67,10. Una obra de caridad muy actual es la donación de órganos para trasplantes. «La donación de órganos, después de la muerte, es un acto noble y meritorio, que debe ser alentado» [105] .

Donar el cadáver para que otra persona pueda recibir un órgano aprovechable es una obra de caridad que deberíamos hacer todos.

Gino Concetti, en el Osservatore Romano, comúnmente conocido como «el periódico del Papa», 27 de Octubre de 1997, afirma:  «la donación de órganos es sin duda un gesto de caridad heroica –explica el teólogo–. Quien lo realiza se conforma más íntimamente a Cristo, que dio su vida en rescate por todos»[106] .

 

Sería bueno llevar junto al Documento Nacional de Identidad, un papel firmado donde se haga donación de todo órgano aprovechable después de nuestra muerte.

Actualmente se puede solicitar la tarjeta de donante en las Residencias y Ambulatorios de la Seguridad Social. Esto facilita la gestión, pues el donante figura en los archivos de la Seguridad Social.

 

«Cuando se trata del trasplante del corazón, se requiere con absoluta necesidad que la persona cuyo corazón va a ser trasplantado esté realmente muerta. (...) De lo contrario, los operadores cometen un homicidio»[107] .

Por eso es obligatorio legalmente, antes de extraer el órgano al donante, asegurarse de que está cerebralmente muerto, para lo cual se le hacen tres encefalogramas, espaciados por seis horas cada uno; y los tres deben estar planos.

 

Si la donación es en vida, deben darse algunas condiciones[108] :

a) que el donante lo otorgue libre y responsablemente, después de haber sido suficientemente informado.

b) que las garantías de éxito sean proporcionales a los inconvenientes para el donante.

c) que el órgano sea doble o regenerable: como la sangre.

 

«Exceptuados los casos de prescripciones médicas, de orden estrictamente terapéutico, las amputaciones, mutilaciones o esterilizaciones directamente voluntarias de personas inocentes son contrarias a la ley moral»[109] .

 

 

67,11. La Patria debe ser para ti la cosa más grande después de Dios y de la Religión.

Patria no es sólo el territorio en el que se ha nacido. Abarca también un entramado de ideas, historia, tradiciones, costumbres, religión, etc., que identifican la personalidad de un pueblo.

«Para un soldado cristiano el morir por la Patria es un acto sublime de caridad. Si mueres por la Patria en gracia de Dios, tendrás gran mérito y poco purgatorio»(P. Vilariño, S.I.).

La Patria debe ser amada y defendida por los ciudadanos, incluso con la pérdida de la vida[110] .

«Los que se dedican al servicio de la Patria en la vida militar, son servidores de la seguridad y de la libertad de los pueblos»[111] .

«Los poderes públicos tienen el derecho y el deber de imponer a los ciudadanos las obligaciones necesarias para la defensa nacional»[112].

«Los poderes públicos atenderán equitativamente el caso de quienes, por motivos de conciencia, rehusan el empleo de las armas. Éstos siguen obligados a servir de otra forma a la comunidad humana»[113] .

 

El amor a la Patria es uno de los amores más puros y más dignos que puedes encerrar en tu pecho. «Cultiven los ciudadanos con magnanimidad y lealtad el amor a la Patria, pero sin estrechez de espíritu, de suerte que miren siempre también por el bien de toda la familia humana»[114] .

«El amor a la Patria es legítimo, como es legítimo el amor al hogar y a la propia madre. Es, mejor, una exigencia ineludible de todo corazón bien nacido. El que desprecia a su madre o desprecia a su hogar es un descastado. El que desprecia a su Patria o la injuria es también un mal nacido. El cristianismo prescribe y fomenta el amor a la Patria y lo sobrenaturaliza. El amor ordenado a la Patria es un deber moral para todo cristiano»[115] .

Todos debemos esforzarnos por el engrandecimiento de la Patria con nuestro servicio, con nuestra colaboración, con nuestro trabajo y hasta con el sacrificio de la vida, si esto es necesario para defenderla, cuando está en peligro[116] .

Nuestros deberes para con la Patria son: amarla, defenderla, cumplir sus leyes y contribuir al bien común[117] .

Debemos estar orgullosos de nuestra Patria. De sus cualidades y de sus virtudes. Pero también debemos darnos cuenta de los defectos de nuestra raza, y trabajar para corregirlos; contribuyendo así a su engrandecimiento.

No debemos ser fanáticos nacionalistas creyendo que lo nuestro es siempre lo mejor. Pero tampoco ingenuos admiradores del extranjero, creyéndolo siempre y en todo superior[118] .

 

Para un español católico uno de los mayores valores de nuestra patria es su vinculación con el catolicismo.

Empezó con la conversión del rey Recaredo, en Toledo en el siglo VI.

Durante los siete siglos de la reconquista, lo que aglutinó a los españoles fue la lucha contra el Islam.

Lo que motivó a Isabel la Católica a colaborar en la empresa del Nuevo Mundo fue la cristianización de aquellos infieles, como ella dejó escrito en su testamento.

España hizo un enorme esfuerzo para civilizar Hispanoamérica, mandando allí hombres excepcionales que hubieran hecho aquí una gran labor.

Según Pedro Borges, Profesor de la Universidad Complutense de Madrid, «el nivel de alfabetización al que llegaron muchos guaraníes y aztecas fue superior al de los españoles de Castilla».

Y Julián Marías, miembro de la Real Academia Española, y uno de los pensadores más lúcidos de la actualidad, afirma que las universidades fundadas por España en América fueron muy anteriores a las fundadas en América del Norte.

También se levantaron maravillosas catedrales en Santo Domingo, Méjico, Puebla, Oaxaca, La Habana, Quito, Lima, Arequipa, Cuzco, Santiago, Buenos Aires y muchísimas más.

Pero, sobre todo, el gran exponente representativo de la conciencia cristiana de los españoles fue el mestizaje, típico de Hispanoamérica, nacido del convencimiento de que todos los hombres somos hermanos al ser hijos de Dios[119] .

Gracias a España la mitad de los católicos del mundo está en Hispanoamérica.

