REDENCIÓN

 

33.- DIOS SE HIZO HOMBRE PARA REDIMIRNOS DEL PECADO Y DARNOS LA VIDA ETERNA.

 

33,1. Redimir del pecado es rescatar a precio. Desde el pecado original que cometieron Adán y Eva[1] , las puertas del cielo estaban cerradas y nadie podía entrar allí. Por los méritos de la Redención de Jesucristo se nos perdonan todos nuestros pecados y se nos abren las puertas del cielo.

La Biblia de la BAC del P. Manuel Iglesias, S.I. explica la frase de San Pedro (1ª 3:19) «fue a predicar a los espíritus encadenados» como el descenso de Cristo a la región de los muertos del Antiguo Testamento para comunicarles la buena noticia de la Redención.

 

Dios envió a su Hijo para redimir a los hombres[2] : «Habéis sido rescatados..., con la preciosa sangre de Cristo»[3]. «Habéis sido comprados a gran precio»[4] . «Él salvará a su pueblo de sus pecados»[5].  «Jesucristo se dio a sí mismo como rescate para todos»[6]. «El Hijo del Hombre vino a dar su vida para redención de todos»[7] . «Cristo  murió  por nosotros»[8] . San Pablo atribuye a la muerte de Cristo la reconciliación de los pecadores con Dios[9].

Cristo murió por todos[10] . «El Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo»[11] .

Y San Pedro dice que Jesús es «el único Salvador del mundo»[12] .

«Muchos» en la Biblia significa «todos»[13] .

 

Dios ha muerto por todos, pero para que la redención se aplique a cada hombre depende de que él quiera aprovecharse de ella[14] . Dijo San Agustín: «Dios que te ha creado sin ti, no te salvará sin ti».

La redenciópn es para todos. Pero cada uno debe poner de su parte. «Si nosotros no recibimos la vida sobrenatural, o si habiéndola recibido la perdemos, y morimos sin ella, no nos salvaremos»[15] .

Pero para salvarnos hace falta creer en las verdades reveladas por Dios y hacer buenas obras: «El que creyere, se salvará; y el que no creyere, será condenado»[16] , «Si quieres entrar en la vida eterna, guarda los mandamientos»[17] .

 

33,2. Iba el filósofo franciscano irlandés Duns Scoto paseando por un camino y se encontró con un labrador que, sudoroso, hundía la reja del arado en la tierra dura. Empiezan a hablar de Dios. A las pocas palabras el labriego le interrumpe:

- ¿Me permite hacerle una pregunta?

- Vamos a ver.

- Dios lo sabe todo. Dios es infalible. No se puede equivocar.

En este instante Dios sabe si me voy a salvar o si me voy a condenar.

Ahora bien, si Dios sabe que me voy a salvar, por más que peque, me salvaré; en cambio, si Dios sabe que me voy a condenar, por más que me esfuerce, me condenaré. Por tanto, ¿para qué me voy a preocupar de hacer buenas obras?

- Dios conoce si te salvarás o condenarás, del mismo modo que conoce si este año recogerás una cosecha espléndida o lo perderás todo en una helada.

Según tu razonamiento, como Dios ya sabe lo que ocurrirá con tu cosecha, y Dios no se puede equivocar, es inútil que te esfuerces en arar y sembrar la tierra. Recoge tu arado, vete a tu casa y espera  a ver qué pasa.

Y abriendo su libro de rezos, siguió su paseo por el camino adelante.

El labriego se quedó sin saber qué decir.

A pesar de la ciencia infalible de Dios, si  él  no  sembraba, era cierto que no re-cogería cosecha.

Y es que el recoger o no recoger cosecha, el que yo me salve o me condene, no ocurre porque Dios ya lo sabe; sino que Dios ya lo sabe desde ahora porque, de hecho, ocurrirá después.

 

Si tú dejas caer una piedra desde tu ventana, antes de que llegue al suelo, sabes que dará un golpe.

Efectivamente, a los pocos segundos oyes el golpe.

Pero el golpe no ocurrió porque tú lo sabías, sino que tú lo sabías porque de hecho iba a ocurrir necesariamente.

La diferencia está en que nosotros sólo podemos conocer el futuro cuando éste depende de las leyes físicas necesarias, en cambio, Dios conoce también el futuro de los seres libres; pues por Él no pasa el tiempo.

Dios conoce ya la película de tu vida, y sabe cómo va a terminar.

Pero la película la haces tú, libre y voluntariamente.

Saldrá lo que tú quieras.

 

Si yo veo grabado en vídeo un partido de fútbol, al que he asistido personalmente, sé de antemano el resultado, pero no por eso soy responsable de la goleada. Dios conoce mi futuro, pues para Él todo es presente; pero mi futuro depende de mí.

El que se condena es porque no ha querido cooperar a las gracias que Dios le ha dado: «os he llamado y no me habéis escuchado»[18] ; «tú eres culpable de tu perdición»[19] .

 

33,3. Preguntaron a un niño en la escuela:

- ¿Quién creó los demonios?

Respondió:

- Dios los hizo ángeles; pero ellos se hicieron demonios.

