Jesucristo

 

32.- Jesucristo vivió más de treinta y tres años[1] .  32,1. La Historia de Jesús no empezó con su nacimiento. Muchos siglos antes de que naciera hablaron de Él los profetas.Miqueas, 730 años antes de nacer, dice dónde nacerá (5:2).Isaías, 734 años antes de nacer, dice que nacerá de una virgen (7:14), y describe su Pasión (53:3-8):  que sería tratado como un malhechor (53:12), azotado (50:6) y condenado a muerte (53:8).Zacarías, 520 años antes de nacer, dice que será vendido por 30 monedas (11:12s) con las cuales se comprará el campo de un alfarero.Los Salmos predicen que sortearán su túnica (22 (21):19). «Jesús no nació, como suele decirse, en el año primero de la Era Cristiana. El sabio benedictino Dionisio el Exiguo, que en el año 533 empezó por vez primera a contar los años a partir del nacimiento del Señor, sustituyendo la antigua numeración que partía de la fundación de Roma, se equivocó en 6 años»[2] . Él hizo coincidir el 1º de enero el año uno, con el 1º de enero del año 754 de la fundación de Roma, en vez de escoger el 748 que hoy se considera como exacto. Por lo tanto, debemos colocar el nacimiento de Cristo seis años antes de la Era Cristiana.Según los historiadores, Herodes el Grande murió el año 4 antes de nuestra Era. Como él mandó matar los niños de Belén menores de dos años, podemos suponer que Jesús nació dos años antes, es decir, el 6 antes de nuestra Era[3] . Esto se confirma porque según el matemático y astrónomo Kepler, el año del nacimiento de Cristo, hubo una conjunción de Júpiter y Saturno[4], es decir, se pusieron uno detrás del otro, lo cual provoca una luz intensa, muy visible en el firmamento estrellado y a la altura de las palmeras. ¿Sería esto la estrella de Belén?

      En el crepúsculo, la intensa luz podía verse al mirar hacia el Sur, de modo que los Magos de Oriente, al caminar de Jerusalén a Belén, la tenían enfrente.

Esta conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis, visible claramente en el área mediterránea, en la fecha del nacimiento de Jesús, está confirmada por una tablilla babilónica de arcilla que actualmente está en el Museo Estatal de Berlín.

Fue descubierta en 1925, por el erudito alemán P. Schnabel que descifró anotaciones neobabilonias de escritura cuneiforme acuñadas en una tabla encontrada entre las ruinas de un antiguo templo del sol, en la escuela de astrología de Sippar, antigua ciudad que se encontraba en la confluencia del Tigris y el Éufrates, a unos cien kilómetros al norte de Babilonia[5] . En ellas se hace mención a esta conjunción de Júpiter y Saturno el año del nacimiento de Cristo[6].   El P. Severiano del Páramo, S.I., Profesor de Sagrada Escritura en la Universidad de Comillas (Santander), opina que la estrella de Belén fue un meteoro luminoso creado por Dios para este fin[7].

 Del día del año del nacimiento de Jesús no nos dicen nada los Evangelios, pero desde el siglo I se celebra el 25 de diciembre[8] .La historicidad de esta fecha está confirmada por un documentado estudio de Tommaso Federici, Profesor de Teología Bíblica[9].