Lo que movió, principalmente, a Felipe II a intervenir en Europa fue la defensa del catolicismo.

Muchas ciudades y universidades españolas hacían el voto de defender hasta la muerte la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen siglos antes de que Pío IX declararse el dogma en 1854.

Últimamente se habla mucho de las dos Españas: la católica y la anticlerical. Pero la gran mayoría de los españoles tienen un fondo católico.

Hoy se declara católico el 90% de los españoles[120] 

 

Conocida es la actitud de los Testigos de Jehová hacia la Patria y la bandera. Rehúsan hacer el servicio militar porque dicen que no creen en más Patria que la de Dios; niegan saludar a la bandera, porque, según ellos, este saludo constituiría una forma de adoración religiosa...¡Valiente barbaridad!

El saludo a la bandera es un acto de contenido patriótico, que no tiene nada de religioso[121] . Para otros, la bandera no significa nada.

La bandera no es un trapo desplegado al viento: es el símbolo de nuestra historia, de nuestras tradiciones, de nuestras virtudes y de nuestros ideales.

 

 

67,12. Las leyes civiles, moralmente justas, ordenadas al bien común, obligan en conciencia. Pero no obliga la ley injusta que va contra la razón, contra la conciencia o contra Dios[122] .

«Cuando las autoridades públicas, excediéndose a sus competencias, oprimen a los ciudadanos, es lícito, a éstos, defender sus derechos y los de sus conciudadanos contra el abuso de esa autoridad, guardando los límites que señala la ley natural y la evangélica»[123]: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres»[124].

Algunos gobiernos de hoy, con sus leyes, más que defender la moralidad pública y estimular el comportamiento moral, lo que hacen es autorizar con las leyes los comportamientos inmorales, por ejemplo, el aborto.

No se preocupan de lo que se debe hacer, sino de autorizar lo que se hace. Estamos en una sociedad permisiva.

Por respeto a la libertad se permite todo, sin preocuparse de orientar la libertad al bien común[125] .

 

«El papel de la ley civil no estriba en la legalización de lo que ocurre en la sociedad. Menos aún ha de regularse siguiendo únicamente intereses electoralistas. (...) Una ley “democrática” no equivale a ley “justa”. Por lo tanto, aceptar la democracia no significa considerar justa cualquier ley aprobada por una mayoría parlamentaria»[126].

 

«El hombre se realiza en sociedad. Es un ser sociable y social. Dios lo ha hecho así. Por eso tienen que darse normas y haber autoridades al servicio del funcionamiento de las sociedades... La autoridad es, por consiguiente, un servicio para la comunidad, no un privilegio para el que la ejerce. Y, si es legítima, viene en última instancia de Dios. Es decir, la obediencia, bien entendida, termina en la voluntad de Dios... Por supuesto, toda autoridad es limitada, tiene un determinado ámbito de actuación. Si mandase fuera de esos límites no hay lugar a la obediencia»[127] .

«Dios ha querido que los hombres vivamos en sociedad. La organización social facilita el desarrollo del hombre. En toda sociedad hay autoridades que dan leyes, y hacen que estas leyes sean cumplidas. Todos los ciudadanos tienen el derecho y el deber de elegir por votación a los gobernantes que consideren más capacitados para conseguir el bien de la sociedad. El cristiano tiene el deber de elegir responsablemente a quienes le parece mejor van a servir al bien común. El bien común se realiza plenamente sólo cuando todos los ciudadanos están seguros de sus derechos. Los cristianos han de cooperar con todas sus fuerzas a promover el bien común.  Es deber también de los cristianos preocuparse por la paz, la justicia y la unión entre todos los hombres, y trabajar, en la medida de lo posible, para lograrlo»[128] .

«Los que ejercen una autoridad, deben ejercerla como un servicio»[129] .

«El ejercicio de los derechos políticos está destinado al bien común de la nación y de toda la comunidad humana»[130] .

«Los católicos, peritos en asuntos públicos, y firmes, como es debido, en la fe y en la doctrina cristiana, no rehúsen desempeñar cargos públicos, ya que por ellos, bien administrados, pueden procurar el bien común y preparar el camino del Evangelio»[131] .

 

El 28 de septiembre de 1989 la Comisión Permanente del Episcopado Español publicó un documento con ocasión de las próximas elecciones titulado Responsabilidad cristiana ante las elecciones generales .

En él se advierte el deber moral de votar para colaborar al bien común, y añadían que el voto hay que darlo con responsabilidad, apoyando al partido que mejor defienda el tipo de sociedad que esté de acuerdo con los valores de la propia conciencia.

 

D. Gabino Díaz Merchán, Presidente de la Conferencia Episcopal Española, en la apertura de la XLIII Asamblea Plenaria, dijo: «La libertad de opción política, no significa que el cristiano pueda comprometerse en el terreno socio-político sin tener en cuenta los criterios que dimanan de su fe»[132] .  

 

En febrero de 1977 la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española publicó una nota en la que decía que la Iglesia debe mantenerse independiente respecto a los distintos partidos políticos, pero los cristianos deben excluir su apoyo a aquellos partidos o programas que sean incompatibles con la fe.

En cuanto a los sacerdotes y religiosos dice que, como cualquier ciudadano, tienen derecho a asumir sus propias opciones políticas; pero no deben asumir funciones de militancia activa ni de liderazgo en los partidos políticos.

Si en circunstancias concretas y excepcionales el bien de la comunidad exige tales compromisos, se ha de obtener previamente el consentimiento del Obispo, consultado el Consejo Presbiteral y, si el caso lo requiere, también la Conferencia Episcopal[133] .

 

«El pensamiento religioso y el pensamiento político-económico parecen moverse en dos planos distintos.

»Daniel Villey ha escrito: “El Catolicismo no es una doctrina económica: es una religión.

»Un católico es un hombre que reza sus oraciones, que confiesa sus pecados ante un sacerdote para que éste se los perdone en nombre de Dios, que recibe la Eucaristía, que cree que el Espíritu Santo está presente en la Iglesia Romana, y que espera el reino de Dios. (...)

»El contenido del mensaje cristiano es la salvación de las almas, no la organización de las sociedades”.