 

Bien respondido. Lo mismo ocurre con nosotros.

Dios nos crea para el cielo; pero nosotros nos hacemos merecedores del infierno, si morimos en pecado.

 

Dios no te condena. Eres tú quien te condenas por no cumplir.

Lo mismo que no es correcto decir que el profesor suspende. Es el alumno el que se suspende al responder mal.

El profesor justo lo único que hace es declarar que el alumno está mal preparado.

Lo mismo Dios. Él te crea para que te salves, desea que te salves; pero si no cumples, tendrá que declarar que no eres apto para la salvación, sino para el infierno.

 

34.- JESUCRISTO NOS REDIMIÓ OFRECIENDO EL SACRIFICIO DE SU VIDA EN LA CRUZ, para perdonarnos nuestros pecados y devolvernos la gracia y amistad de Dios.

 

34,1. La muerte de Jesucristo clavado en la cruz es el hecho más grande que ha visto la historia.

 

Para la reparación del género humano, en plan de justicia estricta y perfecta (condigna), fue absolutamente necesario la Encarnación y Redención de Cristo[20] .

La ofensa aumenta con la dignidad del ofendido.

Al ser el pecado ofensa a un Dios infinito, su malicia es infinita.

No podía reparase por un  mero hombre.

Por eso Dios se hizo hombre para ser Hombre-Dios y así reparar la ofensa del hombre[21] .

Las obras que hizo Jesucristo como hombre las asumió su persona divina, por lo tanto son de valor infinito[22] .

 

«Jesús es Dios y hombre. En cuanto Dios, todas sus acciones, incluso las acciones humanas más pequeñas, tienen un valor infinito. En cuanto hombre, hecho hermano nuestro y cabeza de la humanidad, puede ofrecer a Dios en nuestro nombre y en nuestro favor todo cuanto hace. De ahí que ofrezca su obediencia hasta la muerte de cruz como reparación de nuestra desobediencia.

Y al hacer esto, Él mismo se convierte en reconciliación entre el Dios ofendido por la soberbia humana, y los hombres que son los ofensores. Por eso es su sangre derramada en la cruz la que pacifica todas las cosas»[23] .

«Por la humanidad de Jesucristo entra la Persona del Verbo en solidaridad con el género humano. Formamos con Él un todo. Él es uno de nosotros. Así puede verificarse la Redención satisfactoria. Nosotros ofendimos a Dios, y Él paga por todos. (...) Cristo es un eslabón que une lo sumo con lo ínfimo. Levanta la humanidad a las alturas de la divinidad y como que inclina la divinidad a nuestro barro»[24] .

Dice San Gregorio el Magno: «El haberse abajado Dios hasta la humanidad sirve para elevar al hombre hasta la divinidad»[25] .

 

    La gran prueba de la divinidad de Cristo es la resurrección, y para esto primero tenía que morir[26] . Pero la muerte en cruz fue para demostrar su amor a nosotros.

 

Dios pudo haber mandado al infierno a todos los hombres que hubieran pecado mortalmente; pero -por el mucho amor que nos tiene- no hizo eso, sino que, al contrario, quiso hacerse hombre para redimirnos. Y aunque hubiera bastado para esto una sola lágrima de sus ojos o una palabra de sus labios[27] , quiso sufrir tormentos tan espantosos y muerte tan cruel, para que veamos el valor de nuestra alma y tengamos horror al pecado, para darnos prueba de su amor a nosotros, y para servirnos de ejemplo en nuestros trabajos y penalidades.

 

Al Marqués de Comillas, que va camino de los altares por las muchas buenas obras que hizo al disponer de una gran fortuna, se le atribuyen estos versos:

Sufre, pues por ti sufrí.

Y cuanto adverso te viene,

sabe que así te conviene;

pues todo nace de mí.

Mi bondad me puso aquí.

Tu ingratitud me clavó.

Nadie como yo sufrió.

Y pues todo es por tu bien,

bebe una gota, por quien

un cáliz por ti bebió[28] .

 

34,2. Jesús quiere que correspondamos al amor que nos tiene. Por eso, en muchas de sus imágenes, nos enseña su corazón, pidiendo que nosotros le amemos también a Él y le consagremos y le dediquemos todos los actos de nuestra vida, principalmente los que más nos cuestan. El dolor y el sufrimiento son un tesoro, si se saben aprovechar para la otra vida ofreciéndolos a Dios.

La vida cristiana, aun en sus más mínimas acciones, posee una riqueza de valor inapreciable, debido a la unión de todo bautizado con Cristo, de cuya misión y méritos redentores participa.

Todo ese valor y precio puede ofrecerse a Dios para reparar los pecados y colaborar en salvar el mundo; y aun para conseguir de la omnipotencia de Dios gracias y favores en beneficio propio y ajeno.

 

El Apostolado de la Oración, es una Obra de la Iglesia que asocia a treinta y siete millones de personas, unidas en Cristo, para vivir los grandes intereses de su Reino, mediante el sincero ofrecimiento del valor redentor de todas sus acciones, sufrimientos, alegrías y oraciones.