 Jesús nació en Belén, pues el censo de Quirino mandó que todos se empadronaran en su lugar de origen, y tanto María como José eran oriundos de Belén, la ciudad de David.Con el nombre de «Censo de Quirino» se incluía en aquel tiempo una porción de censos anteriores que culminaron en el de Quirino, como nos explicó el Profesor Joaquín González Echegaray, del Instituto Español Bíblico y Arqueológico de Jerusalén, en un cursillo sobre el Evangelio de San Lucas en el Seminario de Monte Corbán de Santander, en Julio de 1995.   «Jesús vivió toda su vida en Palestina, una provincia del imperio romano desde que Pompeyo la conquistó en el 63 (antes de Jesucristo) para Roma.Era pequeña por su extensión: 26.000 kilómetros cuadrados. Un poco mayor que la provincia de Badajoz.Su orografía estaba dividida en tres regiones naturales que se extendían de norte a sur. (...)Su población era de unos 500.000 habitantes. La capital, Jerusalén, tendría unos 30 ó 35.000 vecinos. (...)El clima de Palestina tenía dos estaciones: el invierno suave y moderadamente lluvioso, y el verano seco y cálido. La temperatura en la depresión del Jordán sobrepasa, a veces, los cincuenta grados centígrados en el estío[11]. Probablemente Jesús al morir tenía 39 años[12] . «Las  tinieblas  que  cubrieron  la  Tierra», según el Evangelio[13] , el día que murió Jesucristo, se explican, sin excluir la posibilidad de que fuera un milagro, porque el Sol pudo oscurecerse por una espesa nube de polvo y arena levantada por el fuerte viento siroco, como ocurre a veces en ese lugar[14] . Es posible que fuera un fenómeno natural previsto por Dios por su simbolismo.  El día de la muerte de Jesús se piensa que quizás fuera el 14 de Nisán[15] , del año 785 de la fundación de Roma que corresponde al viernes 3 de abril del año 33[16], que fue Primer Viernes de mes. Otros opinan que fue el 7 de abril del año 30[17]. Sin embargo, otros sostienen como la fecha más probable de la muerte de Cristo la Pascua del año 32. «Por estas oscuridades vemos que los evangelistas no pretendían publicar ningún “Diario de la vida de Jesús”. La determinación exacta de las fechas y lugares no les interesa especialmente. Con frecuencia dicen en términos generales “en aquel tiempo”; y muchas veces sigue una descripción muy indeterminada del lugar: “subió a un monte”. »Los Evangelios quieren transmitir las predicaciones de la fe de los Apóstoles, y dibujar una imagen suficiente de Cristo, a fin de que cada uno pueda convencerse de la verdad de la fe. Ninguno de ellos pretende contar todo; al contrario, cada uno se toma la libertad de reunir lo que le parece a él más importante, y ordenarlo según sus determinados puntos de vista»[18] Para conocer bien Tierra Santa en sus aspectos arqueológico, histórico, católico y teológico puede ser interesante mi vídeo: Por la Tierra de Jesús: vídeo documental de Tierra Santa[19] . Para hacer este vídeo me fui allí con dos técnicos de TV para que tomaran las imágenes. El texto es de los padres jesuitas Bartina y Manzano, Catedrático de Ciencias Bíblicas y especialista en Tierra Santa, respectivamente. Yo sólo he puesto la voz.  32,2. Jesucristo nació en tiempos del emperador César Augusto, y murió en tiempos del emperador Tiberio. De Jesucristo nos hablan los historiadores paganos de la época. Plinio el Joven, (61-113) que fue gobernador romano de Bitinia (Asia Menor) el año 112, en carta al emperador Trajano, hablando de los cristianos que se negaban a ofrecer sacrificios al emperador, dice que «se reunían al amanecer para cantar himnos a Cristo, su Dios»[20] . Flavio Josefo, (37-100) que participó en la guerra de los judíos entre los años 66 y 70,  escribe en el año 93 del siglo I: «Por aquel tiempo apareció Jesús, hombre excepcional, si le podemos llamar hombre, pues realizó prodigios sorprendentes... Tanto entre los judíos como entre los griegos