»Pero, por otra parte, (...) hace unos años un prelado francés decía: “Transmitir el mensaje evangélico al mundo actual implica que la iglesia tome partido sobre problemas temporales”. (...)

»A través de la Historia, muchos eclesiásticos y pensadores cristianos han intervenido en política, y el resultado, en conjunto, ha sido bueno.

»No todas sus actuaciones han sido acertadas, se han equivocado, a veces, en estos problemas complicados y opinables, como se equivocan también en ellos los no cristianos. (...)

»Es cierto que del Evangelio se desprenden normas que han de influir en toda la conducta del hombre. La vida política, económica y social de los pueblos cristianos será distinta de la de los pueblos a los que no llegó la influencia del cristianismo»[134].

 

«La Iglesia Católica y las demás Iglesias Cristianas no deben ligarse a ningún programa económico. Pero el cristiano tiene la obligación moral de contribuir, dentro de sus posibilidades, al bien de los hombres y, por lo tanto, a la buena marcha del mundo.

»Esta obligación será más o menos grave según la situación y la inteligencia de cada uno.

»Para el hombre moderno que haya alcanzado cierto desarrollo intelectual, esta obligación incluirá, probablemente, la de escoger un determinado sistema político, económico y social, y propugnarlo. (...)

»El mejor sistema económico será el que asegure a los hombres el mayor bienestar material y la mayor libertad.

»Es decir, el que determine la mayor producción de bienes, la distribución menos desigual de los mismos, y la menor coerción de las autoridades sobre las ideas y las actividades de los ciudadanos»[135].

 

Pero lo más importante es la ideología.

Por eso Monseñor Gea Escolano, Obispo de Mondoñedo-El Ferrol, en una carta dirigida a sus diocesanos, con motivo de las elecciones, les decía que es natural que un católico no apoye a un partido que atenta contra la doctrina católica.

 

«La Iglesia recuerda que el aborto debe condicionar el voto de los católicos. (...) Aunque ningún partido político de los que concurren a las elecciones lleva un programa claro para proteger la vida humana (...), el católico debe votar a aquellos que ofrecen más posibilidades de no hacer más mal»[136].

 

«La fe debe iluminar con su luz la política, como actividad de los hombres; lo cual no quiere decir que la Iglesia, como comunidad de fe, deba ACTUAR EN POLÍTICA, SINO QUE CON SU MAGISTERIO doctrinal, a la luz de la fe, ha de iluminar las actitudes políticas y decir cuáles son o no conformes con la doctrina de la fe»[137] .

 

La Iglesia es por naturaleza apolítica.

Pero tanto la Iglesia como el Estado deben buscar el bien integral de los individuos.

Cada cual en su esfera.

Si esto se hace correctamente, no tiene que haber conflictos.

Si el Estado no respeta los bienes espirituales de la persona humana, la Iglesia tiene obligación de denunciarlo.

 

«La religión no se puede separar de la política, porque si la política es el arte de bien gobernar, la religión no puede desentenderse de ese gobierno del cual depende la prosperidad material y religiosa. (...) En este sentido, la política no es sólo un derecho, sino un deber inalienable de la Iglesia y de todos los ciudadanos, que están obligados a procurar el bien común de la sociedad»[138] .

 

La Iglesia quiere que los seglares católicos estén presentes en la vida política para ofrecer a la sociedad los valores cristianos que la hagan más humana, justa y solidaria.

 Una sociedad que vive de espaldas a Dios, se vuelve contra el hombre[139].

 

«La Iglesia alaba y tiene como digna de consideración la obra de aquellos que para servicio de los hombres se consagran al bien del Estado, y aceptan las cargas de este deber[140]

 

«Sólo el abandono de los deberes ciudadanos explica que pueblos eminentemente católicos estén dominados por un puñado de hombres anticatólicos»[141] .

 

«El cristiano no debe someter su conciencia a las imposiciones del partido en que milite»[142] .

 

«Los cristianos al ejercer el derecho del voto tienen obligación de elegir aquellos partidos y aquellas personas que ofrezcan más garantías de favorecer realmente el bien común considerado en toda su integridad...

»El bien común no puede reducirse a los aspectos materiales de la vida, con ser éstos de primera importancia.

»La concepción cristiana del bien común incluye también otros aspectos culturales y morales»[143] .

 

«Es gravísimo deber de los católicos votar a los candidatos que ofrezcan mayores garantías sobre la defensa de los derechos de Dios y de la Iglesia, y cometerían fácilmente pecado mortal votando a los indignos, o absteniéndose de votar, con peligro de contribuir al triunfo de los candidatos anticatólicos»[144] .

 

El 29 de mayo de 1986 la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano, publicó una Instrucción sobre la libertad cristiana y liberación, donde dice: «La Iglesia tiene la firme voluntad de responder a las inquietudes del hombre contemporáneo sometido a duras opresiones y ansioso de libertades.

»La gestión política y económica de la sociedad no entra directamente en su misión.

»Pero el Señor Jesús le ha confiado la palabra de la verdad capaz de iluminar las conciencias (nº 61).

»La misión esencial de la Iglesia, siguiendo la de Cristo, es una misión evangelizadora y salvífica.

»En esta misión la Iglesia enseña el camino que el hombre debe seguir en este mundo para entrar en el Reino de Dios. Su doctrina abarca todo el orden moral...

»La Iglesia quiere el bien del hombre en todas sus dimensiones: en primer lugar como miembro de la Ciudad de Dios, y luego como miembro de la ciudad terrena (nº 63).

»La Iglesia no se aparta de su misión cuando se pronuncia sobre la promoción de la justicia en las necesidades humanas. Sin embargo procura que su misión no se reduzca a ella (nº 64).

»La Iglesia es fiel a su misión cuando se opone a los intentos de instaurar una forma de vida social de la que Dios está ausente, y cuando emite su juicio acerca de los movimientos políticos que tratan de luchar contra la miseria y la opresión según teorías y métodos de acción contrarios al Evangelio» (nº 65).

 

Conviene advertir que el marxismo es esencialmente ateo.