La Dirección en España del Apostolado de la Oración está en Núñez de Balboa 115, 1º E. Madrid-28006, Telf.: 91 562 80 49. FAX: 91 562 17 85

Hay que santificar el trabajo. Hacer las cosas lo mejor que podamos, por amor de Dios.

El seglar no puede santificarse a base de largos rezos y tremendas penitencias. Algo debe rezar siempre, pero no podrá rezar mucho. Algo tendrá que sacrificarse siempre, aparte de los muchos sacrificios que la vida trae consigo.

Pero lo constante, lo que será de todos los días, y de todos los momentos de cada día, es hacer bien lo que se está haciendo; y eso para complacer a Dios, cumpliendo su santa voluntad. En esto ha de buscar el seglar su auténtica santidad[29] .

Para facilitarte el ofrecimiento de tus obras, te pongo en los Apéndices el Ofrecimiento de Obras del Apostolado de la Oración, que te recomiendo reces todos los días.

 

Este ofrecerte a ti mismo a Jesucristo, y contigo todas tus cosas, en correspondencia a su Amor Infinito y en reparación de los pecados y ofensas que continuamente recibe, se llama culto al Sagrado Corazón de Jesús.

Este culto, que lleva consigo la veneración de la imagen del Corazón Herido por la lanza del soldado, es un verdadero compendio de nuestra Santa Religión y el mejor modo de vivir nuestra fe, porque nos brinda la manera práctica de entregarnos a Cristo y al prójimo, amándolos de verdad y reparando los pecados.

 

La religiosidad popular, hoy revaluada, con su sentido concreto y sensible, encuentra en el corazón de Cristo el camino más fácil de llegar al amor de Dios.

La devoción al Sagrado Corazón no es una devoción más. Es la respuesta a Cristo porque me ama. Es toda una espiritualidad.

Tenemos que caer en la cuenta del amor enorme que nos tiene Dios. Por eso se hizo hombre, y murió por salvarnos. Por eso después de esta vida nos prepara otra maravillosa. Y ese amor lo simboliza en su Corazón.

¡Dios nos quiere como el mejor Padre! Sólo el cristiano llama Padre a Dios.

Veamos el amor de Dios en todas las circunstancias que nos rodean: buenas o malas. Confiemos plenamente en ese inmenso amor de nuestro Padre: «Corazón de Jesús, en Ti confío, porque creo que me amas»[30] .

Es muy consolador saber que Dios no me ama por mis méritos. Aunque es cierto que «obras son amores y no buenas razones», Dios lo que más desea es un corazón humilde, contrito y amante.

 

34,3. La devoción al Sagrado Corazón de Jesús, nos consigue grandes beneficios por Él prometidos; sobre todo nuestra salvación eterna, si comulgamos nueve Primeros Viernes de mes seguidos, como Él mismo prometió a Santa Margarita María de Alacoque.

El Papa Juan Pablo II, el 5 de Octubre de 1986, dijo en Paray le Monial que se siga difundiendo la práctica de los Nueve Primeros Viernes de mes, y que se ayude a los fieles a la participación en los sacramentos[31] .

La razón de la devoción de los Nueve Primeros Viernes de mes, podría ser que Cristo murió un Primer Viernes de abril[32] , y estuvo nueve meses en el seno de María. Se conmemoran así dos grandes hechos de la Redención: la Encarnación y la Muerte.

 

Es evidente que quien hace los Primeros Viernes y después, fiado de esta promesa, se dedica a pecar a sus anchas, se está burlando del Corazón de Jesús; y no parece éste el mejor camino para alcanzar el cumplimiento de la promesa. Dijo San Pablo que de Dios no se ríe nadie[33] .

Si alguien comulgase presuntuosamente, es decir, sin propósito de enmienda, pensando pecar después, está claro que su comunión sería sacrílega, no válida, y no ganaría la promesa.

La promesa del Corazón de Jesús no es un seguro de salvación para los que quieran llevar una vida de pecado. El Concilio de Trento condena -y es de fe- a los que presumen de tener seguridad absoluta de salvarse. A no ser que hayan tenido revelación especial de ello[34] .

 

No podemos tener una certeza infalible y de fe, pero sí podemos tener una certeza moral; pues nadie pierde la gracia si no peca mortalmente, y nadie peca mortalmente si no es responsable de lo que hace.

Lo que ocurre es que hay hechos de los que no somos responsables, pero sí somos responsables de las causas remotas: hoy no vemos, porque la vista la perdimos poco a poco voluntariamente, y por lo tanto responsablemente.

También puede ocurrir que el acto lo cometí libre y voluntariamente, y después me olvido del grado de voluntariedad que tuve.

Por eso es conveniente terminar las confesiones diciendo:«Me arrepiento además de todos los pecados de mi vida pasada y de aquellos de los que me haya olvidado».

Hay que tener en cuenta que la promesa del Corazón de Jesús sólo sirve para los que quieran salvarse; pues esta promesa no aniquila nuestra libertad.

Quien se empeñe en ir por el camino del infierno, y no quiera rectificar, se condenará aunque haya hecho los Primeros Viernes.

