7. El hombre se diferencia del animal en que tiene un alma inteligente.

 

7,1. Dice el Concilio Vaticano I: «Desde el principio del tiempo creó Dios de la nada la criatura espiritual y corporal, esto es, la angélica y la mundana, y luego la humana constituida de espíritu y cuerpo»[1] .

«El alma humana fue creada por Dios directamente de la nada»[2] .

Dice la Biblia que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. «Al hombre se le llama imagen de Dios por razón de su espíritu»[3] .

 

«El hombre vive por su alma»[4] . El alma vivifica al cuerpo. El alma es la fuente de la vida del hombre[5] . El alma es el principio vital del hombre[6] . Esto pertenece al depósito de la fe. Ha sido definido expresamente por la Iglesia[7].

 

La existencia del alma es una cosa tan clara que no se puede dudar de ella en sana Filosofía. «Cada vez es mayor el número de científicos que, en el tratamiento de la realidad existencial del alma humana, se alejan del dogma materialista que prohíbe terminantemente el hablar siquiera de ella, bajo el pretexto de que está demostrado “científicamente” su no existencia»[8] .

 

El alma es «el principio espiritual del hombre»[9] . El alma es la parte espiritual del hombre que sobrevive al cuerpo, y es la sede de las operaciones espirituales como, por ejemplo, el raciocinio.

 

Que la dualidad alma-cuerpo sea de origen platónico no excluye que también sea doctrina revelada. San Pablo[10] desglosa el ser humano en los elementos que lo componen. La psijé  (alma) aparece como distinta del cuerpo (soma) [11] .

 

Es de advertir que la palabras hebreas «basar» (carne) y «nefesh» (alma) expresan dos aspectos de la misma persona humana en su conjunto. Y es que en el hebreo bíblico no se pueden buscar términos filosóficos propios de una antropología posterior[12] .

 

«El alma es parte de un todo que muestra su composición dual por la diversidad de funciones con mutuas influencias, pero con resultados inconfundibles y propios de cada parte (...). Es una realidad no material responsable de la actividad consciente y libre del hombre»[13] 

 

«Karl Popper, una de las primeras figuras de la moderna Filosofía de la Ciencia, que estuvo enrolado en movimientos marxistas hasta que llegó al convencimiento de que el marxismo era una doctrina pseudocientífica y antihumana, afirma que el lenguaje humano implica una capacidad de razonar que debe ser considerada superior al conocimiento de los animales.

 

»Y John Eccles, Premio Nobel de Medicina, por sus investigaciones acerca del cerebro, comparte con Popper el rechazo del materialismo y admite la existencia en el hombre de un alma espiritual»[14] .

«Personalmente me veo forzado a creer que existe algo que podríamos llamar el origen sobrenatural de mi irrepetible autoconsciente, o de mi irrepetible individualidad o alma»[15] . «Tenemos que reconocer que el Yo es el efecto de una creación sobrenatural, de eso que en el sentido religioso se llama alma»[16] .

 

«El alma es la “forma”, la estructura óntica del hombre. Aquello que le hace ser, precisamente, hombre. Es algo real; es decir, como indica la definición de real: existencia efectiva y verdadera»[17].

 

Llamamos alma al principio vital. Por eso, en absoluto, se podría hablar de alma vegetativa en las plantas, de alma sensitiva en los animales y de alma racional en el hombre. Pero la costumbre ha reducido el nombre de «alma» al principio vital del hombre, que es intelectual, espiritual e inmortal.

 

«El concepto de alma es irrenunciable para toda antropología humanista desde el momento en que se convenga en designar con dicho concepto la diferencia cualitativa, entitativa, que destaca al hombre de cualquier otra realidad mundana»[18].

 

Yo me siento la misma persona que cuando era niño. Sin embargo, los elementos materiales de mi cuerpo han variado y se han transformado.

Es cosa sabida que las células del cuerpo humano se regeneran periódicamente. Incluso las neuronas que antes se creía que no se regeneraban, pero recientes investigaciones han demostrado que también se regeneran.

Así lo afirma la prestigiosa revista del Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos, y el Profesor de Neurología del Johns Hopkins  Hospital  Dr. Douglas Kerr[19].

Es decir, que a los cincuenta años no tengo nada de la materia del cuerpo que tenía a los veinte. Sin embargo mi YO ha permanecido. Yo me siento la misma persona. Hay algo en mí que da continuidad a mi ser. Es el alma. El alma me da conciencia de mi «yo». Por ella  pienso y quiero con libre albedrío[20] .

 

Dice Julián Marías[21] :«El alma es lo que designa la persona. No es lo mismo quién soy yo que la materia que constituye mi cuerpo mortal».

 

«Parece que algunos no se atreven ya a hablar del alma. Algunos sacerdotes evitan la respetable fórmula del catecismo como si nos encontráramos ante un elemento de la filosofía griega, extraño a la revelación; ante una descomposición de la realidad humana, de hecho indivisible...

 

 Evidentemente toda una parte de la enseñanza de la Iglesia se encuentra de este modo comprometida, y se desvanecen varios aspectos esenciales de la fe a falta de la idea de alma que les daba consistencia y expresión...

La existencia del alma, principio espiritual, inaccesible a toda corrupción, forma parte de la doctrina de la fe»[22] .

 

El hecho de que la dualidad alma-cuerpo responda a una mentalidad griega no significa que no pueda responder también a la verdad revelada. «No puede suponerse que sólo las categorías semíticas sean instrumento apto para la revelación de Dios. Dios ha hablado en la Sagrada Escritura “muchas veces y de muchas maneras”[23] . Si en un libro de la Sagrada Escritura se encontrara el mensaje de Dios expresado en categorías helénicas, este libro no tendría, por ello, menor autoridad que los libros que la expresan en categorías semíticas»[24] .

Por otra parte, «este esquema cuerpo-alma como realidades que constituyen al hombre, pero que son separables entre sí, se encuentra en las palabras de Jesucristo: No tengáis miedo de los que pueden matar el cuerpo, pero no pueden matar el alma[25] . Aquí se da una respuesta clara»[26]

 

Dice el teólogo alemán Ratzinger, Prefecto de la Congregación Vaticana para la Doctrina de la Fe: «Me parece que ya es tiempo de llegar a una rehabilitación en la teología de los tabuizados conceptos de “inmortalidad” y “alma”. Ciertamente no están faltos de problemática..., pero arrojarlos a la vía, es ingenuo»[27] .

 

Como dice Malebranche «el hombre tiene un cuerpo, pero no es un cuerpo». El sujeto que posee es diferente a la cosa poseída[28] . El hombre es algo más que su cuerpo. «Es el espíritu el que nos hace personas. Sin él  no  seríamos  más  que materia. Seríamos puros animales»[29] .

 

Uno de los hombres más eminentes de la ciencia británica contemporánea es Sir Francis Walshe, dice: «Creo que tenemos que volver al antiguo concepto de alma espiritual: esa parte integral de la naturaleza del hombre que es algo inmaterial, incorpóreo, sin la cual no se es persona humana».

 

Y C. S. Lewis, Profesor de la Universidad de Oxford, dice: «La naturaleza es absolutamente incapaz de producir el pensamiento... Ese elemento sobrenatural en el hombre, demuestra que existe algo más por encima y más allá de la Naturaleza»[30] .

 

El neurólogo australiano John C. Eccles, Premio Nobel, dice: «Los fenómenos mentales trascienden claramente los fenómenos de la Fisiología y la Bioquímica»[31] 

 

El 17 de mayo de 1979, la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, publicó una carta en la que se reafirman datos esenciales de la fe católica sobre el más allá. El Papa Juan Pablo II aprobó previamente el texto de la carta que tiene así el valor de magisterio auténtico papal. Allí se dice textualmente: «La Iglesia afirma que un elemento espiritual sobrevive después de la muerte. Un elemento dotado de conciencia y voluntad, de suerte que el mismo “ser humano” subsiste. Para designar este elemento la Iglesia usa la palabra “alma”, término usado en el lenguaje de la Biblia y la Tradición. Y aunque este vocablo tiene varios significados en la Biblia, la Iglesia piensa que no hay razones válidas para prescindir de esta palabra. Por otra parte, la Iglesia considera que es absolutamente indispensable el uso de alguna palabra para transmitir el dato de la fe de una supervivencia entre la muerte y la resurrección final»[32] .

 

G. Deutzenberg ha demostrado que la palabra griega psigé  tiene que ser traducida por «alma», y no por «vida»[33].

 

Finalmente dice San Pablo que el hombre está compuesto de cuerpo y alma[34] .

 

7,2. El alma no se ve. Pero hay cosas que existen aunque no se vean ni se sientan, como la presión atmosférica.

 

Dicen que un cosmonauta ateo hablaba con un neurocirujano católico. El ateo le dijo:

- Me he paseado entre las estrellas y allí no me he encontrado con Dios.

El católico le contestó:

- Y yo he operado muchos cerebros y nunca me he encontrado un pensamiento.

 

El alma no se ve porque es espíritu, y no todo se ve con los ojos de la cara. Tampoco se ve el espacio y el tiempo, sino que sólo se pueden ver las cosas que ocupan el espacio, y las cosas que cambian con el tiempo. Pero podemos conocer la existencia del alma por sus actos.

Para saber si por un cable pasa la corriente eléctrica, intercalas una bombilla. Si se enciende, entonces conoces, por los efectos luminosos, la existencia de la corriente; pero tú no has visto la corriente. Y si tocas ese cable, te da un calambrazo, aunque no veas la corriente.

Si detrás de una tapia ves una columna de humo, sabes que allí hay fuego; tú no ves el fuego, pero lo conoces por su efecto: el humo.

Al ver un río pienso en la existencia de un manantial sin verlo. Rutherford y Bohr conocieron el átomo sin verlo, por los datos obtenidos.

La existencia del alma la conocemos por sus efectos.