tenía muchos discípulos que le seguían. Por denuncia de los jefes del pueblo, Pilato le hizo condenar al suplicio de la cruz. Pero ello no impidió que sus discípulos continuarán amándolo como antes. A los tres días de su muerte apareció vivo»[21] .Este texto, que algunos han querido atribuirlo a la interpolación de un amanuense cristiano, es considerado como auténtico por John P. Meier, «uno de los más relevantes investigadores bíblicos de nuestra generación», Profesor de Nuevo Testamento en Washington[22]. Cayo Suetonio (70-140) historiador de los césares desde Augusto hasta Domiciano, en su «Vida de los doce Césares» compuesta entre los años 110 y 120 alude dos veces a los cristianos. Una en la vida de Nerón (nº.16) y otra en la de Claudio (nº.25). También habla de los cristianos Cornelio Tácito, (55-118) gran historiador, discípulo de Plinio el Viejo. Al relatar el año 100 el incendio de Roma por orden de Nerón el año 64, dice: «... se imputó a los cristianos que toman su nombre de Cristo, el cual durante el imperio de Tiberio, había sido condenado a muerte por el Procurador Poncio Pilato»[23] . Incluso el Talmud judío, aunque en actitud claramente ofensiva contra Jesús, dice: «En la víspera de la Pascua fue colgado Jesús de Nazareth»[24].  32,3. Pero sobre todo nos hablan de Jesucristo los Santos Evangelios.Los evangelistas son: San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan. Jesús enseñó de viva voz. No escribió ningún libro.En aquel tiempo la instrucción se confiaba a la memoria. La memoria era su libro. La memoria se desarrolla inversamente proporcional a la escritura. Muchos se sabían la Biblia de memoria y la trasmitían de viva voz de generación en generación[25] .Pero muy pronto se puso por escrito la predicación de Jesús. Probablemente el primer Evangelio que se escribió fue el de San Marcos, transmitiendo la predicación de San Pedro. San Mateo y San Lucas quizás lo utilizaron para escribir el suyo, además de otras fuentes. El último Evangelio que se escribió fue el de San Juan. Evangelio significa «buena noticia»[26] . La «buena noticia» es la venida de Jesús, Salvador de los hombres. La palabra «evangelio» no significa primeramente un texto, un libro. Sino que, por su etimología y su uso bíblico, designa originariamente un «feliz mensaje», un «anuncio que hace feliz»[27] . El Evangelio fue, pues, primeramente la palabra de Jesús. Nadie había hablado como Él[28] . El Evangelio, antes de ser escrito fue predicado; antes de ser leído fue oído; antes de ser libro fue palabra. Pero al ampliarse el círculo del cristianismo se ve la necesidad de fijar por escrito las palabras y los hechos de Jesús.«La palabra “Evangelio” para designar una relación de escritos de la vida de Cristo se encuentra ya a mediados del siglo II»[29] .Los Evangelios son libros escritos entre los años 40 y 100 por «testigos oculares»[30]  que cuentan lo que vieron y oyeron[31] ; o por quienes estuvieron en contacto con testigos presenciales. Dice San Juan: «Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos... os lo anunciamos»[32] . San Mateo y San Juan fueron apóstoles de Jesús.San Marcos no fue apóstol, pero conoció a Jesús, y acompañó a San Pedro en su apostolado.San Lucas entrevistó a quienes conocieron a Jesús. Dice al principio de su Evangelio: «Puesto que muchos se han dedicado a componer un relato de los acontecimientos, tales como nos los han transmitido quienes desde el principio fueron los testigos oculares y los servidores de la palabra, me ha parecido también a mí, que he investigado cuidadosamente todo desde los orígenes, hacer una narración ordenada»[33] .Y en el prólogo de Los Hechos de los Apóstoles dice: «En mi primer libro ya os comuniqué fielmente lo que Jesús, Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente para la salvación de ellos, hasta el día en que fue levantado al cielo»[34]