Pero a quien los ha hecho bien, y tiene voluntad de ir por el camino de salvación, aunque tenga caídas por fragilidad, hay muy sólidos fundamentos para creer que Dios se encargará de protegerle con una Providencia especial para que muera en estado de gracia.

 

Deberías tener en tu casa una imagen,  cuadro  o  placa  del  Sagrado  Corazón, pues Él también ha prometido que bendecirá las casas en las que su imagen esté expuesta y sea honrada.

Harías bien en consagrar tu casa al Sagrado Corazón. En los Apéndices te pongo una fórmula para que puedas hacerlo estando la familia reunida.

 

35.- JESUCRISTO DESPUÉS DE SU MUERTE RESUCITÓ Y SE FUE AL CIELO.

 

35,1. Jesucristo, después de ser crucificado, estuvo muerto y enterrado, y al tercer día[35] resucitó juntando su cuerpo y su alma gloriosos para nunca más morir[36] .

Por tanto, Jesucristo está ahora en el cielo en cuerpo y alma.

La resurrección de Cristo es dogma de fe. Está definido en el IV Concilio de Letrán (1215): «Creemos y confesamos que Jesucristo resucitó de entre los muertos y subió al cielo en cuerpo y alma»[37].

La resurrección de Cristo es «el dogma fundamental del cristianismo»[38] .

La expresión del Credo: «subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre» significa que tiene el mismo poder de Dios-Padre.

 

«La expresión de San Mateo atribuye a Jesús sepultado una duración de “tres días y tres noches”[39] . Pero tal expresión venía a ser idéntica a la duración hasta el tercer día, al juzgarse el día como una unidad de día-noche. El decir “tres días y tres noches” es un modismo equivalente a “al tercer día”»[40] .

Jesucristo  murió un viernes por la tarde y resucitó un domingo por la mañana: es decir que estuvo en el sepulcro un día entero y dos medios días. Pero para el modo de hablar hebreo esto equivale a tres días[41] , o lo que es lo mismo,«al tercer día». Dijo San Pedro: «resucitó al tercer día»[42] .

 

Antes de morir Jesús había profetizado varias veces su resurrección[43] . Por lo tanto, al resucitar por su propio poder, demostraba nuevamente, y con la prueba más convincente, que era Dios.

Dice San Mateo, que los fariseos mandaron a sus soldados que habían estado guardando la tumba, que dijeran: «Sus discípulos vinieron de noche estando nosotros dormidos y lo robaron»[44] . San Agustín dio a esto una respuesta definitiva: «Si estaban durmiendo, no pudieron ver nada. Y si no vieron nada, ¿cómo pueden ser testigos?»[45] .

 

Los teólogos modernos buscan diversas explicaciones al hecho de la resurrección de Cristo. Pero cualquiera que sea la interpretación debe incluir la revivificación del cuerpo, si no se quiere hundir la teología de la resurrección[46] .

Para el protestante Bultmann, la resurrección de Cristo es un mito[47]. . Pero para el Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, la resurrección de Cristo  es un acontecimiento real[48].

 

Algunos dicen que la resurrección de Cristo no es un hecho histórico, pues no hay testigos. Este modo de hablar es ambiguo y puede confundir; pues «no histórico» puede confundirse con «no real». Por eso no debe emplearse, como recomienda el padre José Caba, S.I., Catedrático de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, en su libro Resucitó Cristo, mi esperanza[49] . La resurrección de Cristo es un hecho que ha sucedido en la realidad.

«Aunque no haya habido propiamente ningún testigo del hecho de la resurrección, en cuanto tal, es histórica en razón de las huellas dejadas en nuestro mundo y de las que dan testimonio los Apóstoles»[50] .

Si aparece un coche en el fondo de un barranco y está destrozado el pretil de la curva que hay en ese sitio, no necesito haber visto el accidente, para comprender lo que ha pasado.

De la misma manera puedo conocer la resurrección de Jesucristo.

 

Para otros sí se puede considerar como hecho histórico, pues puede localizarse en el.espacio y en el tiempo; y según Pannemberg es histórico todo suceso que puede ser colocado en unas coordenadas de espacio y tiempo[51].

«Con otras palabras: es histórico todo lo que ha sucedido en un determinado momento y en un determinado sitio»[52] .

Por eso para el P.Ignacio de La Potterie, S.I., que es uno de los mejores especialistas en el mundo del Evangelio de San Juan, la resurrección de Cristo tuvo una realidad física, histórica[53]  Dice Max Meinertz: «La resurrección entra en el campo de la realidad histórica»[54] .

La resurrección de Cristo la refiere San Pablo en carta a los Corintios, el año 57, es decir, a contemporáneos de los hechos: «Cristo murió por nuestros pecados, fue sepultado y resucitó al tercer día»[55] .

Y lo atestigua San Pedro: «De Jesús resucitado todos nosotros somos testigos»[56] .

San Lucas lo afirma enfáticamente: «El Señor ha resucitado verdaderamente»[57] 

 

35,2. Cristo estaba muerto en la cruz[58] .

Por eso los verdugos no le partieron las piernas como solían hacer para rematar a los crucificados.