El alma humana es la base de la vida y de la inteligencia. Si no tuviéramos alma inteligente, no habría cultura, ni ciencia, ni artes, ni técnica, ni aviones, ni ferrocarriles, ni radio, ni televisión, etc.

El alma es lo que más vale de la persona humana. El valor material del cuerpo humano no llega a veinticinco pesetas.[35] 

 

7,3. El alma, para pensar, se sirve del cerebro como de un instrumento[36] ; pero el cerebro sin alma que lo vivifique, no hace nada; está muerto. Es una bombilla sin corriente. Si el cerebro piensa, es por el alma.

La diferencia entre el cerebro de un muerto y el de un vivo es que uno tiene alma y el otro no[37] .

El buril que graba en la piedra una sentencia filosófica es un instrumento necesario, pero no es la causa de la sabiduría de la sentencia.

El cerebro es condición para el raciocinio. La condición es necesaria, aunque no sea causa. Como la ventana es condición necesaria para que la luz del Sol entre en la habitación. Pero la causa de la luz no es la ventana sino el Sol. La causa del raciocinio es el alma. El cerebro es tan sólo la condición, el instrumento.

Después de un concierto se felicita al violinista, no al violín; aunque el violinista  haya necesitado el violín.

El cuadro de las lanzas de Velázquez no se debe al pincel. Se debe al artista, al pintor, a Velázquez. Es verdad que Velázquez con una escoba no lo hubiera pintado. Velázquez necesitó el instrumento del pincel. Pero el autor del cuadro no es el pincel, sino el artista. El cerebro es instrumento del alma. Por eso el cerebro para pensar necesita del artista, el alma. Y si el cerebro está lesionado, el alma no funciona bien. El alma y el cerebro se influyen mutuamente[38] .

 

Wilder Penfield de la Universidad de Montreal, que se dedicó toda su vida, como neurólogo y neurocirujano, al estudio de la persona y del cerebro humano[39] , dice: «El cerebro se parece mucho a un ordenador. Sin embargo, la mente, el espíritu, es algo independiente del cerebro. La mente no es un producto del cerebro. La mente no es algo físico. Depende del cerebro pero no es el cerebro, no es algo fisiológico. Ningún científico ha logrado demostrar que la mente tiene explicación material»[40] .

 «El espíritu, inteligencia o mente, no es una producción material»[41] .

«No está decidido, ni filosófica ni científicamente, que la mente sea el cerebro. Filósofos como Popper, y entre nosotros Zubiri, y neurólogos tan altamente cualificados como Eccles, Penfield,Sperry  y otros, se oponen firmemente a la reducción de la una al otro»[42].

«Si es cierto que el cerebro puede ser comparado a una máquina provista de todos los dispositivos electrónicos más perfectos y los conmutadores mejor ajustados, es necesario, sin embargo, que le añadamos un operador: el alma»[43] .

 

En la corteza cerebral hay treinta mil millones de células nerviosas[44] . Querer comprender la mente humana estudiando sólo el cerebro, es como pretender entender un programa de televisión estudiando sólo los transistores y los circuitos integrados del interior del televisor. El programa de televisión supone muchas horas de pensar de técnicos, programadores, realizadores, etc.

 

Hoy se habla de la, mal llamada, «inteligencia artificial» de los ordenadores, hasta el punto de que Minsky ha dicho que «el cerebro es una máquina de carne»[45] .

 «Sólo se le puede llamar de ese modo por un parecido con alguna de las funciones razonadoras de quien sí es inteligente. Con su ayuda, la inteligencia puede ejecutar razonamientos en tiempos imposibles para el ser humano por sí solo. La inteligencia artificial, más que inteligencia, es instrumento de la inteligencia. (...) Lo de las computadoras no es inteligencia, porque no van más allá de lo que se les programa. No tienen realmente capacidad de analizar, sino sólo de comparar lo que se les entrega como dato o situación con modelos que también se les han dado para que ejecuten, o no, una operación u otra, según las instrucciones también definidas previamente»[46] .

La máquina puede calcular mejor que el hombre, pero es incapaz de sentimientos, y de reproducirse[47] .

Una computadora electrónica puede diagnosticar una enfermedad e incluso programar un tratamiento, pero no puede captar factores psicológicos del enfermo, como el temor, la ansiedad, la frustración, etc., que el médico puede captar y tener en cuenta. El ordenador no siente cariño, ni alegría, ni remordimientos. El ordenador archiva datos, pero no tiene conciencia ni iniciativa. Un magnetófono graba lo que se le dice, pero es indiferente a lo que se le diga. Lo mismo se queda si se le cuenta un chiste que si se le insulta. La persona humana, no.

 «Los procesos psíquicos no poseen ninguna de las propiedades que observamos en la materia... Por otra parte, la materia no presenta ninguna de las propiedades de lo psíquico... El hombre aúna ambas clases de procesos: su cuerpo se compone de materia, y su vivencia consciente es de naturaleza inmaterial, psíquica»[48].

 

El célebre investigador cerebral del Hospital «Ramón y Cajal» de Madrid, el Dr. Rodríguez Delgado, Director del Centro de Estudios Neurobiológicos, Académico de la Real Academia de Doctores, dijo por Radio Nacional de España, el lunes 12 de marzo de 1984, a las 11:30 de la mañana, entrevistado por Silvia Arlet, que el cerebro y el alma son dos cosas distintas. El cerebro se palpa, se pesa, se mide; y el alma no. Hay que distinguir entre las funciones cerebrales y el cerebro. La memoria, -dijo el Dr. Rodríguez Delgado- está en el cerebro pero no es el cerebro. «El cerebro y el alma son cosas distintas», dijo este eminente investigador del cerebro.

«La mente ostenta unas propiedades y unas facultades funcionales que rebasan lo puramente biológico y fisiológico, y con mayor razón lo físico»[49]. Reducir el pensamiento al cerebro material es como en un cuadro de Goya examinar el lienzo y los colores yuxtapuestos, pero desconocer el arte, que es de orden espiritual. Lo mismo que un libro es algo más que papel y tinta. Lo importante son las ideas que transmite. Y esto es espiritual.

Recientemente se ha descubierto la antimateria, pero ésta no debe confundirse con el espíritu. La antimateria es materia de signo contrario: electrón positivo y protón negativo. Los actos espirituales están en otro plano.

 

8.- Sin alma inteligente no podríamos progresar.

 

8,1. El hombre progresa porque tiene inteligencia. El animal no progresa por-que no la tiene.

La vida de las abejas que describió Virgilio hace dos mil  años, era exactamente lo mismo que la de hoy[50] .

Las golondrinas construyen sus nidos hoy lo mismo que hace dos mil quinientos años, según la descripción que entonces hizo Heródoto[51] .

En cambio, el hombre, que empezó viviendo en cuevas, luego construyó chozas y cabañas, y después casas, palacios y rascacielos. ¿ Qué diría un sabio de la civilización antigua si resucitara hoy y se encontrara con inventos como el avión y el submarino, la radio y la televisión, la corriente eléctrica y los «rayos X» ?

 

Con todo, es evidente que el progreso técnico tiene un límite.

Hoy se ha llegado a medir tiempos de millonésima de segundo, y espacios millones de veces más pequeños que el diámetro de un cabello; pero es evidente que alguna vez se llegará a un límite.

 

La proeza técnica y científica más portentosa de nuestra generación ha sido el alunizaje del Apolo XI norteamericano con los cosmonautas Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins, el 21 de Julio de 1969, cuando por primera vez en la historia de la humanidad el hombre puso el pie en la Luna.

Menos espectacular, pero también muy interesante, desde el punto de vista técnico, y científico fue el lanzamiento del Lunik III soviético que, rodeando la Luna, fotografió su cara oculta, que jamás nadie había visto en toda la historia de la humanidad. La razón de esto es que en la Luna coinciden los períodos de rotación y traslación[52] , es decir, que la Luna tarda el mismo tiempo en dar la vuelta alrededor de su eje que alrededor de la Tierra. Por lo tanto siempre ofrece a la Tierra la misma cara. Para verla por detrás había que llegar hasta ella y rodearla, y eso es lo que hizo por primera vez el la historia el Lunik III soviético.

 

El hombre -como tiene alma inteligente-, ve, observa, discurre y deduce. El animal -como no la tiene- ve, pero no deduce nada. No sabe discurrir. El animal obra a ciegas. Sigue los instintos que Dios le ha puesto, sin saber por qué.

El instinto es como una máquina automática. Funciona siempre igual.

«Lo que impropiamente solemos llamar inteligencia animal es su capacidad para moverse entre estímulos»[53] . El animal responde de la misma manera a los mismos estímulos que excitan sus instintos. En cambio el hombre puede modificar sus respuestas al estímulo. Los animales aprenden cosas por asociación de imágenes y sentimientos; pero no son capaces de hacer un silogismo, un raciocinio. Se amaestran a base de palo y golosinas.

Los instintos animales tienen una memoria sensitiva que les impide repetir los mismos errores.

La memoria sensitiva es mera yuxtaposición de imágenes. Es algo muy distinto del raciocinio humano en el que se afirma la correspondencia de dos ideas[54].

 

Pero la memoria sensitiva de los animales no tiene nada que ver con la memoria espiritual, propia del raciocinio humano, que permite al hombre pasar de lo conocido a lo desconocido, y así hacer posible el progreso, ausente en los animales.

 

Como los animales no tienen inteligencia, tampoco engañan.

 

Los animales tampoco tienen escritura. El hombre, con su alma inteligente, fue progresando hasta inventar la escritura 3.000 años antes de Cristo. La escritura aparece casi simultáneamente en Mesopotamia, en Egipto, en China y en la cultura maya en Centroamérica. En un principio los signos cuneiformes mesopotámicos, los jeroglíficos egipcios, etc. sólo representaban ideas. Más tarde se inventó el alfabeto que fue uno de los grandes inventos de la humanidad, comparable a la rueda, el fuego o la imprenta[55].

 

8,2. La inteligencia humana nos permite pasar de lo conocido a lo desconocido.