Así lo afirma Gregorio R. de Yurre, Profesor de Filosofía en la Facultad de Vitoria, conocido marxólogo, autor de varios libros sobre marxismo. Dice él que el ateísmo es tan esencial al marxismo como la divinidad de Cristo lo es para el cristianismo[145] .

«Los fieles que profesan la doctrina marxista y anticristiana de los comunistas y, sobre todo, aquellos que la defienden y propagan, incurren, de pleno derecho, como apóstatas de la fe católica»[146] .

 

Por eso la Comisión Permanente del Episcopado Italiano ha dicho: «No se puede ser a la vez cristiano y marxista»[147] , porque «la adhesión al comunismo es una apostasía de hecho»[148] .

«El comunismo no deja lugar para ninguna religión»[149].

 

«El comunismo no se limita a negar a Dios, lo combate. El ateísmo marxista, como ha observado el mismo

»Lenin, es una consecuencia directa e inevitable del materialismo dialéctico, parte esencial de la concepción comunista del mundo»[150] .

 

El padre jesuita Bartolomé Sorge, doce años director de la Revista Civiltá Cattolica, autorizado portavoz oficioso del Vaticano, y profundo conocedor de la problemática social de nuestro tiempo, ha publicado un libro titulado La opción política del cristiano, donde dice: «El marxismo es esencialmente ateo. Marx fue un ateo absoluto.

»En sus obras ataca toda religión, considerándola como una enfermedad del espíritu alienado.

»A lo largo de la historia el marxismo ha sido ateo.

»Más aún, del ateísmo de Marx, se pasó con Lenin al antiteísmo, a la lucha feroz contra la religión.

»Todavía hoy, dondequiera que el marxismo está en el poder, la religión es impedida... En algunas naciones los marxistas se han atraído a los cristianos para lograr ventajas políticas y electorales, pero el marxismo sigue siendo radicalmente ateo.

»Por eso la Comisión Episcopal italiana dice: “No se puede ser simultáneamente cristiano y marxista”»[151] .

 

El cardenal Bennelli, arzobispo de Florencia, en unas declaraciones al diario madrileño El País, dijo a propósito de los cristianos que votan comunista: «Lo hacen porque no conocen el marxismo o no conocen el cristianismo»[152] .

 

Un decreto del Santo Oficio del 1º de julio de 1949, excomulga, como apóstatas de la fe católica, a los que profesan la doctrina materialista y anticristiana de los marxistas.

 

El marxismo ha sido condenado repetidamente por la Iglesia.

Pío XI dice en la Quadragessimo anno (nº 120): «Nadie puede ser a la vez buen católico y verdadero socialista». Y en la Divini Redemptoris (nº 22): «El comunismo es, por su misma naturaleza, totalmente antirreligioso». El comunismo es intrínsecamente malo».

 

En mayo de 1971 Pablo VI dijo en su carta apostólica Octogessima adveniens: «Hoy día muchos cristianos se sienten atraídos por las corrientes socialistas... (pero) el cristiano que quiere vivir su fe, no puede adherirse, sin contradecirse a sí mismo, a sistemas ideológicos que se oponen radicalmente a su fe»[153] .

Hasta el mismo profesor socialista Enrique Tierno Galván, afirmó que «no es compatible ser católico y ser marxista»[154].

 

Recientemente ha aparecido en la Iglesia la Teología de la Liberación que ha sido muy bien recibida en algunos sectores por lo que tiene de cristiano «la opción por los pobres».

 

Pero algunos han entendido este ideal cristiano en clave marxista.

«El Evangelio de Jesucristo es un mensaje de libertad.(...) La liberación de Cristo es, ante todo, liberación de la esclavitud del pecado. (...)

»Es importante no confundir “liberación salvífica!” con “liberación humana”.

»Por ello son inaceptables determinadas “teologías de la liberación” basadas en filosofías de corte marxista, las cuales reducen la liberación cristiana a mera liberación de estructuras sociales injustas»[155].

 

Leonardo Boff, uno de los promotores de la teología de la liberación, exhorta a la «utilización del marxismo»[156] .

Por eso, otros sectores de la Iglesia Católica han presentado sus reparos a los teólogos de la liberación.

 

La Sagrada Congregación de la Fe publicó en 1984 una Instrucción sobre la Teología de la Liberación, titulada Libertatis nuntius, en la que dice que ciertas formas de ésta, recurren a conceptos marxistas que implican riesgos de desviación ruinosos para la fe y para la vida cristiana[157] .

 

Dice el Cardenal Ratzinger en su obra La sal de la Tierra que la Teología de la Liberación no ganó a los que iba dirigida, pero les apartó de la Iglesia Católica.

Eso explica la masiva emigración a las sectas «que les ofrecen un refugio religioso»[158] . 

 

Recientemente Frei Betto, que durante años ha sido uno de los personajes símbolo de la Teología de la Liberación, ha dicho en el periódico italiano Avvenire que «la Teología de la Liberación se ha congelado»[159] .

 

Por otra parte, el marxismo ha fracasado totalmente en su doctrina social. Después de setenta años de comunismo, el pueblo ruso no ha salido de la miseria. Allí sólo vivían bien los afines al gobierno.

 

El nivel de vida del pueblo de los países sometidos al marxismo en el este europeo ha sido muy inferior al nivel de vida del pueblo de los países del occidente europeo.

Para sacar a su pueblo de la miseria, Gorbachov ha pedido ciento cincuenta mil millones de dólares a los países capitalistas[160] .

 

Este fracaso del marxismo ha sido un golpe mortal para la Teología de la Liberación.

El Cardenal Ratzinger dijo en un encuentro de los Presidentes de las Comisiones Episcopales de América Latina para la Doctrina de la Fe, celebrado en Guadalajara (Méjico), que la caída del marxismo en el Este europeo fue «el ocaso de los dioses» para la Teología de la Liberación, al aparecer a los ojos del mundo el horror de los países que habían estado dominados por el marxismo.

 

Quizás venga bien decir aquí algo sobre la masonería.