Si no hubiera estado muerto, le hubiera matado la lanzada que le abrió la aurícula derecha del corazón.

 

La cantidad de sangre que salió después de la lanzada, según el relato de San Juan, que estaba allí presente, dicen los médicos, sólo se explica porque la lanza perforó la aurícula derecha que en los cadáveres está llena de sangre líquida[59] .

 

Al tercer día el sepulcro estaba vacío: no estaba el cuerpo de Cristo.

La fe en la resurrección de Jesucristo parte del sepulcro vacío. Oscar Cullmann, protestante, de la Universidad de Basilea, dice: «la tumba vacía seguirá siendo un acontecimiento histórico»[60] .

 Los Apóstoles «no habrían creído en la resurrección de Jesús de haber encontrado su cadáver en el sepulcro»[61] . Los cuatro evangelistas relacionan el sepulcro vacío con la resurrección de Cristo.

a) San Mateo: «No está aquí, pues ha resucitado» [62] .

b) San Marcos: «Ha resucitado, no está aquí»[63] .

c) San Lucas: «No está aquí, sino que ha resucitado»[64] .

d) San Juan al ver la tumba vacía y la disposición de los lienzos «vio y creyó»[65] que había resucitado; pues si alguien hubiera robado el cadáver, no hubiera dejado los lienzos tan bien puestecitos.

San Juan vio la sábana, que había cubierto el cadáver de Jesús, yaciendo en el suelo, y doblado aparte el sudario que había estado sobre su cabeza.

Según los especialistas[66] la palabra ozonia usada por San Juan debe traducirse por «lienzos» y no por «vendas» como hacen algunos equivocadamente. Es verdad que las vendas son lienzos, pero no todos los lienzos son vendas.

 

El sepulcro vacío sólo tiene dos explicaciones. O alguien se llevó el cadáver o Cristo resucitó.

El cadáver no lo robaron los enemigos de Cristo, pues al correrse la noticia de la resurrección la mejor manera de refutarla hubiera sido enseñar el cadáver. Si no lo hicieron, es porque no lo tenían[67] .

Tampoco lo tenían sus amigos, pues los Apóstoles murieron por su fe en Cristo resucitado, y nadie da la vida por lo que sabe es una patraña.

Se puede dar la vida por un ideal equivocado, pero no por defender lo que se sabe que es mentira. Dice Pascal: «Creo de buena gana las historias cuyos testigos se dejan matar para defenderlas»[68] .

Es evidente que los Apóstoles no escondieron el cadáver.

Luego si Cristo estaba muerto, y el sepulcro estaba vacío, y nadie robó el cadáver, sólo queda una explicación: Cristo resucitó[69] .

San Pablo nos habla también de la resurrección de Cristo en la Primera Carta a los Tesalonicenses del año 51 de nuestra era[70] : Jesús murió y resucitó[71] ;  y en la Primera Carta a los Corintios del año 55: Cristo resucitó al tercer día[72] .

 

Una confirmación de la resurrección de Cristo es la Sábana Santa de Turín donde ha quedado grabada a fuego su imagen por una radiación en el momento de la resurrección. No hay explicación más aclaratoria.

Sobre la Sábana Santa yo he hecho tres vídeos titulados: La autenticidad de la Sábana Santa, La Sábana Santa y el  Carbono-14, La Sábana Santa y el Sudario de Oviedo. Los tres se complementan, aunque algunas cosas se repiten.

 

La resurrección de Jesucristo es totalmente distinta de la resurrección de Lázaro o de la del hijo de la viuda de Naín: éstos resucitaron para volver a morir, pero Cristo resucita para nunca más morir[73] . «Cristo resucitado de entre los muertos, ya no vuelve a morir»[74] .

La resurrección de Cristo no fue una reviviscencia para volver a morir, como le pasó a Lázaro;  tampoco fue una reencarnación, propia del budismo y del hinduismo; menos aún fue el mero recuerdo de Jesús en el ánimo de sus discípulos.

Fue el encuentro con Jesús resucitado lo que provocó la fe de los discípulos en la resurrección, y no viceversa. «La resurrección no fue la consecuencia, sino la causa de la fe de los discípulos. (...) Jesucristo fue restituido con su humanidad a la vida gloriosa, plena e inmortal de Dios. (...) Se trata de la transformación gloriosa del cuerpo»[75] .

Después de resucitar subió a los cielos. «La expresión “subir a los cielos” es un recurso literario muy en consonancia con la cultura de aquellos hombres. También nosotros expresamos nuestros anhelos levantando hacia el cielo nuestras manos»[76] .

Después de resucitar, antes de subir al cielo con su Padre[77] , estuvo varios días apareciéndose a los Apóstoles[78] .

Estas apariciones las expresa el Nuevo Testamento con la palabra griega «ófze», que significa «se mostró», «se hizo ver», «se dio a ver», lo que da a entender que se trataba de un cuerpo real[79] .

Los apóstoles comieron[80]  con Él y le palparon con sus propias manos.

Los fantasmas no comen ni se dejan palpar.