En un iceberg los ojos sólo ven la novena parte de la montaña de hielo: debajo del agua hay 8/9 partes que no se ven, pero que puedo conocerlas por mi inteligencia.

 

En 1846 Leverrier descubre y localiza con exactitud, sin haberlo visto jamás, el planeta Neptuno, calculando la desviación de la órbita de Urano[56], que había sido descubierto en 1781 por William Herschel. El astrónomo alemán Galle dirigió su telescopio al lugar donde Leverrier le indicaba y allí se encontró con Neptuno[57]     

En 1915 del mismo modo, estudiando las irregularidades en la órbita de Neptuno, Lowell descubrió a Plutón que no pudo ser visto hasta el 12 de marzo de 1930[58] por Clyde Tombaugh que murió a los noventa años en Mesilla Park (Nuevo Méjico) el 17 de Enero de 1997[59] .

Actualmente se busca el Planeta X, que se supone a unos diez mil millones de kilómetros del Sol[60] .

 

La estructura del átomo, formado por neutrones y protones en el núcleo, y electrones en la órbita, fue descubierta por Bohr y Rutherford mucho antes de que el átomo pudiera ser visto. En la EXPO de Sevilla de 1993 pudimos ver un átomo de hidrógeno aumentado mil millones de veces.

«El mesón y el neutrino fueron previstos más de una década antes de haber sido observados»[61] .

Paul Dirac, Premio Nobel de Física, predijo la existencia de los electrones positivos antes de su descubrimiento experimental realizado por el norteamericano Anderson en 1932[62] .

 

En enero de 1972 se descubrió en la Sierra de Güéjar (Granada) un yacimiento de fósiles marinos de una antigüedad de más de treinta millones de años, y a una altura de más de mil metros. Esto indica que esas alturas estuvieron un día cubiertas por el mar. Los ojos sólo nos dan la existencia de los fósiles, pero la inteligencia nos dice que esos fósiles sólo el mar pudo dejarlos ahí.

En 1769 James Watt, al ver levantarse intermitentemente la tapadera de una olla puesta al fuego, dedujo la fuerza expansiva del vapor de agua e inventó la máquina de vapor. Más tarde, en 1814, Stephenson construye la primera locomotora del mundo.

¿Cuándo un gato ha inventado una locomotora por ver levantarse la tapa del puchero? Ningún animal inventa nada. El hombre se diferencia del animal en que gracias a su inteligencia domina a la Naturaleza: domina el frío y el calor con el aire acondicionado, acorta la distancia con los medios de locomoción, aumenta el poder de la visión del ojo con el microscopio, y el alcance del oído con la radio, etc.

 

Sin embargo los animales superan al hombre en la perfección de los sentidos: el águila ve más que el hombre, el perro tiene mejor olfato que el hombre, y el mulo, más fuerza. Incluso «algunos animales oyen infrasonidos (por debajo de los 20 ciclos), que el hombre no capta. Así se explica el desasosiego de muchos animales poco antes de que se produzca un terremoto, pues captan las vibraciones de baja frecuencia que preceden a la sacudida sísmica

»Con experimentos muy sencillos se puede comprobar que las abejas ven el ultravioleta, un “color” totalmente indetectable e inimaginable para nosotros. Y ciertas especies de serpientes ven el infrarrojo, igualmente inexistente para nuestros ojos»[63].

 

9.- Sin alma inteligente no podríamos comprender las ideas abstractas, ni sentir el deber y la virtud.

 

9,1. En el hombre hay algo que no es materia; ilusión, emoción, odio, intuición esperanza, etc. Tenemos capacidad para lo no material[64] . El espacio y el tiempo son conceptos no materiales, no se captan con los sentidos, pues ni se ven ni se tocan.

Espacio es lo que hay entre las cosas; y tiempo es la duración del movimiento.  Si no hay cosas, no hay espacio; y si no cambian, no hay tiempo.

Los sentidos sólo captan lo material: con mis ojos puedo distinguir un triángulo equilátero de otro isósceles o escaleno; pero con mis ojos no puedo captar la triangularidad. Con mi entendimiento, sí.

Hay cosas que superan lo material. Yo puedo medir con aparatos la miopía y la sordera; pero no el remordimiento.

Yo puedo ver un hombre justo, pero no puedo ver la justicia que es una idea abstracta. Las ideas abstractas las capta el entendimiento.

 

Los animales al no captar ideas abstractas no pueden preocuparse de los problemas filosóficos o religiosos, que son exclusivos del hombre.

El hombre, por tener alma inteligente, comprende lo abstracto, lo que no se ve ni se toca, lo que no es cuadrado ni redondo, lo que no tiene sabor ni color: la honradez, la gratitud, el deber. Pues, ¿crees que te haría mucho caso un burro si le hablaras del deber?

El burro sólo obedece al palo. El animal nada sabe del deber, pues el deber no se ve ni se toca; se entiende. Y el animal no tiene alma inteligente: ve y siente, pero no entiende nada. El animal sólo tiene vida sensitiva. Se le puede educar y amaestrar, pero a base de palo y golosinas. No entiende de razonamientos. No capta relaciones de ideas. Sólo capta sensaciones: si tú te haces amigo del perro de tu cuñado, el perro terminará por conocerte al verte, al olerte, o al oír tu voz. Por sensaciones. Por los sentidos. Pero nunca te conocerá como cuñado de su dueño. El animal sólo tiene conocimientos sensitivos, no puede captar ideas.

 

Por instinto de conservación el perro me puede conocer como amigo o como enemigo. Si me conoce como amigo, mueve el rabo; si como enemigo, gruñe. Pero estos conocimientos son sensitivos. Por un lenguaje inadecuado, a veces, se da a estas sensaciones sensitivas un significado espiritual, y decimos que el perro tiene alegría, por la satisfacción que siente junto a su amo; y que está triste cuando lo pierde. Pero estos sentimientos son de orden sensitivo. Lo mismo que nuestro bienestar depende de la temperatura de la habitación, lo cual es puramente sensitivo.

Este lenguaje inadecuado es muy frecuente. También decimos que el ordenador está pensando, cuando lo que hace es buscar una palabra o un documento. Y esta operación es puramente material, no tiene nada de reflexión, que es de orden espiritual.

 

«Mientras que nuestros sentidos son comunes con los animales, el entendimiento capaz de raciocinio abstracto es propio del hombre»[65].

 

Un perro ante un libro abierto sólo aprecia el papel blanco, la tinta negra y los colores de las fotos; pero se queda indiferente ante los que diga esa página, pues no capta las ideas porque éstas no son materiales. El hombre no se queda indiferente ante las ideas porque tiene alma espiritual que capta lo que no es material.

 

Si no tuviéramos alma espiritual, capaz de captar ideas, ante un escrito nos quedaríamos igual que el que no entiende el telégrafo morse, ante una tira de puntos y rayas, que se queda lo mismo si la noticia recibida es buena o es mala.

«Fuera de la especie humana no conocemos ningún animal capaz de hacer razonamientos abstractos... La actividad mental humana basada en conceptos abstractos es cualitativamente diferente a los procesos bioeléctricos que ocurren en el cerebro... Existe en nosotros un ente no material capaz de razonamientos abstractos»[66] .

 

Si un profesor de matemáticas traza una circunferencia en la pizarra y señala el centro la define así: «La circunferencia es una curva cerrada en la que todos los puntos equidistan de otro llamado centro».

El alumno que le ha escuchado comprueba la correspondencia entre la definición que ha escuchado y el dibujo que tiene delante. Pero un hipotético gato presente en la clase ha oído lo mismo y ve el mismo dibujo, pero es incapaz de comprobar nada.

Los animales sólo se mueven por el instinto de conservación del individuo y de la especie: reproducción y supervivencia (alimentación y defensa de la vida).

Al hombre le gusta celebrar grandes acontecimientos de su vida: nacimientos, bodas, muertes, aniversarios, etc. Los animales no entienden de celebraciones.

El Premio Nobel de Medicina, Alexis Carrel, dice: «el alma es el aspecto de nosotros mismos que es específico de nuestra naturaleza, y que distingue al hombre de los demás animales»[67] .

Los animales tienen modo de comunicarse. Pero esto no es prueba de inteligencia.

 

 Esta comunicación entra en el campo de los instintos. Un canario puede emitir un conjunto de sonidos instintivos, pero es incapaz de interpretar la partitura de una sinfonía de Beethoven.

El animal no tiene escritura. El hombre inventó la escritura: la cuneiforme en Mesopotamia y los jeroglíficos en Egipto.Después inventó el alfabeto, uno de los descubrimientos más grandes, similares a la rueda y el fuego.

«Entre el lenguaje humano y la comunicación de los animales existe un foso insalvable. Los animales son capaces de expresar distintos estados afectivos: amistad, temor, sorpresa, etc.; pero son incapaces de expresar juicios. Algunos chimpancés pueden repetir palabras sencillas, pero son incapaces de construir frases»[68] . A pesar de que un chimpancé tiene un aparato vocal capaz de pronunciar toda clase de palabras, después de seis años de instrucción, sólo se consiguió que pronunciara seis palabras; mientras que un niño en ese tiempo es capaz de conocer y pronunciar más de dos mil. Es que no se trata de voz, sino de inteligencia.«La posesión de un lenguaje articulado es prueba evidente de la supremacía del hombre. El lenguaje de los animales, cualesquiera que sean sus modalidades, no va más allá de un encadenamiento de automatismos»[69] .

 

Los animales tampoco ríen, pues para captar el humor hace falta inteligencia.Si le das un libro de cuentos a un niño, se divierte y se ríe con los dibujos. Pero si ese libro se lo das a un gato, se queda indiferente. Los animales no captan el humor, porque no tienen inteligencia.

 

Los animales no captan la causalidad, pues para eso hace falta tener inteligencia.