 

 32,4. Las teorías del profesor protestante Rudolph Bultmann, que durante algún tiempo han orientado las interpretaciones de los textos bíblicos del Nuevo Testamento, están hoy desprestigiadas gracias a las investigaciones de los especialistas hebreos. Sobre todo por los trabajos del Profesor de la Universidad  de Jerusalén David Flusser[35] , el más importante especialista judío del Nuevo Testamento[36], y Geza Vermes[37], Profesor de Historia del cristianismo antiguo en la Universidad judía de Jerusalén, que han llegado a la conclusión que detrás de estas afirmaciones de Bultmann sobre los textos bíblicos había mucha ideología filosófica alemana. Geza Vermes, «investigador de reconocido prestigio internacional»[38], llega a decir: «El mito de Jesús sólo ha existido en algunas mentes alemanas». Los estudios históricos del judaísmo del siglo I, permiten rescatar nuevos aspectos del Jesús histórico. Sin embargo la oposición a las teorías de Bultmann comenzó entre sus mismos discípulos, como son Ernst Käsemann[39]  y Günther Bornkann[40] .Los seguidores de Bultmann dicen que los Evangelios no fueron escritos por los evangelistas, sino que fueron una elaboración idealizada de los primeros cristianos. Pero si hubiera sido así, se habrían evitado las discrepancias en algunos puntos, y no habrían incluido las negaciones de Pedro, ni el funesto personaje de Judas.Como dice el erudito escritor israelí Shalom ben Chorin «un personaje de estas características habría sido tan molesto para la primitiva comunidad cristiana que nunca se le habría ocurrido inventarlo».Lo mismo dice el italiano Pietro Martinetti: «La primitiva comunidad cristiana que veneraba a los Apóstoles como santos, no habría inventado que del propio Colegio Apostólico hubiera salido un traidor».Y Charles Guignebert, Profesor de la Universidad La Sorbona de París dice: «Debemos destacar que la tradición no hubiera podido inventar un delito tan horrible por parte de un Apóstol (...) No apetece inventar una leyenda que choca de raíz con los intereses de sus propios creadores»[41].  32,5. El Concilio Vaticano II afirma la historicidad de los Evangelios[42] : «La Santa Madre Iglesia firme y constantemente ha creído y cree, que los cuatro Evangelios, cuya historicidad afirma sin vacilar, transmiten fielmente lo que Jesús, Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente».La historicidad de los Evangelios, además de ser clara para los críticos, es para los católicos una verdad de fe divina y católica[43] .La genuinidad y autenticidad de los Evangelios, es decir, que fueron escritos por los mismos autores a quienes se les atribuye, se remonta al siglo II[44] .«La Iglesia, al salir de las catacumbas, lleva en sus manos los cuatro Evangelios canónicos, reconocidos por todos como obras de los apóstoles y de los discípulos de los apóstoles. Lo afirma Eusebio de Cesarea, el padre de la Historia Eclesiástica, y con él todos sus contemporáneos. Eusebio sobresale por su erudición y espíritu crítico. (...) Pudo utilizar la famosa biblioteca de Cesarea, (...) donde se reunieron los mejores códices de la primitiva literatura cristiana. (...) Eusebio recoge en su Historia Eclesiástica las principales noticias y tradiciones sobre el origen y autores de los cuatro Evangelios canónicos»[45]  San Ireneo, nacido en Asia Menor, que llegó a ser Obispo de Lyon y había sido discípulo de San Policarpo[46] obispo de Esmirna, y éste del evangelista San Juan, es decir, que es una de las figuras más representativas del siglo II, dice: «Mateo publicó un Evangelio escrito para los hebreos y en su lengua (...). Marcos, discípulo de San Pedro, nos transmitió también por escrito las  cosas  predicadas por Pedro; Lucas, discípulo de Pablo, puso en forma de libro el Evangelio predicado por su maestro. Más tarde, Juan, discípulo del Señor (...)  