Cristo resucitado cenó con los Apóstoles[81]  y se dejó palpar por Santo Tomás[82] . Decía Cristo: «Soy Yo. Tocadme y ved. Un espíritu no tiene carne y hueso, como veis que Yo tengo»[83] .

San Pedro lo recuerda: «Nosotros  hemos comido y bebido con Él después que resucitó de entre los muertos»[84] .

 

La resurrección de Cristo está confirmada por sus apariciones a San Pedro y San Pablo después de las cuales cambiaron radicalmente[85] .

En una ocasión se apareció a más de quinientos estando reunidos. Así nos lo cuenta San Pablo escribiendo a los Corintios, y añadiendo que muchos de los que lo vieron, todavía vivían cuando él escribía aquella carta[86] , en los años 55-56 de nuestra Era[87] .

El verbo empleado por San Pablo excluye una interpretación subjetiva del término, «aparición»[88] .

Las apariciones de Jesús son un motivo de credibilidad en la resurrección de Cristo[89] .

 

Jesús resucitado tiene un cuerpo glorioso con propiedades distintas a las de un cuerpo material[90] .

 

En la Biblioteca Nacional de Madrid he leído un incunable en el que Poncio Pilato escribe al emperador Tiberio sobre Cristo. Dice: «Después de ser flagelado, lo crucificaron. Su sepultura fue custodiada por mis soldados. Al tercer día resucitó. Los soldados recibieron dinero de los judíos para que dijeran que los discípulos robaron su cadáver. Pero ellos no quisieron callar y testificaron su resurrección»[91] .

«Sabemos con certeza que existieron unas actas oficiales de Poncio Pilato, Procurador de Judea, al Emperador Tiberio, como era obligación y costumbre en el Imperio»[92]  por testimonio de Tertuliano (siglo III) [93] .

 

El historiador Jacques Perret, Catedrático de la Universidad Sorbona de París, publicó en 1984 un libro refutando a los que niegan la historicidad de la resurrección de Jesús, pues «los métodos históricos modernos hacen que el investigador se vea prácticamente obligado a reconocer la realidad objetiva de la resurrección de Jesús». Y añade: «Los que rechazan la resurrección de Cristo no es por razones históricas, sino por prejuicios teológicos. La historia nos lleva a aceptar la verdad de la misma»[94].

 

36.-  LA ÚNICA RELIGIÓN VERDADERA ES LA DE JESUCRISTO.

 

36,1.-La palabra «religión» viene de la palabra latina«religare», que significa «atar fuertemente».

Por eso la religión es el lazo que une al hombre con Dios[95] .

 

El camino para llegar a Dios es el que Él mismo nos ha señalado revelándonos una religión.

 

La religión verdadera sólo puede ser una, pues las religiones se contradicen entre sí, y la verdad sólo puede estar en uno de los dos campos: si sobre un punto concreto, y desde un mismo punto de vista, unos dicen que sí y otros que no, no pueden los dos tener la razón al mismo tiempo.

 

Si uno dice que Cervantes  nació en España y otro dice que nació en Inglaterra, es evidente que no pueden tener los dos razón al mismo tiempo. Uno de los dos se equivoca.

 

Los católicos decimos que Cristo es Dios. Otros lo niegan. Es claro que no podemos tener todos la razón.

 

Por eso sólo hay una religión verdadera.

 

Pero para conocerla no hace falta estudiar todas las religiones.

Basta conocer los motivos de credibilidad del cristianismo para saber que es la religión verdadera.

Sería absurdo pensar que Dios ha revelado varias religiones contradictorias entre sí.

 

La única religión verdadera es la que Dios ha revelado, y la podemos conocer por señales ciertas, como son los milagros de Jesucristo.

 

La religión católica ha sido fundada por Cristo-Dios.

 

Todas las demás religiones han sido fundadas por hombres. Ni Buda, ni Confucio, ni Mahoma, ni Lutero, etc., pretendieron ser Dios.

 

Jesucristo afirmó repetidas veces en su vida que Él era Dios (ver nº 32).

La ocasión más solemne fue ante el sanedrín cuando la interpelación de Caifás.

Caifás ante esta afirmación de Cristo le llama blasfemo y le condena a muerte. La blasfemia se castigaba con la pena de muerte entre los hebreos.

 

Para confirmar que era verdad lo que decía, Jesucristo hizo varios milagros. Sobre todo su propia resurrección (ver nº 35).

 

36,2. Antes de resucitar a Lázaro, dirigió a su Padre celestial esta breve oración: «Gracias te doy, Padre mío, porque me has oído. Ya sé que siempre me oyes, pero lo digo por el pueblo que me rodea, para que crean que Tú me has enviado»[96].

Los milagros de Jesucristo nos constan por la historicidad y autenticidad de los Evangelios, que se demuestran científicamente muchísimo mejor que la de otros libros de los que no duda ninguna persona culta.

 

«Bultmann ha escrito “la mayor parte de los relatos milagrosos narrados en los Evangelios son leyendas”. Pero hay una evidencia insoslayable: Jesús se presentó ante sus contemporáneos como un taumaturgo dotado de poderes extraordinarios»[97].