En octubre del año 2003 hubo en Los Ángeles (California) un tremendo incendio que, además de producir muchos muertos, dejó sin hogar a más de diez mil personas. Parece que fue provocado. Esto causó general indignación; pero los perros que presenciaron el incendio no pudieron indignarse pues nada podían saber de las causas del incendio: no tienen inteligencia.

 

9,2. Nuestra alma inteligente es el gran abismo que nos separa de los animales. Gracias a Dios, los hombres somos algo más que animales. Tenemos un alma inteligente, espiritual e inmortal, destinada a conocer a Dios y a gozar de la gloria por toda la eternidad.

 

10.- Nuestra alma inteligente es además espiritual e inmortal.

 

10,1. Se prueba que el alma es espiritual porque realiza actos intelectuales con los que capta lo que no impresiona a los sentidos[70] , lo que no se ve ni se toca, lo que no tiene color, ni forma, ni peso; lo que no es material: el deber, la justicia, la nobleza, el honor, la virtud, el heroísmo. Los sentimientos de envidia, odio, venganza, avaricia, ambición, orgullo, son de carácter espiritual. Lo mismo que la amabilidad, generosidad, bondad, etc..

Es propio del ser humano tener ilusiones. La ilusión no tiene nada de material. Es propiedad exclusiva del alma espiritual.

 

Los conceptos abstractos no están sujetos al tiempo y al espacio. Son de ayer y de hoy, de aquí y de allí. No como la flor que veo aquí y ahora. Ayer era capullo y mañana se secará. En cambio, los conceptos abstractos son invariables en el espacio y en el tiempo. El concepto de triangularidad se aplica exactamente igual a todos los triángulos posibles de todos los tiempos y de todas las formas: sean equiláteros, isósceles o escalenos.

Cuando yo digo «madre», «hijo», «hermano», además del proceso físico y fisiológico de ondas sonoras y nerviosas que llegan de mis cuerdas vocales a tu tímpano, y de tu oído al cerebro, hay algo muy distinto de la materia que sale de tu corazón y se traslada donde está tu madre, tu hijo o tu hermano. Decir «te amo» y «I love you» suenan de modo totalmente diferente. Sin embargo el español y el inglés entienden la misma idea. El proceso físico-biológico de ondas sonoras y sensitivas es distinto. Pero la idea que expresan es la misma. Lo que pertenece al orden material es distinto, pero la idea que se capta con el alma espiritual es la misma.El alma compara dos ideas y ve su conformidad o disconformidad.

Si yo escribo en una pizarra «el azúcar es rojo y el clavel es dulce», tú captas la desconexión de las ideas; pues lo rojo no es el azúcar sino el clavel, y lo dulce no es el clavel sino el azúcar. Esto lo captas porque tienes una potencia espiritual que capta las ideas. El proceso físico-fisiológico de la pizarra a la retina y al cerebro es igual en los dos casos. Si alguien insulta a tu madre, te duele; pero si la frase va dirigida a un magnetófono, éste graba la frase pero no se ofende.

Una computadora puede hacer operaciones matemáticas. Pero solamente las operaciones para las que ha sido previamente programada.

Por otra parte la máquina es incapaz de sentir responsabilidad, pundonor, agradecimiento, amor, odio, miedo, tristeza, pena, vergüenza, remordimiento, arrepentimiento, etc.[71] . Estos son sentimientos de rango espiritual superiores a lo meramente material[72] .

«El espíritu existe en el hombre, porque la ciencia no puede explicar el raciocinio, ni tampoco el libre albedrío... El ser humano conoce, además de los objetos concretos, las nociones abstractas y universales, lo que solamente puede conseguirse con un imponderable principio espiritual»[73] .

Un animal puede distinguir por los sentidos cosas concretas, por ejemplo, un triángulo equilátero de otro isósceles o escaleno. Pero nunca podrá captar la idea de «triangularidad» que es de orden espiritual.

Ahora bien, el efecto no puede ser de naturaleza superior a la causa que lo produce: un huevo de gallina no puede salir de un pino. Nadie da lo que no tiene. Si tú no tienes mil pesetas no puedes prestármelas. Si el alma es capaz de actos espirituales es porque es espiritual[74] . Lo espiritual no puede salir de la materia. El alma espiritual es superior a la materia, no puede salir de la materia. La materia engendra sólo materia. El espíritu no está sujeto a las leyes de la materia. Un juicio, un raciocinio o un acto de voluntad no se pueden ver, oler o pesar.

 

10,2. El alma produce operaciones espirituales, luego es espiritual[75] .

Es más, «el hombre puede conocer su propio potencial psíquico; puede darse cuenta de que piensa y de que sabe. La conciencia y el juicio no son un simple cambio de grado o calidad con respecto al instinto animal, sino un cambio absoluto de naturaleza y de estado»[76] .

Los animales conocen; pero no saben que conocen. El hombre es el único que puede reflexionar y darse cuenta de que sabe[77] .

«Sólo el hombre, entre todos los vivientes de la Tierra, conoce su propio conocer: sabe que sabe»[78].

 

Por eso, mejor que llamar al hombre «animal racional» como dijo Aristóteles, sería más exacto decir que «el hombre es un animal reflexivo». El hombre no es sólo un «ser que sabe» sino también un «ser que sabe que sabe». Lo que caracteriza al hombre es la conciencia reflexiva.

«El hombre es un ser que se pregunta por el último sentido de lo que hace y de lo que es. Ésta es una pregunta que no se hace el animal»[79] .

El hombre es un ser que se plantea problemas. Por esto se distingue de los otros seres que componen el Universo.

Lo lógico del hombre es que se haga preguntas transcendentes: «Es irrenunciable que el hombre se pregunte sobre el origen del  Universo... La  negativa  a  razonar sobre este problema es irracional: contradice la propia esencia de la razón»[80] 

«La materia inerte no se plantea ninguna cuestión sobre sí misma. La mesa es lo que es, sin inquietarse por lo que es, o lo que debe ser. El animal tampoco discurre. Vive, ejerce sus apetitos y sus instintos, pero sin reflexionar, sin interrogarse sobre ellos: sobre su objeto y sobre su valor.

El hombre, por el contrario, es capaz de reflexionar, de volver sobre sí y sobre sus actos. «En la interrogación y en la reflexión, nacen y maduran nuestras acciones auténticamente humanas»[81] .

 

Le oí decir al Padre Pilón, S.I., en un Congreso de Parapsicología en Toledo el 28 de febrero de 1988, que la conciencia es totalmente distinta de las sensaciones propias del mundo animal. Estas sensaciones pueden medirse materialmente, pero no así la percepción de la conciencia.

A propósito de la diferencia entre el alma y el cuerpo le oí decir a Julián Marías en una conferencia que pronunció en el Colegio Oficial de Médicos en Madrid, estas ideas:

El cuerpo me dice qué soy, pero no quién soy. El quién es propio del alma. El cuerpo me dice que estoy hecho de carbono, oxígeno, nitrógeno, calcio, hierro, etc. Pero la personalidad, la simpatía, la cordialidad, la amabilidad, la sinceridad, el orgullo, la soberbia, la mentira, el odio, la venganza, son defectos y virtudes espirituales. Un chequeo médico descubre mi cuerpo enfermo: que soy diabético, que tengo colesterol, o que soy miope; pero al mismo tiempo mi espíritu, mi ánimo, mi alegría, mi optimismo pueden ser muy saludables. Aunque haya cierto influjo entre el cuerpo y el alma, evidentemente que el hombre no se reduce a lo que es su cuerpo, sino que es más importante quién es su persona: esto es algo que trasciende la materia.

Vivimos ajetreados. Queremos hacer muchas cosas y no tenemos tiempo para nada. Giramos en círculo y no avanzamos. Y es que no hay horizonte. Muchos ignoran el sentido de la vida. Ignoran el porqué y para qué de la vida. Sin embargo todo ser racional debería preguntarse; ¿Qué hago en la vida? ¿A dónde voy? ¿Qué hay después de esta vida?[82]

Sólo quien tenga una respuesta clara puede vivir con optimismo. Esa idea clara, segura, optimista, sólo la proporciona la fe.

 

Toda persona con sentido común tiene que darle un sentido a su vida. Hay que saber por qué y para qué vivo. Mi vida me la hago yo con mis actos. Si no tengo una finalidad es como amontonar ladrillos sin saber lo que se quiere construir. No es lo mismo realizar un trabajo absurdo que trabajar para algo que merece la pena.

No tener una meta en la vida es como subirse a un tren sin saber a dónde me lleva. Tener un ideal en la vida nos da esperanza, alegría y optimismo.

Muchos ponen su ideal en el dinero y en disfrutar. Pero antes o después reconocen su desilusión, porque la componente espiritual del hombre no se satisface con cosas materiales. Lo único que llena al hombre es Dios y el servicio del prójimo. Y estas dos cosas las ofrece la religión. Por eso el creyente que vive su fe es la persona más feliz de la tierra.

 

10,3. La espiritualidad del alma se prueba, además, porque el hombre es libre. Que el hombre tiene libertad es dogma de fe[83] .

«Libertad significa autodeterminación. Ausencia de determinación tanto interna como externa[84] .

Nuestra libertad podrá verse influenciada por diversas circunstancias externas o internas a nosotros mismos.

La Endocrinología estudia, por ejemplo, el influjo del tiroides en el psiquismo[85] .

Pero siempre quedará en pie que, en condiciones normales, tenemos libertad. Y lo probamos con la propia experiencia.

Yo soy consciente de que tengo libertad para rascarme la nariz, o cualquiera de las dos orejas, indistintamente. En cambio, sé que no puedo detener libremente las palpitaciones de mi corazón.

Tampoco soy libre para dejar de tener hambre, si dejo de comer.

Es decir, nadie puede discutirme que soy libre para algunas cosas, aunque no para todo.

 

El ser humano, al ser persona racional, tiene la facultad de poder disponer de su voluntad de un modo intransferible, de modo que ningún otro ser puede suplantar.