   «La masonería, es una sociedad secreta de corte esotérico y ocultista, condenada por la Iglesia, aunque simula lo contrario, que persigue la destrucción de la civilización cristiana, comenzando primero con la Iglesia Católica y continuando con otras creencias cristianas; así como también de toda norma, principio o institución basados en el cristianismo, para sustituirlos por una civilización pagana y una pseudo-religión también pagana»[161].

 

Las Logias del Gran Oriente de España propusieron a las Cortes Constituyentes de la República Española que en la Constitución de la República se incluyesen, entre otras, las siguientes disposiciones:

- Romper las relaciones diplomáticas con el Vaticano.

- Prohibir toda manifestación de índole religiosa en la calle.

- Incautación de los bienes de la Iglesia dedicados a la beneficencia.

- Nacionalización de todos los bienes de las Órdenes Religiosas.

- Expulsar o exclaustrar a todos los religiosos de ambos sexos.

- Incapacitación legal de los sacerdotes para ejercer la enseñanza. Etc., etc.[162] 

 

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid publicó una tesis doctoral, a base de documentos del Archivo de Simancas, donde se transcriben artículos que las logias masónicas de España enviaban a los periódicos durante la República (1931-1936) calumniando a la Iglesia Católica e incitando a la quema de conventos y matanza de curas y monjas[163] .

 

Manuel Guerra, máximo experto español en sectas, ocultismo y satanismo, Profesor en la Facultad Teológica del Norte de España en Burgos, y autor del monumental Diccionario Enciclopédico de las sectas, (Ed. BAC, 2001), dice que en el ritual de iniciación del grado 29º de la masonería «el iniciado pisa y escupe sobre un crucifijo»[164].

 

El historiador republicano Claudio Sánchez Albornoz dice que la expulsión de los jesuitas de España por obra del gobierno de Azaña «consiguió evitar la disolución de las órdenes religiosas, entregando sólo a los jesuitas al paladeo de los masones»[165].

 

Por eso la Iglesia prohibe que los católicos se hagan masones:«La masonería es contraria a la doctrina católica, y pecan gravemente los fieles que la profesan»[166] 

 

Según la Declaración de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe del 26-XI-83 está prohibido que un católico se inscriba en la masonería, y el que lo haga está en pecado grave y no puede acercarse a la comunión porque «es una afiliación incompatible con la fe católica»[167] .

 

  «Se mantiene, inmutable el juicio negativo de la Iglesia respecto a las asociaciones masónicas, ya que sus principios han sido considerados siempre inconciliables con la doctrina de la Iglesia y por ello la adscripción a las mismas permanece prohibida. Los fieles que pertenecen a las asociaciones masónicas están en estado de pecado grave y no pueden acceder a la Santa Comunión.

  Roma, en la sede de la Sagrada. Congregación para la Doctrina de la Fe, 26 de noviembre de 1983. Joseph Card. Ratzinger, Prefecto; Fr. Jérôme Hamer, O.P., Secretario».

 

«En el editorial de la revista italiana «La Civiltá Cattolica» del 19 de junio pasado se examina el tema de las relaciones entre los católicos y los masones. El punto de partida de la reflexión es una afirmación por parte del Gran Maestro italiano de los masones, Virgilio Gaito, según el cual el catolicismo y la masonería, como dos esferas concéntricas, pueden coexistir en la misma persona. De esa manera un católico no tendría dificultades en conciliar dentro de sí la fe cristiana y la pertenencia a la masonería.

»En cuanto a la afirmación de Gaito sobre la posibilidad de que un católico, hoy en día, comparta la fe católica y la pertenencia a la masonería el editorial no está en absoluto de acuerdo. La «Civiltá Cattolica» recuerda que en 1983 la Congregación para la Doctrina de la Fe declaró que el juicio negativo sobre la masonería todavía queda en pie. La declaración afirma que los principios de la masonería son incompatibles con la doctrina de la Iglesia y que, por tanto, un católico no puede ingresar en las filas de los masones. El editorial afirma que un católico que entra en la masonería para promover sus intereses personales o para facilitar su carrera, comete un pecado de falsedad y oportunismo. Sería todavía más grave, sigue el editorialista, que un católico entrara en la masonería siendo consciente de la doctrina de ellos.Los fieles que pertenezcan a asociaciones masónicas no pueden acceder a la sagrada comunión»[168].

El Papa León XIII publicó la encíclica Humanum genus en la que dice: «La masonería tiene como intento destruir los fundamentos del orden religioso (nº9). (...) Maquinan abiertamente la ruina de la Santa Iglesia (nº 2)».

Según el célebre historiador Ricardo de la Cierva, basándose en los testimonios de Manly Hall y Albert Pike, en la masonería hay ritos abiertamente satánicos[169].

 

Dos palabras también sobre los rosacruces. Su fundador fue masón.

    Dice el "Diccionario de las Religiones", dirigido por el Cardenal Paul Paupard[170]

«Es menos una secta religiosa que un sincretismo de origen gnóstico y alquímico, de tipo iniciático, que propone una síntesis del conocimiento de la naturaleza, del secreto de las fuerzas cósmicas, del misterio del tiempo y del espacio, o de los poderes místicos de las religiones o sabidurías de Egipto, de Babilonia, de Grecia y de Roma.

     La Antigua y Mística Orden de la Rosacruz (AMORC) se inspira además en el cristianismo».

 

 

67,13. Peca gravemente contra el quinto mandamiento quien se emborracha hasta perder el uso de la razón.

Lo mismo que no podemos privarnos de la vida, tampoco podemos privarnos de la razón.

Sería matar la personalidad, y esto no puede hacerse sin causa justificada, como sería anestesiar antes de una operación quirúrgica.

Cuando la borrachera no es completa, es decir, cuando no pasa de un «ponerse alegre», no es pecado grave. Pero hay que tener mucho cuidado, porque el que ha bebido demasiado tiene poco dominio de sí mismo y fácilmente comete pecados que sin haber bebido  no cometería. Por eso hay que saber beber con moderación y cortar a tiempo. Puede ser que borracho se hagan tonterías que no se harían si se estuviera sereno. No se es responsable de lo que se hace sin darse cuenta, pero el pecado se comete antes de emborracharse, cuando se daba uno cuenta de lo que se podía hacer borracho, y sin embargo, se emborrachó voluntariamente.

