ: Regulación natural de la natalidad,I. Ed. Ciudad Nueva. Madrid. 1992.

[41] Fabricado por ORCOSÁN, S.A., Av. Castilla nº 32, nave 27. - 28850-San Fernando de Henares.

[42] Diario ABC de Madrid, 12-X-88, pg. 54

[43] Dr. JOHN BILLINGS: Regulación natural de la natalidad. Ed. Sal Terrae. Santander, 1975

[44] Diario YA, 25-VI-85, pg. 33

[45] Boletín  WOOMB: 14-X-1994

[46] BALTASAR PÉREZ ARGOS, S. I.: Revista ROCA VIVA, 345 (VI-97) 250.

[47] Diario YA, 31-V-84, pg. 41

[48] Diario Montañés, 12-VIII-89, pg. 34

[49] Diario YA, 22-III-90, pg. 15

[50] Provida Press, 17-V-99; Il Tempo, 28/5/99. ZENIT, News Agency del 29-V-99.

[51] Provida Press, 25-I-2001: http://www.ctv.es/USERS/provida

[52] Revista FAMILIA CRISTIANA, 3(III-95)10

[53] Diario EL MUNDO del 1-X-2001, pg.29.

[54] Diario ABC de Madrid del 18-VIII- 1994, pg. 60

[55] Diario LA RAZÓN del 6-III-2002, pg, 28

[56] Boletín informativo del Vaticano en INTERNET: ZENIT, 980303-4

[57] INGRID TROBIACH: La alegría de ser mujer, III, 9. Ed. Sal Terrae. Santander, 1977

[58] PABLO VI: Encíclica Humanae vitae, nº 25

[59] JUAN PABLO II: Familiaris consortio, nº 31 y 33

[60] ANDRÉ LÉONARD: La moral sexual explicada a los jóvenes, III, 9.  Ed. Palabra. Madrid. 1994.

[61] JOSÉ RATZINGER: La sal de la Tierra, II,12.  Ed. Palabra. Madrid.1997.

[62] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1520

[63] Concilio de Trento: DENZINGER: Magisterio de la Iglesia., nº 909.  Ed. Herder. Barcelona.

[64] Acta Apostolicae Sedis 65(1973)5-9

[65] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2299

[66]  Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1514

[67] ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: Teología de la salvación, 3ª, I, nº 179. Ed. BAC. Madrid

[68] Carta de Santiago, 5:14

[69] ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: Teología de la  salvación, 3ª, I, nº 181. Ed. BAC. Madrid

[70] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1515

[71] Concilio Vaticano II:Sacrosantum Concilium: Constitución sobre la Sagrada Liturgia, nº 73

[72] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1004, 2

[73] ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: Teología Moral para seglares, 2º,2ª,V,400,4º,c. Ed.BAC.Madrid

[74] DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, nº 315.  Ed. Herder. Barcelona

[75] LEO J. TRESE: La fe explicada, 3º, XXIII. Ed. Rialp. Madrid, 1981

[76] ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: Teología de la salvación, 3ª, I, nº 188. Ed. BAC. Madrid

[77] ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: Teología de la salvación, 3ª, I, nº 190. Ed. BAC. Madrid

[78] MICHEL: Los misterios del más allá, II, 33. Ed. Dinor. San Sebastián

[79] Nuevo Código de Derecho Canónico, nº 1176, 3