 

Y la prueba de que todos los hombres creemos en la libertad humana, es que nos indignamos ante ciertas acciones monstruosas que suponen libertad y responsabilidad: un hijo que apuñala a su madre para robarle. En cambio, si la acción se hace sin libertad (el que apuñala a su madre estaba loco) esto no provoca indignación, sino que da lástima.

 

Si el hombre no es libre, es tan impotente para modificar su conducta, como lo es para modificar la ruta del Sol. En este caso, no tienen sentido ni las sanciones ni las condecoraciones. Si las hay, es porque todo el mundo está de acuerdo en que el hombre es libre y responsable de algunos de sus actos.

Si el hombre tiene libertad es porque es algo más que materia. La materia no tiene libertad: obedece indefectiblemente a las leyes físicas. «Es materia, dice Weizsäcker, lo que se atiene a las leyes físicas»[86] . La libertad humana trasciende las leyes físicas. Una máquina responde siempre de la misma manera a los mismos estímulos, en las mismas circunstancias. Si el motor de la moto no arranca, no es porque no quiera. Será que no tiene gasolina, o que no tiene la bujía en condiciones. Pero si no arranca, no la castigas; porque sabes que no tiene libertad. Buscas la causa y la remedias, porque sabes que si todo está es condiciones el motor arranca necesariamente. En cambio, el hombre puede obrar con libertad. Por eso al asesino se le mete en la cárcel; pero no se encarcela a una máquina que ha triturado a un hombre, pues no tiene responsabilidad.

 

10,4. Los animales tampoco tienen libertad[87] . Sus movimientos espontáneos se deben a los impulsos de sus diversos instintos de conservación del individuo y de la especie: buscar alimento, defender su vida y reproducirse.

El hombre, al ser libre, puede escoger lo que quiera entre dos cosas. El animal, como no es libre, no puede escoger. Sigue necesariamente lo que más atrae su sensibilidad: el estímulo más fuerte de sus instintos. El hombre puede renunciar a su apetito. El animal no[88] . El animal no puede subordinar lo placentero a lo honesto. El hombre, sí. El hombre puede oponerse a las inclinaciones de sus instintos para servir a un ideal[89] .

«Dice un famoso texto de Scheler que el hombre es “el único animal capaz de decir NO a la satisfacción de sus apetencias instintivas”»[90] .

 

No es lo mismo libertad que libertinaje.

La libertad es un bien.

El libertinaje, un mal.

La libertad se convierte en libertinaje cuando se olvida de los derechos de los demás.

La libertad personal debe estar siempre subordinada al bien común.

 

La libertad, lo mismo que el fuego o el agua, son buenos cuando están controlados. Pero cuando actúan sin control, lo devoran todo.

 

Eulogio López, en la revista Hispanidad  de INTERNET[91] , SEÑALA TRES NIVELES DEL MODERNISMO:

a) Lo que es real, debe ser legal: uniones de hecho, homosexualidad.

b) Lo que es legal es bueno: ABORTO, EUTANASIA.

c) Lo que no está en la ley, no existe: la justicia no lo puede perseguir: satanismo.

 

10,5. Pero además, la existencia del alma espiritual es algo que se percibe.

Dice San Pablo: «Siento en mi cuerpo bajos instintos contrarios a mi espíritu. Me encuentro prisionero de la ley del pecado que está en mi cuerpo. Por eso actúo no como yo quiero, sino según el pecado que llevo dentro. El bien que quiero hacer, no lo hago; el mal que no quiero hacer, eso es lo que hago. Cuando quiero hacer lo bueno, me encuentro con lo malo en mis manos»[92] .

 

Dice Ovidio: «Video meliora proboque, deteriora sequor»: Veo lo mejor y lo apruebo, pero hago lo peor[93] .

 

«El hombre debe seguir la ley moral que le impulsa a hacer el bien y evitar el mal.

Esta ley resuena en su conciencia.

Pero herido en su naturaleza por el pecado original, está sujeto al error e inclinado al mal en el ejercicio de su libertad»[94] .

 

Todos notamos en nuestro ser dos partes: una baja y otra alta; una que prefiere lo cómodo, y otra que prefiere lo heroico; una que se inclina al placer, y otra que frena ante lo que está prohibido; una que huye ante el dolor, y otra que se enfrenta con la misma muerte cuando lo exige el deber.

 

Ahora bien, el instinto de conservación es esencial a toda naturaleza.

La planta se agarra con sus raíces a la tierra; los animales se defienden como fieras.

 

En cambio, el hombre, cualquiera que sean su religión y sus ideas, estima que hay ocasiones en las que vale la pena dar la vida por otros valores no materiales. Y los que así lo hacen son llamados héroes.

Esto significa que el hombre es algo más que materia. Si el hombre fuera exclusivamente materia, el bien supremo del hombre sería la vida terrena, y vemos que no lo es[95] .

 

La motivación del actuar es triple:

a) Por placer: propio de los animales que siguen sus instintos.

b) Por utilidad: propio de las personas inteligentes que no hacen cosas inútiles.

c) Por moralidad: propio de las personas virtuosas que procuran agradar a Dios[96]

 

Por otra parte, en el hombre tiene más importancia lo que pertenece al espíritu que lo que pertenece al cuerpo.

Una bofetada en público duele más por lo que tiene de humillación que por el dolor físico que produce.

El remordimiento de una mala acción se siente en el alma. El cuerpo puede quedarse satisfecho, y el alma no.

 

Si Dios es justo, no pueden estar igual el terrorista que ha puesto una bomba que sus víctimas inocentes.

Y sabemos que Dios es justo.

Pero vemos que en el mundo no hay justicia: muchos malos triunfan, y muchos buenos no reciben la recompensa de sus buenas obras. Luego tiene que haber después otra vida, donde Dios dé a cada uno el premio o el castigo que mereció[97] .

Es decir, que el alma tiene que sobrevivir al cuerpo.

Si el alma sobrevive al cuerpo, es porque no necesita del cuerpo para existir[98] , es decir, porque es espiritual.

 

Se llama espiritual todo lo que no depende intrínsecamente de  la materia para existir.

Todo lo que puede existir separado de la materia, como ocurre con el alma, es espiritual.

 

  En 1972, el jesuita español, P. Oscar González de Quevedo, Profesor de Parapsicología en las facultades de Anchieta en San Paulo (Brasil) y en la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro, estuvo en España dando cursillos de Parapsicología. Dio conferencias y realizó pruebas en las que resulta clara la existencia del alma espiritual. Por eso en uno de sus libros hace esta afirmación: «Hoy no hay en ninguna parte del mundo un parapsicólogo materialista»[99] .

Todos saben que tenemos alma espiritual.

 

La psiquiatra suiza, doctora Elizabeth Kübler-Ross, tanatóloga, es decir, especialista en el estudio de la muerte, que ha entrevistado a más de veinte mil moribundos, muchos de los cuales han sido reanimados después de una muerte clínica, afirma que la realidad de otra vida, después de la muerte, es algo absolutamente cierto[100] .

 

Es curioso el libro del doctor norteamericano médico-psiquiatra Raymond A. Moody, titulado Vida después de la vida, donde recoge los relatos de un centenar de personas, que estuvieron clínicamente muertas, y después volvieron a la vida.

Exponen unas interesantes experiencias en las que se vieron fuera de su cuerpo físico, hablando con seres queridos ya difuntos, y sobre todo, en contacto con un ser luminoso que les interroga amorosamente sobre su vida pasada.

Uno de ellos termina diciendo: «Después de aquello ya no tengo dudas. Sé que hay vida después de la muerte». Expresiones similares se repiten frecuentemente en estos relatos[101] .

Hechos similares a los que narra Moody se han investigadio repetidamente, como pudimos ver por Televisión Española el 8 de octubre de 2003 en el espacio DOCUMENTOS TV.

Varias personas que habían pasado por la muerte dijeron cómo se vieron fuera de su cuerpo y contaron detalles de su operación que no pudieron ver ni oír.

Los médicos que explicaban el suceso hablaban de que la mente sigue actuando después de la muerte cerebral (electroencefalograma plano). Ninguno habló del alma. Sin embargo lo que sigue vivo depués de la muerte es el alma. La mente es la acción en el cerebro del alma. Sin cerebro no hay mente, como no hay visión sin ojo.

 

10,6. El alma es también inmortal porque es espiritual.

Lo espiritual no tiene partes como la materia.

Por lo tanto lo que es espiritual no puede morir, ni por descomposición y corrupción de sus partes (que no tiene por ser espiritual), ni por corrupción del cuerpo (del que no necesita para existir)[102] .

 

El cuerpo muere, y se lo comen los gusanos.

Pero el alma no muere porque es espiritual, y lo que no es material, no muere, no desaparece, permanece eternamente. Por ejemplo: yo puedo multiplicar ayudándome de una calculadora. Esa calculadora la puedo destrozar de un martillazo, pues es material.

Pero yo no puedo destrozar de un martillazo la tabla de multiplicar, porque no es material.

En el sistema decimal 2x3=6.

Y esto es así eternamente.

Siempre ha sido así y siempre  será así.

Esta verdad no tiene final en el tiempo como la materia.

 

El alma, al no ser material, permanece eternamente: es inmortal.

 

La Iglesia afirma la supervivencia y la subsistencia del alma después de la muerte[103] , de un elemento espiritual[104] que está dotado de conciencia y de voluntad, de manera que subsiste el mismo yo humano[105] .

 

Además, Dios nos ha dado a todos los hombres un ansia tal de felicidad que exige la inmortalidad[106] .

 

Felicidad que se acaba, no es verdadera felicidad: si a un ciego le devolvieran la vista sólo por un día, y si a un prisionero le pusieran en libertad sólo una hora, ni el ciego ni el prisionero serán felices sólo con esto.

Les atormentaría el pensamiento de que pronto se les acabaría esa felicidad.

La felicidad, para que sea completa, debe serlo para siempre.

 

Como dice Aristóteles, todos los hombres queremos ser felices y en el grado máximo.