también publicó un Evangelio durante su estancia en Éfeso»[47] . Tenemos otros dos documentos del siglo II:Papías, Obispo de Hierápolis, ciudad de Asia Menor y discípulo del apóstol San Juan[48] , dice que Mateo escribió su Evangelio en hebreo[49] , y que Marcos fue intérprete de la evangelización de Pedro. Escribió con diligencia cuanto recordaba. Pero no con el orden con que fueron dichos y hechos por el Señor  [50] .El otro documento es el Canon de Muratori, que expone el pensamiento oficial de la Iglesia[51] del siglo II[52] , en el que se habla de San Lucas como autor del tercer Evangelio, y de San Juan como del cuarto[53] .El Canon de Muratori recoge en el siglo II los libros inspirados, según la Tradición oficial de la Iglesia. El nombre de Muratori se debe a su descubridor el historiador y arqueólogo italiano Ludovico Antonio Muratori. Se trata de un códice escrito en letras unciales.Posteriormente «el canon del Nuevo Testamento fue establecido por el Concilio de Roma en el año 382 durante el papado de Dámaso I»[54]. En el siglo II vivió Clemente de Alejandría. Nació en Atenas de padres gentiles. «Conoció la religión y filosofía de su tiempo en Grecia, Palestina y Egipto. (...) Convertido al cristianismo alzó cátedra de Filosofía Cristiana en Alejandría, emporio del saber helénico. (...) Desde el año 180 hasta su muerte enseñó allí como maestro. (...) Su propósito constante fue dar base científica a la doctrina cristiana. (...) En su Comentario a la Sagrada Escritura nos cuenta el origen de los cuatro Evangelios y el orden con que se escribieron. Los primeros que se escribieron fueron los tres sinópticos. Después el de San Juan. (...) A los críticos acatólicos que atribuyen la composición del cuarto Evangelio a un segundo Juan, no apóstol, les dice expresamente Clemente que el autor del cuarto Evangelio fue Juan el Apóstol»[55] . «Tertuliano fue contemporáneo de Clemente. (...) Nace en Cartago hacia el año 160 y se convierte al cristianismo hacia el 195. (...) Estudió la carrera de Derecho y se hizo abogado. (...) Sus testimonios en favor de la genuinidad de los Evangelios son célebres y decisivos por su amor a la tradición. La autoridad de los Evangelios dice que (...) estriba precisamente en la tradición de todas las Iglesias fundadas por los Apóstoles, en el consentimiento universal de la Iglesia. Las Iglesias todas testimonian en favor del Evangelio de Juan y de Mateo. El de Marcos se llama de Pedro. El de Lucas se atribuye a Pablo. La razón, pues, única, por la cual Tertuliano admite los Evangelios como obras auténticas y apostólicas es la tradición, el haberlo así oído y recibido como doctrina que arrancaba de la época apostólica»[56] . A fines del siglo II nace Orígenes de padres cristianos. Su padre Leónidas murió mártir el año 202.Orígenes fue sucesor de Clemente de Alejandría en la cátedra de Alejandría. En su comentario al Evangelio de San Mateo «trata expresamente del origen de los cuatro Evangelios, afirmando expresamente que se deben a dos apóstoles, Mateo y Juan, y a dos discípulos de los apóstoles, Marcos y Lucas»[57]  En el siglo IV, San Jerónimo, autor de la BIBLIA VULGATA, en la que «unificó las traducciones latinas que corrían entre los cristianos (...) conforme a los mejores y más antiguos códices griegos, (...) recoge algunos datos de los cuatro evangelistas»[58] :«Mateo, el publicano, por sobrenombre Leví, escribió el Evangelio en Judea y en hebreo, atendiendo, principalmente, a los judíos que habían creído en Jesús.»Marcos, intérprete del apóstol Pedro, (...) escribió lo que había oído predicar a su maestro.»Lucas, el médico, natural de Antioquía de Siria, discípulo del apóstol Pablo, (...) escribió más lo que oyó que lo que vio.»Juan fue apóstol y evangelista. (...) El único que mereció oír desde la cruz: He aquí  a tu madre».»San Juan sobre historiador, es teólogo. Busca siempre en su Evangelio probar la divinidad del Mesías. Por eso sus narraciones son premisas en la argumentación teologal»[59].