Lo mismo que el que va de noche junto a un precipicio, sin necesidad, y se despeña; el mal paso que le hizo caer lo dio sin querer, pero es responsable de su caída cuando, dándose cuenta del peligro, emprendió el camino sin necesidad.

El beber con exceso no sólo  ofende a Dios, sino que es también malo para la salud. El alcohol debilita la voluntad, destroza el sistema nervioso, lesiona el hígado y el cerebro, envenena la sangre, y dispone al organismo para multitud de enfermedades: tuberculosis, pulmonía, tifus, reúma, diabetes, etc. Por otra parte, es muy difícil que quien se da a la bebida lleve una vida moral, pues el alcohol atiza la lujuria.

 

 

67,14. Unas palabras sobre drogas. «El uso de las drogas, excepto por razones terapéuticas, es falta grave»[171] . Es muy triste que la juventud sea el campo abonado donde hacen su gran negocio los traficantes de drogas. Las drogas están haciendo estragos en la juventud. Esclavizan de tal modo que los adictos no pueden pasar sin la droga. Y como cuesta mucho dinero, lo sacan de donde sea, incluso robando y matando. Y terminan destrozando su salud, y con frecuencia en la cárcel. El hambre de drogas es insaciable; el cuerpo y el alma son sus esclavos. El drogadicto es un verdadero enfermo. No tiene más que un pensamiento, un deseo, una preocupación: la droga. Donde sea, como sea, sin freno, sin vergüenza, sin pensar.

Está dispuesto a no comer, a reducirse a un mal oliente, a prostituirse, a robar, a matar, con tal de poder procurarse la droga. El precio no le importa[172] .

El síndrome de abstinencia, el «mono», lleva a reacciones impensables a fin de conseguir la droga. El «mono» es algo que crece y crece, que no se detiene, que obliga  a quien lo sufre a cometer cualquier locura con tal de acabar con ese infierno, que enloquece al adicto y lo convierte en un ser radicalmente distinto, un ser al que no le importa nada ni nadie, al que no le preocupa otra cosa que conseguir más droga y «matar el mono»[173] .

En los Estados Unidos faltan plazas en los hospitales para tantos drogadictos como hay que internar. En Nueva York mueren mensualmente cien adolescentes por culpa de las drogas. Más que por todas otras causas juntas.

En España han muerto por las drogas sesenta personas en dos meses, y sólo en Barcelona, veintidós muertos por las drogas en una semana[174] . En Madrid mueren siete personas por sobredosis cada día[175] .Por eso, mucho cuidado.

Jamás tomar. Ni siquiera probar. Muchos empezaron por la tontería de probar, y luego se enviciaron y terminaron esclavos de la droga.

El conocido doctor Garrido Lestache, dijo por Radio Nacional de España, el 20 de agosto de 1984, a las doce y cuarto del mediodía, que el que empieza fumando porros, termina con la heroína. Esto está confirmado por  la experiencia, a pesar de lo que digan en contra algunos interesados en difundir el consumo de drogas.

 

Los traficantes a veces la regalan para que la juventud se aficione. Luego viene todo rodando. Si se empieza, se terminará haciéndose un desgraciado; quizás loco, y hasta muerto prematuramente hecho una piltrafa.

 

«Si la población conociera de verdad los efectos de las drogas que van deteriorando la personalidad de un modo progresivo, física y psíquicamente, si conociera de verdad la dificultad de salir del círculo de la droga-adicción, reaccionaría violentamente contra el consumo de drogas. Los fracasos de la terapéutica son muy numerosos; por eso los esfuerzos deben dirigirse no solamente para curar a los pacientes que ya han caído en la drogadicción, sino sobre todo en evitar que los sujetos lleguen a adquirirla»[176] .

El 12 de noviembre de 1979 oí en Radio Nacional de España en Protagonistas nosotros, un espacio sobre drogas a cargo del Dr. Monegal, especialista en problemas con drogadictos. Apunté las siguientes afirmaciones:

«El porro envenena gravemente. A veces, después, es muy difícil la desintoxicación. Los que piden la despenalización del porro, porque consideran a la marihuana inofensiva, tienen un absoluto desconocimiento científico de sus consecuencias biológicas y psíquicas. A veces se producen daños irreparables, sobre todo en el desarrollo de los adolescentes. La dependencia, es decir, la esclavitud de la droga, puede producirse con la primera dosis: depende de personas».

 «Se ha descrito una serie de trastornos y estados psíquicos (manifestaciones esquizofrénicas, maníacas y orgánicas agudas), relacionadas con el uso de la marihuana»[177] .

En otro programa sobre Drogas en Radio Nacional de España, a las 9 de la mañana, en Enero de 1979, dijo el Dr.Cajal, Catedrático de Psicopatología en la Facultad de Madrid: «Las actitudes permisivas siempre han favorecido la propagación de las drogodependencias».Oí decir a un drogadicto que cuando empezó pensaba inyectarse una vez al día, y después necesitó inyectarse cuatro o cinco veces al día[178] .

El Dr. Freixa, Catedrático de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Barcelona, dijo por Radio Nacional de España en el programa Protagonistas nosotros el 6 de Febrero de 1980: «Todos los drogadictos que han terminado esclavos de la heroína y con graves lesiones psíquicas, empezaron fumándose un porro con unos amigos».

Generalmente se empieza por curiosidad o por tirón del grupo, con el engaño de probar sensaciones nuevas, etc. y después viene la dependencia física que produce una alteración del metabolismo, que puede llevar a la muerte. Esto es muy frecuente.

 El drogadicto siempre es un enfermo. La droga modifica el psiquismo. Las drogas producen alteraciones psíquicas irreversibles aunque se cure la tendencia. El drogadicto pierde interés por todo lo que no sea la droga: ni familia, ni trabajo, ni sociedad, ni nada. Poco a poco se desmorona su personalidad y termina convirtiéndose en una piltrafa humana.

Alejandro Vallejo-Nájera, hermano del famoso psiquiatra Juan Antonio, que estuvo metido en el mundo de la droga, decía: «La droga es el infierno»[179] .