«El prejuicio sistemático de sospecha que ha recaído sobre los Evangelios, durante casi un siglo, recae actualmente, gracias al estudio de los criterios de autenticidad, sobre quienes niegan su autenticidad.

»Esta inversión de las posiciones no es un retorno a la ingenuidad crítica, sino la consecuencia de que los Evangelios han encontrado de nuevo crédito a los ojos de la crítica histórica»[98] .


[1] ver números 41-43

[2] SAN PABLO: Carta a los Gálatas, 4: 5

[3] Primera Carta de SAN PEDRO, 1:18

[4] SAN PABLO: Primera Carta a los Corintios, 6: 20

[5] Evangelio de SAN MATEO, 1:21

[6] SAN PABLO: Primera Carta a Timoteo, 2:6; Evangelio de SAN MARCOS, 10:45

[7] Evangelio de SAN MATEO, 20:28

[8] SAN PABLO: Carta a los Romanos,5:8

[9] SAN PABLO: Carta a los Romanos, 5:10

[10] SAN PABLO: Segunda Carta a los Corintios, 5:15

[11] Primera Carta de SAN JUAN, 4:14

[12] Hechos de los Apóstoles, 4:12

[13] HANS URS von BALTHASAR: Puntos Centrales de la Fe, 2ª, XI,3. Ed. BAC. Madrid. 1985.

[14] ANTONIO ROYO MARÍN,O.P.: ¿Se salvan todos? 2ª, V.  Ed. BAC. Madrid. 1995

[15] SHEED: Teología y sensatez, XIX, 3.  Ed. Herder. Barcelona.

[16] Evangelio de SAN MARCOS, 16:16

[17] Evangelio de SAN MATEO, 19:17

[18] Proverbios, 1:24

[19] Profeta OSEAS, 13:9

[20] ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: Jesucristo y la vida cristiana, nº 29. Ed. BAC. Madrid, 1961.

[21] JESÚS Mª GRANERO, S.I.: Credo - Jesucristo, V.  Ed. Escelicer. Cádiz. 1943.

[22] SHEED: Teología y sensatez, XIX, 1.  Ed. Herder. Barcelona.

[23] LUCAS F. MATEO-SECO: 39 Cuestiones doctrinales, I, 7.  Ed. Palabra. Madrid. 1990.

[24] JESÚS Mª GRANERO, S.I.: Credo - Jesucristo, III.  Ed. Escelicer. Cádiz. 1943.

[25] SAN GREGORIO MAGNO: Homilia  II in Ev., nº 2.  ML 76, 1082.

[26] M.BERNABÉ IBÁÑEZ:  El Evangelio olvidado, VIII.  Ed. P.P.C. Madrid.1987.

[27] LEEN, C.S.Sp.: ¿Por qué la cruz?, 2ª, I. Ed. Rialp. Madrid.

[28] JUAN RIVAS, L.C.: Fe y Evangelio. En INTERNET: www.hombrenuevo.org

[29] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 901

[30] JOSÉ LUIS DE URRUTIA, S.I.: Espiritualidad del Sagrado Corazón. Ed. Sal Terrae. Santander, 1972. Magnífico libro que expone de un modo teológico y posconciliar la auténtica devoción al Corazón de Jesús

[31] Diario ABC de Madrid, 6-X-86, pg. 13

[32] JOSÉ RICCIOTTI: Vida de Jesucristo, nº 181. Ed. Miracle. Barcelona

[33] SAN PABLO: Carta a los Gálatas, 6:7

[34] DENZINGER: El Magisterio de la Iglesia, nº 805 y 826. Ed. Herder. Barcelona

[35] Evangelio de SAN MATEO, 20:19

[36] Evangelio de SAN MATEO,28:6s; de SAN LUCAS, 24:36-43; de SAN JUAN, 20:19-29

[37] DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, n º  429.  Ed. Herder Barcelona.

[38] SANTOS SABUGAL, O.S.A.:  Credo, 2ª, II, 4, 19. Ed. Monte Casino. Zamora.

[39] Evangelio de SAN MATEO, 12:40

[40] JUAN Ml. IGARTUA, S.I.: La Resurrección de Jesús y su Cuerpo, IV, 5. Ed. Mensajero, Bilbao.

[41] JESÚS Mª GRANERO, S.I.: Credo - Jesucristo, XXVII.  Ed. Escelicer. Cádiz

[42] SAN LUCAS: Hechos de los Apóstoles, 10: 40

[43] Evangelio de SAN MATEO, 12:39s; 16:21; 17:22; 20:19; de SAN LUCAS, 9:22

[44] Evangelio de SAN MATEO, 28:13

[45] SAN AGUSTÍN: Enarratio in psalmum, 63(64) MIGNE: Patrología Latina, 36.767

[46] BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE: Volver a lo esencial, XXXVIII. Ed. Tau. Ávila, 1985

[47] JOSÉ ANTONIO SAYÉS: Compendio de Teología Fundamental., 2ª, IV, 1. nota 4.  Ed.EDICEP.

[48] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 639.