 

«Los cuatro fueron profetizados mucho antes, como prueba el libro de Ezequiel. El rostro de hombre representa a Mateo que empieza su libro con la generación humana de Cristo. El león representa a Marcos que da comienzo por la voz como de león que clama en el desierto. El toro representa a Lucas que empieza su libro por el sacerdote Zacarías. El águila es figura de Juan que se remonta hasta el Verbo de Dios»[60] . El P. Vaccari, S.I., especialista de la Biblia, de talla internacional, afirma que hasta la campaña de los protestantes racionalistas del siglo pasado, nadie había dudado de que los Evangelios fueran de Mateo, Marcos, Lucas y Juan[61] .El Dr. John A.T. Robinson, Catedrático en Cambridge, ha publicado en 1977 un libro titulado Redating the New Testament, donde afirma[62] que todos los libros del Nuevo Testamento exceptuando a San Juan, se escribieron antes del año 70, y que los nombres de los autores Mateo y Juan corresponden a los Apóstoles de Jesús. Marcos y Lucas estuvieron en contacto directo e inmediato con los testigos[63] , y manejaron documentos de contemporáneos[64]. Dice San Lucas que él escribe su Evangelio «después de  haber investigado  todo diligentemente  desde los orígenes»[65]

 


[1] JUAN LEAL, S.I.: Sinopsis de los cuatro Evangelios, 1ª, VII, 1. Ed. BAC. Madrid

[2] VITTORIO MESSORI: Hipótesis sobre Jesús, IV, 11. Ed. Mensajero. Bilbao, 1978

[3] JUAN MANUEL IGARTUA, S.I.: Los Evangelios ante la Historia, I, 12, b. Ed. Acervo. Barcelona

[4] RICARDO MORENO: Historia breve del universo, I,1.  Ed. Rialp. Madrid. 1998.

[5] ZENIT: Boletín informativo del Vaticano en INTERNET (ZE-980104-3)

[6] CÉSAR VIDAL: Enigmas de la Historia.. <Undisclosed Recipients> en INTERNET.

[7] JOSÉ MARÍA RIAZA, S.I.: La Iglesia en la Historia de la Ciencia, 2ª,XI,5.  Ed. BAC. Madrid. 1999.

[8] JOSÉ LUIS MARTÍN DESCALZO:Vida y misterio de Jesús de Nazaret,VI,7. Ed.Sígueme. Salam.

[9] Revista 30 DÍAS: Año XIX - nº 11 del 2000.

[10]  VITTORIO MESSORI: Corrierre della Sera (Italia), miércoles, 9 de julio de 2003.

[11] JUAN MARÍA LUMBRERAS, S.I.: Jesucristo, 1ª, I, 1.  Ed. Atenas. Madrid. 1992.

[12] JEAN-CHARLES THOMAS: El Credo, V,1.  Ed. Mensajero. Bilbao.1995.

[13] MARIA GRAZIA SILIATO: El Hombre de la Sábana, XIV. Ed. BAC. Madrid, 1987.

[14] MANUEL GARCÍA BLÁZQUEZ: La búsqueda científica de Dios, VII.  Ed. Azahara. Granada.1996

[15] Revista 30 DÍAS,77 (1994) 61

[16] MANUEL CARREIRA, S.I.: Revista BIBLIA Y FE, 72(IX-XII,98)93

[17] JOHN P. MEIER: Un judío marginal, XI,3.  Ed. Verbo Divino. Estella. (Navarra).1998.

[18] BRUGGEBOES: Jesucristo, introducción práctica al Evangelio, V. Ed. Verbo Divino. Estella.

[19] Pedidos al autor. Apartado 2564. 11080-Cádiz. Tel.: (956) 222.838. FAX: (956) 229.450

[20] C. PLINIO. Epist, X, 97

[21] FLAVIO JOSEFO:Antiquitates Judaeorum, 18, III, 3

[22] JOHN P. MEIER: Un judío marginal, III.  Ed. Verbo Divino. Estella (Navarra). 1998.

[23] TÁCITO:Anales, XV, 44

[24] JOSÉ ANTONIO SAYÉS: Compendio de Teología fundamental, 2ª, I, 1, b.  Ed.EDICEP. 1998.

[25] J. HUBY, S.I.: El Evangelio y los Evangelios, I, 4.  Ed. PAX. San Sebastián.

[26] JUAN LEAL,S.I.: Valor histórico de los Evangelios, I,1.  Ed. Facultad Teológica,S.I. Granada.

[27] SAN PABLO: Carta a los Romanos, 10:15

[28] Evangelio de SAN JUAN, 7:46

[29] J. HUBY, S.I.: El Evangelio y los Evangelios, I, 5.  Ed. PAX. San Sebastián.