Sin embargo, en este mundo nadie es totalmente feliz.

Todos tenemos nuestras penas.

En unos serán dificultades materiales.

En otros, enfermedades.

En otros, disgustos morales.

Pero todos tenemos en la vida nubes que nos oscurecen ese sol de la felicidad que tanto ansiamos.

 Es que nuestra alma está hecha para el cielo, y sólo allí encontrará esa felicidad infinita y eterna que la sacie por completo[107] .

 

Nadie es feliz sólo con los bienes de la tierra.

El famoso cantante y actor cinematográfico Frank Sinatra lo tuvo todo en este mundo: fama, dinero, casas lujosas, automóviles, aviones, helicópteros, yates, etc.; sin embargo, a los cincuenta y dos años se divorció por tercera vez. Y es que la felicidad no está en los bienes de la tierra[108].

 

Dice Enrique Rojas en ABC: «El hombre es un ser descontento. Su existencia es una toma de conciencia permanente de sus limitaciones. Ortega decía que la esencia del hombre era la soledad.

»Para Zubiri, la inquietud.

»Para Unamuno, el sentimiento trágico.

»Para Heidegger y Kierkegaard, la angustia.

»Para Sartre, la náusea.

»Todo lo humano es deficitario, indigente»[109] .

 

El investigador español Dr. Manuel Losada, Profesor de la Universidad de Sevilla, el 10 de Junio del 2001, a las 10:30 de la mañana, dijo en televisión (Canal Sur), en una entrevista que le hizo José Mª Javierre: «Para Ramón y Cajal, uno de los mayores talentos de nuestra generación, había que partir de dos postulados: la existencia de Dios y la inmortalidad del alma».

 

Si Dios ha puesto en el alma humana esta tendencia irresistible de felicidad, es porque está dispuesto a darnos los medios de poder satisfacerla[110] . Lo contrario iría contra su Sabiduría y su Bondad. Es así que la felicidad que apetecemos exige la inmortalidad, y nuestro cuerpo es mortal, luego nuestra alma tiene que ser inmortal.

 

El Concilio Vaticano II dice: «El afirmar la espiritualidad e inmortalidad del alma no es un espejismo ilusorio, sino una profunda realidad»[111] .

 

La Sagrada Congregación de la Fe, el 17 de mayo de 1979, publicó un documento sobre cuestiones de escatología en cuyo nº 3 se dice: «La Iglesia afirma la continuación tras la muerte de un elemento espiritual del Yo que carece, durante este tiempo, del complemento corporal»[112] .

 

La inmortalidad del alma es dogma de fe[113] 

 

10,7. Los Testigos de Jehová niegan la inmortalidad del alma porque la palabra del Génesis néphesh significa principio vital común a los animales y a los hombres[114] .

Pero en el salmo 49,16 se dice que Dios librará al néphesh  del justo del sheol . «La palabra néphesh que había significado hálito vital, vida, toma así el significado de alma, núcleo personal del justo, que Dios toma consigo cuando el justo muere»[115] 

 

Es que la revelación del mensaje bíblico es progresiva. Dios se acomodaba a la mentalidad del pueblo al que se dirigía.

 

«En su revelación a los hombres, Dios sigue una lenta pedagogía. (...) Era importante la exclusión de un culto a los muertos (...) paralelo al que tenían los pueblos paganos vecinos, en el que se incluía una cierta “divinización” de los muertos.

»Se explica, por ello, que Dios haya levantado a Israel muy poco a poco el velo que cubre los misterios del más allá»[116] .

 

La distinción entre alma y cuerpo no aparece hasta Daniel, en el siglo II antes de Cristo[117] .

Después, en el Libro de la Sabiduría ya aparece clara la idea de inmortalidad: «Dios creó al hombre para la inmortalidad»[118] .

 

El cuerpo se muere y desaparece.

Lo que permanece es el alma[119] .

Por eso Saúl habla con el espíritu de Samuel, que ya había muerto[120] .

 

Dijo Jesucristo: «No temáis a los que solamente pueden matar el cuerpo; temed más bien al que puede perder el alma en el infierno»[121] . «Quien cree en Mí, aunque muera vivirá; quien cree en Mí, no morirá jamás»[122] .

Con estas palabras Jesús confirma el pensamiento que tenían los judíos de que el alma seguiría viva después de la muerte[123] .

La supervivencia del hombre después de la muerte la expresa Cristo en la parábola del rico Epulón[124] .

 

10,8. Últimamente ha circulado una teoría de que la separación alma-cuerpo era un dualismo de origen platónico, y que por lo tanto el hombre resucita en el momento de la muerte.

 

«Pero no debe olvidarse que tan categorías humanas son las semíticas como las helenísticas, y en este sentido son igualmente aptas para ser instrumento de la revelación de Dios»[125] .

 

Eso de que la resurrección es inmediatamente después de la muerte, es una doctrina rechazada por la mayor parte de los teólogos católicos, e incluso por los protestantes de la talla de Oscar Cullmann, Profesor de la Universidad de París, y una de las primeras figuras de la teología protestante[126] .

 

A su vez el Cardenal Ratzinger, Prefecto de la Congregación Vaticana para la Doctrina de la Fe, afirma: «La hipótesis de una resurrección en el momento de la muerte no se puede probar ni lógica ni bíblicamente»[127] .

 

10,9. Cristo habla de que el hombre sigue vivo más allá de la muerte: la parábola de Lázaro y el rico Epulón habla de la realidad del infierno después de la muerte[128] ; y al buen ladrón le promete el paraíso después de la muerte[129] .

 

Antes había dicho: «Si quieres entrar en la vida eterna, guarda los mandamientos»[130] . «Los impíos irán al suplicio eterno, y los justos a la vida eterna»[131] . «Alegraos y regocijaos, porque es grande vuestra recompensa en el cielo»[132] .

 

El Evangelio dice que el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, no es Dios de muertos sino de vivos[133] .

Luego si Abrahán, Isaac y Jacob están vivos es porque su alma es inmortal.

 

También San Pablo dice que en esta vida conocemos a Dios imperfectamente, pero que en la gloria lo veremos cara a cara[134] ; y añade: «deseo morir y estar con Cristo  lo cual es muchísimo mejor»[135] . «Es indescriptible la felicidad del cielo»[136] .

Es decir, está claro que seguiremos vivos más allá de la muerte.

 

El Papa Juan Pablo II les dijo a los jóvenes en Vancouver (Canadá) el 18 de Septiembre de 1984:«No dejéis que nadie os engañe acerca del verdadero sentido de la vida. La vida viene de Dios. Dios es la fuente y la meta de vuestras vidas.

»En el Evangelio Jesús nos avisa de que en el mundo hay ladrones que vienen a robar[137] .

» Encontraréis estos ladrones que intentan engañaros.

»Os dirán que el sentido de la vida está en el mayor número de placeres posibles. Intentarán convenceros de que este mundo es el único que existe, y que debéis atrapar todo lo que podáis ahora.

»Habrá quien os diga que vuestra felicidad está en acumular dinero y disfrutar de la vida. Nada de esto es verdadero.

»Nada de esto proporciona la auténtica felicidad de la vida. La auténtica felicidad de la vida no se encuentra en las cosas materiales.

»La auténtica vida se encuentra en Dios. Y vosotros descubriréis a Dios en la persona de Jesucristo.

»Amadle y servidle ahora para que pueda ser vuestra la plenitud de la vida eterna»[138] .

 

10,10. Tenemos alma inmortal. Nos guste o no nos guste.

Esto es una verdad indudable.

Y además, dogma de fe. Y el que no lo crea, se va a enterar, porque se va a morir.

 Negar que tenemos alma es como el que niega que tiene hígado porque no lo ve o no lo siente.

Somos como somos, independientemente de cómo quisiéramos ser.

Dentro de mil millones de años estaremos todavía vivos: felices en el cielo, o sufriendo en el infierno; pero vivos.

Y vivos para siempre.

Y para siempre felices, o para siempre sufriendo.

Y esta felicidad o este tormento, depende de los años de vida en este mundo.

 

Por otra parte, ante la afirmación de Cristo-Dios, de que el hombre sigue vivo más allá de la muerte, es lógico y prudente tener esto en cuenta.

 

Si voy por la carretera y me encuentro un letrero que dice «Carretera cortada después de la curva: puente hundido», lo lógico es frenar. Tomar esa curva a toda velocidad es suicida.

 

Quien vive en esta vida sin preocuparse de la otra es un loco. Lo lógico, lo racional, lo inteligente, es vivir aquí pensando en lo que ciertamente ha de venir después de la muerte.

 

Nos preocupamos mucho de nuestro futuro inmediato: seguro de accidentes, de enfermedad, de vejez. Y nos olvidamos de nuestro futuro definitivo: la vida eterna. La póliza de este seguro son las buenas obras.

Nos preocupamos de mantener la salud, la  buena presencia física, el capital, etc.

Por conservar o mejorar todo esto hacemos esfuerzos, sacrificios y gastamos dinero. ¿Y abandonamos la salvación del alma? 

Si la perdemos, lo hemos perdido todo y para siempre.

Si la salvamos, nos hemos salvado para siempre.

 

La preocupación por nuestra salvación nos impedirá vivir en pecado mortal, pues una muerte repentina nos llevaría a una condenación eterna.

 

Son frecuentísimas las muertes repentinas: accidentes, enfermedades inesperadas y fulminantes, etc.

¿Quién dormiría tranquilo con una víbora en su cama?

 

Muchos habrá en el infierno que dejaron su conversión para después, y ese después no llegó nunca porque ellos murieron antes.

Jesucristo nos lo avisa repetidas veces en el Evangelio: «No sabéis el día ni la hora»[139].

 

Y nos lo jugamos todo a una sola carta, pues sólo se muere una vez.

No hay segunda oportunidad. Y todo a cara y cruz.

No hay término medio entre salvarse y condenarse.

O cielo o infierno.

Y esto para toda la eternidad.