Acción Familiar ha editado un tríptico en el que sugiere a los padres cinco consejos para evitar que sus hijos se droguen.

1.- Hacer acogedor el ambiente familiar, armonizando la autoridad, que nunca debe faltar en el hogar, con el diálogo, la comprensión y la participación.

2.- Acostumbraos a escuchar a vuestros hijos, y no deis excesiva importancia a unas formas externas que son propias de la moda de cada época.

3.- Evitad tanto la sobreprotección como el ser «padres de paja», y educadles en una razonable austeridad, acostumbrándoles a soportar frustraciones.

4.- Más que sermones sobre los daños de la droga, dadles el ejemplo de vuestra sobriedad, especialmente en el uso que hacéis del alcohol, del tabaco y de los psicofármacos.

5.- Ofrecedles objetivos e ideales en lugar de nuevos medios de bienestar, de comodidad y de vida fácil, que hacen su voluntad débil ante el asalto de la droga. Estos cinco consejos están orientados a crear en el hogar un ambiente sano, que haga innecesaria la evasión por la droga. Recordemos que, según la Organización Mundial de la Salud, entre las causas predominantes de la drogadicción se hallan las circunstancias de tipo familiar: hogares desintegrados por el divorcio, padres sobreprotectores, padres sin tiempo para los hijos, falta de comunicación padres-hijos, etc.[180] .

«Los hijos que tienen mayor peligro en dejarse llevar de la toxicomanía son aquellos que tuvieron unos padres excesivamente duros o demasiado blandos que les dejaban hacer lo que querían; o padres que no prestaban atención alguna a sus hijos. (...)  Los padres han de vivir una vida de fe y esperanza alegres, en un ambiente de amor entre sí y para con los hijos. Y deben dar a sus hijos el testimonio de que, aunque haya que sacrificarse, cuando hay amor, ese sacrificio, no sólo no cuesta, sino que enriquece y desarrolla a la persona en su ser total. (...) Cuando un hijo se encuentra en ese ambiente, aunque en su vida tropiece con dificultades ante la droga, recurrirá a esa fuerza de voluntad que se ha creado en una educación integral.(...) Un ambiente familiar lleno de paz y de amor, inspirado en la comprensión y mutua ayuda, es el medio más eficaz para que los hijos se encuentren mejor dotados para poder hacer frente a los peligros de la droga»[181] .

 

 

67,15. Peca además contra este mandamiento el que escandaliza a otro, es decir, le enseña, le invita o le provoca a pecar;  ya sea con palabras, con su ejemplo, o haciéndole cómplice de los propios pecados[182] . El escándalo es un pecado gravísimo, porque hace perder al prójimo la vida de la gracia, que es mucho más preciosa que la vida del cuerpo.  El que escandaliza es un asesino de almas. 

«Se hacen culpables de escándalo los que manipulando la opinión pública la desvían de los valores morales»[183] .

Con la pública desvergüenza de algunas parejas, además de los pecados que cometen en su «trato libre», cometen también el pecado de escandalizar a muchas almas, que, al verlas, aprenden o son tentadas.

Y dijo Jesucristo, hablando de los que escandalizan, que más le valiera que los arrojaran al mar con una piedra de molino atada al cuello[184] , pues es grande el castigo que les espera en la otra vida. El que ha hecho daño espiritual a otro tiene obligación de reparar el daño según sus posibilidades. Debe procurar llevarle de nuevo al buen camino. Debe exhortarle con la palabra y el buen ejemplo. Debe orar por él[185] .

No se debe ser jamás un mal amigo. Los que arrastran al pecado  a sus compañeros hacen el oficio de Satanás. Y tú, mucho cuidado con los malos amigos o amigas. Huye de ellos como de la peste. Si no, acabarán por perderte y serás un desgraciado en esta vida y en la otra: una manzana podrida pudre a las que la rodean.

Para salvar a uno que se está ahogando hace falta saber nadar muy bien; si no, los dos se ahogarán. Para convertir a otro, hace falta tener mucho espíritu; si no, serás tú quien pierdas.  El consejo de un sacerdote experimentado te dirá lo que debes hacer.

Tenemos que transformar los ambientes. Pero para remar contra corriente hace falta tener mucha fuerza; si no, seremos arrastrados hacia abajo.

 

 

67,16. Son pecado grave contra el quinto mandamiento: el suicidio, el aborto provocado, el asesinato, el odio a muerte, las drogas, la borrachera hasta perder el uso de la razón, y el ser para otros ocasión de que comentan un pecado grave.

[105] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2301

[106] ZENIT, Boletín informativo del Vaticano en INTERNET: ZE971027-6.

[107] ANTONIO ARZA, S.I.: PREGUNTAS Y RESPUESTAS EN CRISTIANO, PG. 235.  Ed. Mensajero. Bilbao.

[108] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2296

[109] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2297

[110] DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, nº 1936a.  Ed. Herder. Barcelona

[111] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2310

[112]  Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2310

[113] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2311

[114] Concilio Vaticano II:Gaudium et Spes: Constitución  sobre la Iglesia en el mundo actual, nº 75

[115] VICENTE ENRIQUE TARANCÓN: La incógnita de la juventud, VII, 3. Ed. P.Y.L.S.A. Madrid

[116] Sobre deberes de los ciudadanos para con la Patria, merece leerse lo que dice el P. Royo, O.P. en su Teología Moral para Seglares, tomo 1º, nn. 860-70

[117] Catecismo: Texto Nacional, Tercer Grado, nº 250. Madrid

[118] EUSTAQUIO GUERRERO, S.I.: Revista  Razón y Fe, 163(II-61)183

[119] JULIÁN MARÍAS: sobre el cristianismo, III, 5.  Ed. Planeta-Testimonio. Barcelona. 1997.

[120] Diario EL PAÍS, 3-VIII-97, pg.10

[121] JUAN ANTONIO MONROY: Apuntando a la torre, XIII. Ed. Irmayol. Apartado 2001, Madrid. Este libro refuta muy bien los errores de los Testigos de Jehová, y puede servir para que ellos se den cuenta de lo disparatada que es su doctrina.