[30] Evangelio de SAN LUCAS, 1:2

[31] Concilio Vaticano II: Dei Verbum: Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación, nº 19

[32] Primera Carta de SAN JUAN, 1:1-3

[33] Evangelio de SAN LUCAS, 1:1ss

[34] Hechos de los Apóstoles, 1:1s

[35] DAVID FLUSSER: Jesús en sus palabras y en su tiempo. Ed. Cristiandad. Madrid, 1975

[36] VITTORIO MESSORI: Padeció bajo Poncio Pilato, VI. Ed. Rialp. Madrid. 1994.

[37] GEZA VERMES: Jesús el judío. Ed. Muchnik. Barcelona, 1980

[38]  VITTORIO MESSORI: Padeció bajo Poncio Pilato, XVI. Ed. Rialp. Madrid. 1994.

[39] ERNST KÄSEMANN: Essays on the New Testament. London, 1954

[40] G. BORNKANMM: Gesú di Nazareth. Ed. Claudiana. Torino, 1977

[41] VITTORIO MESSORI: Padeció bajo Poncio Pilato, V.  Ed. Rialp. Madrid. 1994.

[42] Concilio Vaticano II: Dei Verbum: Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación, nº 19

[43] F. VIZMANOS, S.I.: Teología Fundamental, pg. 297.  Ed. B.A.C. Madrid. 1963

[44] JUAN LEAL, S. I.: Valor histórico de los Evangelios, II, 2.  Ed. Escelicer. Cádiz.

[45] JUAN LEAL, S. I.: Valor histórico de los Evangelios, II, 4.  Ed. Escelicer. Cádiz.

[46] CÁNDIDO POZO, S.I.: Resucitó de entre los muertos,pg.5. Cuadernos BAC,nº93. Madrid.1985

[47] SAN IRENEO: Adversus Haereses, III, 11, 8

[48]P. VACCARI, S.I.: Revista BIBLICA, 20 (1939) 413s

[49] PIERRE GRELOT: Introducción a los libros sagrados, 3ª, XV, I, 3, c.  Ed. Stella. Buenos Aires.

[50] JUAN LEAL, S. I.: Valor histórico de los Evangelios, IV,1.  Ed. Escelicer. Cádiz.

[51] ALFREDO WIKENHAUSER: Introducción al Nuevo Testamento,1ª, VI, 2.  Ed. Herder.Barcelona

[52] J. HUBY, S.I.: El Evangelio y los Evangelios, III, 1.  Ed. PAX. San Sebastián.

[53] BEUMEN: El camino de la Fe, III,1.  Ed. FAX. Madrid

[54] JAMES AKIN:  Escritura y Tradición.  En INTERNET: Apologética Católica.

[55] JUAN LEAL, S. I.: Valor histórico de los Evangelios, II, 7.  Ed. Escelicer. Cádiz.

[56] JUAN LEAL, S. I.: Valor histórico de los Evangelios, II, 8.  Ed. Escelicer. Cádiz.

[57] JUAN LEAL, S. I.: Valor histórico de los Evangelios, II, 6.  Ed. Escelicer. Cádiz.

[58] JUAN LEAL, S. I.: Valor histórico de los Evangelios, II, 5.  Ed. Escelicer. Cádiz.

[59] FROILÁN HERRERA, O.C.D.: Los milagros del Redentor, XXVII.  Ed. Aldecoa. Burgos.

[60] SAN JERÓNIMO: Prologus in Mt.  MIGNE: Patrología Latina, XXVI, 18s.

[61] VACCARI, S.I.: La Sacra Biblia. Introducción a los Evangelios.  Ed. Salani.

[62] JOSÉ LUIS CARREÑO, S.D.B: El  último reportero, VIII, 6. Pamplona, 1977.

[63] JUAN LEAL, S.I.: Nuestra confianza en los Evangelios, nº 13. Ed. EAPSA. Madrid.

[64] MANUEL GONZÁLEZ GIL, S.I.: Cristo, el Misterio de Dios, 1ª,1º, III, 5. Ed. BAC. Madrid, 1976.

[65] Evangelio de SAN LUCAS, 1:3