El equivocado en el momento de morir, jamás podrá rectificar su yerro.

 

Una persona consecuente aprovecha esta vida para hacer todo el bien posible. En la hora de la muerte nos arrepentiremos no sólo del mal que hayamos hecho, sino también del bien que pudimos hacer y tontamente no hicimos.

 

No debemos hacer las cosas porque nos gustan, sino porque nos conviene para el bien del alma y del cuerpo;  y  para  bien  de  los  demás. 

Cada día deberíamos hacer una buena acción.

Y cada día hacer también una cosa que no me apetece, sobre todo si es en bien del prójimo.

Si alguien estuviera cierto que pronto sería trasladado a otro lugar para el resto de sus días, ¿no sería lógico que trasladase allí todos los bienes que pudiera?

Por lo mismo el cristiano procura atesorar para el cielo[140] .

 

10,11. El dogma de la inmortalidad del alma no tiene nada que ver con la hipótesis de la reencarnación, propia del hinduismo y del budismo[141] , que es inaceptable para un católico (ver n. 104,3).

Tampoco hay que confundir el orar por los difuntos o la invocación a los santos como mediadores ante Dios con la evocación a los espíritus, propia del espiritismo, que repetidas veces ha sido condenada por la Iglesia[142] . No es lícito «evocar las almas de los muertos, recibir respuestas, descubrir cosas lejanas y desconocidas,etc»[143] .

   «Hay una diferencia fundamental entre invocación y evocación: ésta pretende siempre una comunicación perceptible; aquélla no es más que una forma de oración o súplica»[144] .

 

      Las prácticas espiritistas pretenden contactar con los muertos. Pasquali aduce el testimonio de Bozzano, espiritista de fama europea, quien afirma que el 98% de los casos son fraudulentos. Pero puede haber casos reales con intervención diabólica[145].

      El Sr. Obispo de Stockton, California, (EE.UU), Donald W. Montrose publicó una Carta Pastoral interesantísima sobre el ocultismo, el satanismo y las supersticiones. En ella empieza diciendo: «Por "ocultismo" entendemos una influencia suprahumana o sobrenatural que no es de Dios y comúnmente lo asociamos con lo que tiene influencia demoníaca»[146].

       En el juego de la «ouija» consta de las intervenciones diabólicas.

    El sacerdote exorcista de la novela histórica El exorcista dijo por la televisión mejicana que la posesión diabólica en la que él intervino tuvo lugar jugando a la «ouija».

Así me lo dijo a mí en Méjico quien lo oyó directamente.


[1] DENZINGER: Magisterio de la Iglesia nº 1.783. Ed. Herder. Barcelona.

[2] ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: La fe de la Iglesia, 2ª, IV ,nº 122. Ed. BAC. Madrid, 1979.

[3] HERBERT HAAG: Evolución y Biblia, II.  Ed. Herder. Barcelona.

[4] JUAN HUARTE: Evolución y problema religioso, pg.157. Unión Editorial. Madrid, 1984.

[5] Conferencia Episcopal Alemana: Catecismo para Adultos, 3º, III, 3. Ed. BAC. Madrid, 1988.

[6] ANTONIO ROYO MARÍN,O.P.: Teología de la salvación, 3ª,I,164. Ed.. B.A.C. MADRID.

[7] DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, nº 481. Ed. Herder. Barcelona.

[8] JUAN HUARTE: Evolución y problema religioso, V.  Unión Editorial. Madrid, 1984.

[9] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 363

[10] SAN PABLO: Primera Carta a los Tesalonicenses, 5:23

[11] JOSÉ ANTONIO SAYÉS: MÁS ALLÁ DE LA MUERTE, IV, 2.  Ed. San Pablo. Madrid. 1996.

[12] JOSÉ ANTONIO SAYÉS: MÁS ALLÁ DE LA MUERTE, IV, 1.  Ed. San Pablo. Madrid. 1996

[13] MANUEL Mª. CARREIRA, S.I.: Metafísica de la materia, IX. Universidad de Comillas.Madrid.1993

[14] MARIANO ARTIGAS: Las fronteras del evolucionismo, III, 10s. Ed. Epalsa. Madrid, 1985

[15] JOHN ECCLES: El cerebro y la mente, III, 4, d. Ed. Herder. Barcelona, 1985

[16] F. WALSHE: Mind and Brain, pg.132s. Talafous. New York

[17] JUAN HUARTE: Evolución y problema religioso, V. Unión Editorial. Madrid, 1984

[18] JUAN LUIS RUIZ DE LA PEÑA: Las nuevas antropologías, IV, 2. Ed. Sal Terrae. Santander

[19] Revista DIRECTION, otoño del 2002.  http://www.fsma.org/espanol//kerr00_es.htm

[20] JOSÉ Mª. CIURANA: En busca de las verdades fundamentales, II, B, c, b´. Ed. Bosch. Barcelona. 1988. Breve pero excelente libro que responde acertadamente a su título.

[21] JULIÁN MARÍAS: Revista Alfa y Omega, 101(10-IV-99)9

[22] CARDENAL GARRONE: Lo que hemos de creer, III, 5. Ed. Paulinas. Madrid

[23] Carta a los Hebreos: 1:1

[24] CÁNDIDO POZO, S.I.: La venida del Señor en la Gloria, IV, 4.  Ed. EDICEP. Valencia. 1993.

[25] Evangelio de SAN MATEO, 10:28

[26] CÁNDIDO POZO, S.I.: La venida del Señor en la Gloria, V, 2.  Ed. EDICEP. Valencia. 1993.

[27] JOSÉ RATZINGER: Revista Selecciones de Teología, nº 51(1974)210

[28] CLAUDE TRESMONTANT: El problema del alma, I, 17. Ed. Herder. Barcelona, 1974

[29] JOSÉ ANTONIO SAYÉS: Moral de la Sexualidad, II, A, 1. Ed. Tau. Avila, 1988

[30] C.S.LEWIS: Miracles, pgs.25-29. McMillan. New York, 1977

[31] ALFONSO AGUILÓ: Interrogantes en torno a la fe, III, 3. Ed. Palabra. Madrid. 1994.

[32] CÁNDIDO POZO, S.I.: Teología del más allá, 2º, III. Ed. BAC. Madrid, 1980, segunda edición

[33] CÁNDIDO POZO, S.I.: Teología del más allá, 2º, III, 8. Ed. BAC. Madrid

[34] SAN PABLO: Primera Carta a los Tesalonicenses, 5: 23.

[35]TIHAMER TOTH: Creo en Dios, III,1,B. Ed. Atenas. Madrid.

[36] JOSÉ RATZINGER: Revista COMMUNIO, pg.283, VI, 1980

[37] KURT SANSGRUBERG: El átomo y el alma, VI, 5. Ed. Herder. Barcelona

[38] JOSÉ MªCIURANA: En busca de las verdades fundamentales, II, 8, c, d’. Ed. Bosch. Barcelona

[39] JOHN ECCLES: El cerebro y la mente, III, 3. Ed. Herder. Barcelona, 1985

[40] VINTILA HORIA: Viaje a los centros de la  tierra, 2ª,III, 3.  Ed. Plaza y Janés. Barcelona. 1971.

[41] PAUL CHAUCHARD: El cerebro y la conciencia, IV, 9. Ed. Martínez Roca. Barcelona

[42] JUAN LUIS RUIZ DE LA PEÑA: Crisis y apología de la fe,2º,IV,3.  Ed.Sal Terrae.Santander.1995.

[43] MIGUEL CRUSAFONT: La evolución en las ciencias positivas, IX. Ed. BAC. Madrid

[44] PEDRO LAÍN ENTRALGO: Alma, Cuerpo, Persona, 2ª, IV, 4, 2. Ed. Galaxia. Barcelona.1995

[45] JUAN LUIS RUIZ DE LA PEÑA: Crisis y apología de la fe, 2ª, IV, 1. Ed.Sal Terrae.Santander.1998

[46] Luis G. del Valle: En INTERNET,Inteligencia o herramienta artificial.<ldelvalle@spin.com.mx>

[47] JUAN LUIS RUIZ DE LA PEÑA: Crisis y apología de la fe, 2ª, IV, 1. Ed.Sal Terrae.Santander.1998

[48] H. ROHRACHEZ: Revista IBÉRICA de Actualidad Científica, 237(X-1982)363

[49] JUAN LUIS RUIZ DE LA PEÑA: Alma y cerebro. Revista COMMUNIO, III, 87, pg. 223

[50] VIRGILIO: Libro IV de las Geórgicas

[51] OLIVER SANDBOW, O.S.B.: Dios en un espejo, IX, 17. Ed. Mateu. Barcelona

[52] MICHAEL R. PORCELLINO: En busca de las estrellas, XII,1.  Ed. McGraw-Hill. Madrid. 1992.

[53] XAVIER ZUBIRI: Revista de Occidente, nº 16(VII, 1964)146-173

[54] GARRIGOU-LAGRANGE: DIOS, su existencia, II, 18, c.  Ed. Palabra. Madrid. 1976.

[55] JUANA VERA: Los orígenes de la escritura. Revista EL SEMANAL, 730 (21-27, X, 2001) 52.

[56] JOSÉ M. RIAZA, S.I.: El comienzo del mundo, nº 60. Ed. BAC. Madrid.

[57] TIHAMER TOTH: Padre nuestro, V,2.  Ed. Atenas. Madrid.

[58] J. HERRMANN: La Astronomía, IV, 8. Círculo de Lectores

[59] DIARIO DE CÁDIZ, 20-I-97, pg. 38

[60] ROBIN KERROD: Las estrellas y planetas, pg. 101. Ed. Fontalba. Barcelona, 1984.

[61] GEORGES J. BENÉ: La fe hoy, XVII.  Ed. Palabra. Madrid.

[62] JUAN  IGARTUA,S.I.:La Resurrección de Cristo y su Cuerpo,Apéndice,II,4. Ed.Mensajero. Bilbao

[63] MANUEL CARREIRA, S.I.: El creyente ante la Ciencia, I,2  Ed. BAC. Madrid. 1982.