[122] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2242

[123] DOMÈNEC MELÉ: Cristianos en la sociedad, IX, 8.  Ed. Rialp. Madrid. 1999.

[124] Hechos de los Apóstoles, 5:29

[125] Revista ROCA VIVA, 336 (VIII,IX-1996) 339

[126] DOMÈNEC MELÉ: Cristianos  en la sociedad, IX,7.  Ed. Rialp. Madrid. 1999.

[127] BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE: Volver a lo esencial, XXV, 2. Ed. Tau. Ávila, 1985.

[128] Conferencia Episcopal Española: Ésta es nuestra fe, 2ª, III, 7, 2, f. EDICE. Madrid, 1986.

[129] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2235

[130] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2237

[131] Concilio Vaticano II: Apostolicam Actuositatem, nº 14.

[132] Revista  ECCLESIA, 2246(23-XI-1985)16

[133] Diario YA, 3-II-77, pg. 24

[134] LUCAS BELTRÁN: Cristianismo y economía de mercado, I.   Ed. Unión Editorial. Madrid. 1986.

[135] LUCAS BELTRÁN: Cristianismo y economía de mercado, II.   Ed. Unión Editorial. Madrid. 1986.

[136] Diario LA RAZÓN, 4-II-2000, pg. 23.

[137] ANTONIO ARZA, S.I.: Preguntas y respuestas en cristiano, pg. 104. Ed. Mensajero. Bilbao.

[138] ÁNGEL AYALA,S.I.: Formación de selectos, XXIV, 1, 1º.  Ed. Atenas. Madrid.

[139] BARTOLOMÉ SORGE, S.I.: La propuesta social de la Iglesia, 3ª,XII,1.  Ed. BAC. Madrid 1999.

[140] Concilio Vaticano II: Gaudium et spes, nº  75.

[141] ÁNGEL AYALA, S.I.: Formación de selectos, XXIV, 4.  Ed. Atenas. Madrid.

[142] Conferencia Episcopal Española: Los católicos en la vida pública, nº 74. Ed. PPC. Madrid, 1986.

[143] Conferencia Episcopal Española:Los cristianos en la vida pública, nn. 118-120. Ed. PPC. Madrid

[144] ANTONIO ROYO MARÍN,O.P.: Teología Moral para seglares, 1º, 2ª, III, nº869,3º.Ed.BAC.Madrid

[145] Revista SILLAR, 2(VI-81)104

[146] Acta Apostolicae Sedis del 2-VII-49. Pg. 334

[147] L’Osservatore Romano del 15-XII-75

[148] L’Osservatore Romano del 29-X-75

[149] Sputnik ateísta, pg.179. Moscú. 1961.

[150] FRANCISCO SKODA: L’Osservatore Romano del 10-X-80, pg. 7

[151] BARTOLOMÉ SORGE, S.I.: La opción política del cristiano, X. Ed. BAC Popular, nº 3. Madrid

[152] Diario EL PAÍS del  27-X-77, pg. 7

[153] PABLO VI: Octogessima adveniens, nº 26 y 31

[154] ENRIQUE TIERNO GALVÁN: ¿Qué es ser agnóstico?, Pg. 95.  Madrid. 1986.

[155] DOMÈNEC MELÉ: Cristianos en la sociedad, I,7,b.  Ed. Rialp. Madrid. 1999.

[156] JOSÉ LUIS IDÍGORAS, S.I.: Balance de la Teología de la Liberación. Revista Teológica Limense, 23(1989)331-351

[157] Sagrada Congregación de la Doctrina de la Fe: Libertatis nuntius, Introducción

[158] JOSÉ RATZINGER: La sal de la Tierra, II,2.  Ed. Palabra. Madrid.1997.

[159] ZENIT, Boletín informativo del Vaticano en INTERNET: ZE980522-1

[160] Diario YA, 17-VII-91, pg.52

[161]  ISABEL VIDAL: Revista ARBIL en INTERNET. http://www.ctv.es/USERS/mmori

[162] Revista ROCA VIVA:338 (XI-96) 479s

[163] JUAN ORDÓÑEZ: La apostasía de las masas. Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

[164] Diario LA RAZÓN, 13-XI-2002, pg.33

[165] VICENTE CÁRCEL:La gran persecución. Historia de cómo intentaron aniquilar a la Iglesia católica en España los socialistas, comunistas y masones, X.  Ed. Planeta+Testimonio. Barcelona..

[166] L'OSSERVATORE ROMANO: del 23-II-1985, pg.1

[167] ACTA APOSTOLICAE SEDIS, 76 (1984) 300

[168] ZENIT, SEMANA INTERNACIONAL: Boletín informativo del Vaticano en INTERNET del 26-VI-99.

[169] Diario LA RAZÓN, 8-V-2002, pg.34

[170] PAUL PAUPARD: Diccionario de las religiones. Ed. Herder. Barcelona 1987, pp. 1546-1547

[171] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica nº 2291

[172] BRUNO BISIO: Los efectos de las drogas, II. Ed. Mensajero. Bilbao, 1969

[173] Diario YA, 31-III-84, pg. 33

[174] Diario YA, 6-VIII-88, pg. 12

[175] Diario YA, 15-III-92, pg. 29

[176] Dr. R. ALCALÁ SANTAELLA: Diario YA  Dominical, 2-IV-78, pg. 27

[177] Revista IBÉRICA de Actualidad Científica, 127(I-73)44

[178] Entrevista por Radio Nacional de España, 12-I-77, a las 9 de la mañana

[179] JUAN ANTONIO VALLEJO-NÁJERA: La Puerta de la Esperanza, X. Ed. Planeta. Barcelona

[180] Dr. LUIS RIESGO: Diario de Cádiz, 11-XII-91, pg. 34

[181] ANTONIO ARZA, S.I.: Preguntas y respuestas en cristiano, pg.70.  Ed. Mensajero. Bilbao. 1982

[182] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2326

[183] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2286

[184] Evangelio de San Mateo, 18:6

[185] ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: Teología Moral para seglares, 1º, 2ª, III, nº 549.  Ed. BAC. Madrid