[49] JOSÉ CABA, S.I.: Resucitó Cristo, mi esperanza, IX, 1, 4º, 2. Ed. BAC. Madrid, 1986

[50] JOSÉ ANTONIO SAYÉS: Cristología fundamental, VII, 2, 1. Ed. C.E.T.E. Madrid, 1985

[51] CÁNDIDO POZO, S.I.: Teología del más allá, pg. 69. Ed. BAC. Madrid, 2ª ED.1980.

[52]CÁNDIDO POZO, S.I. Resucitó de entre los muertos, I, 1. Cuadernos BAC, nº 93. Madrid.1985.

[53] IGNACIO DE LA POTTERIE,S.I.: Revista 30 DÍAS, 62(1992)76.

[54] MAX MEINERTZ: Teología del Nuevo Testamento, 1ª, IV, 5.  Ed. FAX. Madrid

[55] SAN PABLO Primera Carta a los Corintios, 15:3s

[56] Hechos de los Apóstoles, 2:32

[57] Evangelio de SAN LUCAS, 24:34

[58] Evangelio de SAN MATEO, 27:50; de SAN MARCOS, 15:37; de SAN LUCAS, 23:46; de SAN JUAN, 19:30

[59] JORGE LORING, S.I.: La autenticidad de la Sábana Santa de Turín. Madrid, 1990. Sexta edición.

[60] JOSÉ LUIS CARREÑO, O.S.B.: El último reportero, XVII. Ed. Don Bosco. Pamplona, 1975

[61] JOSÉ ANTONIO SAYÉS: Cristología fundamental, VIII, 3, 1, e. Ed. C.E.T.E. Madrid, 1985

[62] Evangelio de SAN MATEO, 28:6

[63] Evangelio de SAN MARCOS, 16:6

[64] Evangelio de SAN LUCAS, 24:6

[65] Evangelio de SAN JUAN, 20:8

[66] M.BALAGUÉ: Revista ESTUDIOS BÍBLICOS del C.S.de Investigaciones C. 25(1966)169-192.

[67] JOSÉ MOINGT, S.I.: El hombre que venía de Dios, 2º, V, 3.  Ed. Desclee. Bilbao.

[68] JOSEPH HUBY, S.I.: El Evangelio y los Evangelios, II,2. Ed. PAX. San Sebastián.

[69] JOSÉ CABA, S.I.: Resucitó Cristo mi esperanza, 3ª, IX, pg. 349. Ed. BAC. Madrid, 1986

[70] JOHANNES BEUMER: El camino de la Fe, IV, 3.  Ed. FAX. Madrid.

[71] SAN PABLO: Primera Carta a los Tesalonicenses, 4:14

[72] SAN PABLO: Primer a Carta a los Corintios, 15:3s

[73] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 646

[74] SAN PABLO: Carta a los Romanos, 6:9

[75] VV. AA.: El Salvador del mundo, VI, 3s. Ed. B.A.C. Madrid. 1996.

[76] MIGUEL PEINADO: Exposición de la fe cristiana, 3ª, VII, 96.  Ed. BAC. Madrid.

[77] Evangelio de SAN MARCOS, 16:19

[78] Hechos de los Apóstoles, 1:3

[79] CÁNDIDO POZO, S.I.: La venida del Señor en la gloria, I, 2, 2.  Ed. EDICEP. Valencia. 1993.

[80] Hechos de los Apóstoles, 10:41

[81] Evangelio de SAN LUCAS, 24:41ss

[82] Evangelio de SAN JUAN, 20:27

[83] Evangelio de SAN LUCAS, 24:39

[84] Hechos de los Apóstoles, 10:41

[85] EDUARDO MALVIDO: Creo en Jesús, el resucitado, I,3.  Ed. San Pío X. Madrid. 1997.

[86] SAN PABLO: Primera Carta a los Corintios, 15:4ss

[87] JOHANNES BEUMER: Camino de la Fe, IV, 3.  Ed. FAX. Madrid

[88] JOSÉ CABA, S.I.: Resucitó Cristo mi esperanza, 2ª, II, 2, 4, 3. Ed. BAC. Madrid, 1986

[89] JOSÉ CABA, S.I.: Resucitó Cristo mi esperanza, 3ª, VIII, pg. 316. Ed. BAC. Madrid, 1986

[90] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 645

[91] Biblioteca Nacional de Madrid, Incunable nº 970

[92] JUAN M. IGARTUA,S.I.:La Resurrección de Jesús y su Cuerpo,2º, I,Nota 1. Ed.Mensajero. Bilbao

[93] Apologeticum, 21.  MIGNE: Patrología Latina, I., 289-292

[94] VITTORIO MESSORI: Dicen que resucitó, XX.  Ed. Rialp. Madrid. 2001.

[95] FELIPE CALLE, O.S.A.: Razona tu fe, I,1.  Ed. Religión y Cultura. Madrid.

[96] Evangelio de SAN JUAN, 11:41ss

[97] X. LEON-DUFOUR: Los milagros de Jesucristo, 1ª, V.  Ed. Cristiandad. Barcelona. 1979.

[98] RENÉ LA TOURELLE: Revista Selecciones de Teología, 15(IV-VI,1976)118