[64] ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: Teología de la salvación, 2ª, I, 123. Ed. BAC. Madrid, 1965

[65] MANUEL CARREIRA, S.I.: El creyente ante la Ciencia, I,4  Ed. BAC. Madrid. 1982.

[66] Revista IBÉRICA de Actualidad Científica, 196(I-1979)24

[67] ALEXIS CARREL: La incógnita del hombre, pg. 132. Ed. Ibérica. Barcelona

[68] JOSÉ LUIS PINILLOS: La frontera entre la comunicación animal y el lenguaje humano. Revista IBÉRICA, de Actualidad Científica, 151(XII-1974)515

[69] T. CARBÓ: El origen del lenguaje. Revista IBÉRICA de Actualidad Científica, 129(III-1973)118

[70] JOSÉ Mª. CIURANA: En busca de las verdades fundamentales, II, A, c. Ed.Bosch. Barcelona.

[71] RUDOLF LIEBIG: La otra revelación: la fe cristiana en diálogo con la Ciencia moderna, IV, 2, d. Ed. Sal Terrae. Santander. 1977

[72] Revista MUNDO CIENTÍFICO, 53(XII-1985)1.195

[73] Dr. ÁNGEL SANTOS RUIZ, Catedrático de Bioquímica en la Universidad de Madrid, Jefe del Departamento de Bioquímica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas: Vida y espíritu ante la Ciencia de hoy, XIV. Ed. Rialp. Madrid, 1970

[74] ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: Teología de la salvación, 2ª, I, nº 129, 2. Ed. BAC. Madrid, 1965

[75] JOSÉ Mª. CIURANA: En busca de las verdades fundamentales, II,D,c,c´.Ed. Bosch.Barcelona.

[76] VENANCIO GARCÍA RODRÍGUEZ: Hombre, materia, evolución y vida, XXXIII, 4. Ed. Plaza y Janés. Barcelona

[77] SANTIAGO LOREN: Del electrón a Dios, VI. Ed. Plaza y Janés. Barcelona

[78] MANUEL CARREIRA, S.I.: El creyente ante la Ciencia, i,2  Ed. BAC. Madrid. 1982.

[79] JOSÉ SAYÉS: Dios existe, I, 1. Ed.EDAPOR.Madrid,1982.Este libro es muy bueno para razonar la fe en Dios, hoy muy necesaria para no caer en el fideísmo que es tan malo como el agnosticismo. Fe fideísta es la del que se entrega a un Dios de cuya existencia no le consta. Es un lanzarse al vacío. El fideísmo responde al agnosticismo que también ignora a Dios. Ambas posturas son signo de la enfermedad mental de nuestro tiempo: el escepticismo que profesa la imposibilidad de conocer la verdad.

[80] JUAN HUARTE: Evolución y problema religioso, pg. 314. Unión Editorial. Madrid, 1984

[81] ALBERT DOSIDEYNE: Dios, el Hombre y el Cosmos, I, 5. Ed. Guadarrama. Madrid

[82] JUAN PABLO II:  Encíclica Fe y Razón, nº1

[83] DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, nº 815. Ed. Herder. Barcelona

[84] JOSÉ ANTONIO SAYÉS: Antropología y moral, III, 1,c.  Ed. Palabra. Madrid. 1997.

[85] ALEJANDRO ROLDÁN, S.I.: El carácter, VIII, 1,b.  Ed. Fe Católica. Madrid.

[86] JUAN LUIS RUIZ DE LA PEÑA: Teología de la creación, 2ª, IX, 1,1. Ed. Sal Terrae. Santander.

[87] Dr. BERMUDO MELÉNDEZ. Catedrático de Paleontología en la Universidad Complutense de Madrid: Las bases científicas del evolucionismo, pg. 90. Ed. A.D.U.E. Madrid, 1983.

[88] JOSÉ MIGUEL PERO-SANZ: Ateísmo, hoy, I, 2. Colección RTV, nº 9. 1975

[89] VICTOR MARCOZZI, S.I.: Los orígenes del hombre según la Ciencia, la Filosofía y la Religión, V, 7. Ed. Studium. Madrid

[90] PEDRO LAÍN ENTRALGO: Alma, cuerpo, persona, 2ª, II.Ed.Galaxia Gutenberg.Barcelona.1995

[91] INTERNET: www.hispanidad.com

[92] SAN PABLO: Carta a los Romanos, 7:15-23

[93] OVIDIO: Metamorphosis, VII, 20s

[94] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1713ss

[95] ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: Teología de la Salvación, 2, I, 129, 2, b. Ed. BAC. Madrid.

[96] R. GARRIGOU-LAGRANGE: Dios, su existencia, III, 39.  Ed. Palabra. Madrid.1976.

[97] JOSÉ Mª. CIURANA: En busca de las verdades fundamentales, II,C,c. Ed Bosch. Barcelona.

[98] ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: Teología de la Salvación, 2, I, 128, 3, b. Ed. BAC. Madrid.

[99] OSCAR GONZÁLEZ DE QUEVEDO, S.I.: ¿Qué es la Parapsicología?, XIX. Ed. Columbia. Buenos Aires, 1971

[100] P. LINDE, S.I.: Fundamentos de la Religión, XX, 2. Ed. Fomento de Cultura. Valencia

[101] RAYMOND A. MOODY: Vida después de la vida, 2, XVI. Ed. EDAF. Madrid, 1977

[102] ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: Teología de la Salvación, 2ª, I, nº 127. Ed. BAC. Madrid.

[103] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 366 y 997

[104] DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, nº 738. Ed. Herder. Barcelona

[105] Carta de la Conferencia de la Doctrina de la Fe sobre algunas cuestiones referentes a la escatología del 17-V-79

[106] STAUDINGER: Vida eterna, IV, 6. Ed. Herder. Barcelona

[107] STAUDINGER: La vida eterna, I, 2. Ed. Herder. Barcelona

[108] DIARIO DE CÁDIZ, 24-XI-1967, pg.10

[109] ABC de Madrid, 11-V-1996, pg.52

[110] JOSÉ Mª. CIURANA: En busca de las verdades fundamentales, II, C, b. Ed. Bosch. Barcelona.

[111] Concilio Vaticano II: Gaudium et Spes: Constitución  sobre la Iglesia en el mundo actual, n.14

[112] Acta Apostolicae Sedis, 73 (1979) 941

[113] DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, nº 530s, 738. Ed. Herder. Barcelona.

[114] JORGE AUZOU: En un principio creó Dios el mundo, IV. Ed. Verbo Divino. Estella, 1978.

[115] CÁNDIDO POZO, S.I.: Vida más allá de la muerte, II, 1.  Cuadernos BAC. nº78. Madrid. 1984.

[116] CÁNDIDO POZO, S.I.: Vida más allá de la muerte, II, 1.  Cuadernos BAC. nº78. Madrid. 1984.

[117] ALEJANDRO DÍEZ MACHO, Catedrático de Literatura Hebrea en la Universidad Complutense de Madrid: La resurrección de Jesucristo y la del hombre en la Biblia, 2ª, I, 3. Ediciones Fe Católica. Madrid, 1977.

[118] Libro de la Sabiduría, 2:23

[119] G. HERBERT, S.I.: Los Testigos de Jehová, su historia y su doctrina, V, 4. Ed. PPC. Madrid, 1973. Este es uno de los mejores libros para refutar la doctrina de los Testigos de Jehová.

[120] Primer Libro de SAMUEL, 28:3-25

[121] Evangelio de SAN MATEO, 10:28

[122] Evangelio de SAN JUAN, 11:25s

[123] ALEJANDRO DÍEZ MACHO: La resurrección de Jesucristo y la del hombre en la Biblia, 2ª, II, D, . Ed. Fe Católica. Madrid, 1977,

[124] Evangelio de SAN LUCAS, 16: 19-31

[125] CÁNDIDO POZO, S.I.: Teología del más allá, 2, III, 10. Ed. BAC. Madrid, 1980

[126] OSCAR CULLMANN: La inmortalidad del alma, IV. Ed. Studium. Madrid, 1970

[127] JOSÉ RATZINGER: Escatología, II, 5, 5. Ed. Herder. Barcelona, 1980

[128] Evangelio de SAN LUCAS, 16:19-31

[129] Evangelio de SAN LUCAS, 23:42s

[130] Evangelio de SAN MATEO, 19:17

[131] Evangelio de SAN MATEO, 25:46

[132] Evangelio de SAN MATEO, 5:12

[133] Evangelio de SAN MATEO, 22:32

[134] SAN PABLO: Primera Carta a los Corintios, 13:12

[135] SAN PABLO: Carta a los Filipenses, 1:2ss

[136] SAN PABLO: Segunda Carta a los Corintios, 2:9

[137] Evangelio de SAN JUAN, 10:10

[138] Revista MARÍA MENSAJERA, 183 (IV-96) 6

[139] Evangelio de SAN MATEO, 25: 10-13; de SAN MARCOS, 13: 35ss; de SAN LUCAS,12: 20.

[140] TOMÁS MORO: Diálogo de la fortaleza, 3ª, XV. Ed Rialp. Madrid. 1988.

[141]  CÁNDIDO POZO, S.I.: La venida del Señor en la Gloria, IX, 1.  Ed. EDICEP. Valencia. 2002.

[142] Concilio Vaticano II: Constitución LUMEN GENTIUM, nº 49, nota 148.

[143] DENZINGER-S,nº 2825,

[144] CÁNDIDO POZO, S.I.: La venida del Señor en la gloria, VII, 2.  Ed. EDICEP. Valencia. 1993

[145] G. PASQUALI: ¿Nadie ha venido del más allá? XVIII.  Ed. Paulinas. Madrid. 1958.

[146] DONALD W.  MONTROSE: El ocultismo.  En INTERNET: Apologética católica, www.aciprensa.com