a Visita al Santísimo Sacramento

    Una manifestación externa, práctica y concreta de amor al Señor es ir visitarlo al sagrario de una iglesia, capilla u oratorio. Esta visita a Jesús puede convertirse en un momento de especial intimidad y de oración personal.

          Ante el Santísimo hemos de expresar en primer lugar nuestra fe. En el sagrario se nos entrega Jesús bajo las especies del pan. Nos espera y desea que vayamos a verle.

          Cuando allí estamos, Él está atentísimo a lo que queramos decirle: una jaculatoria, un acto de fe, una petición, un acto de desagravio o reparación. Podemos, también, sólo mirarle con devoción, sabiendo que allí está: es el mismo Jesús de Nazaret, el Hijo de María, el que multiplicó los panes y los peces, el que con un solo gesto calmó una tempestad y devolvió la paz perdida a unos hombres asustados. Él tiene todo lo que nos falta y necesitamos.

         La visita al Santísimo nos ayudará a guardar la presencia de Dios durante el día en medio del trabajo y de nuestras ocupaciones.

          “Jesús se ha quedado en la Hostia Santa para nosotros: para permanecer a nuestro lado, para sostenernos, para guiarnos. —Y amor sólo con amor se paga.

         “-¿Cómo no habremos de acudir al Sagrario, cada día, aunque sólo sea por unos minutos para llevarle nuestro saludo y nuestro amor de hijos y de hermanos?” (San Josemaría Escrivá de Balaguer, Surco, 686).

Un modo de hacer la Visita al Santísimos es rezar tres veces

V: Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del altar.
R: Sea, por siempre, bendito y alabado .

Padre nuestro… Avemaría… Gloria…

Puede terminarse con esta comunión espiritual:
Yo quisiera, Señor, recibiros con aquella pureza, humildad y devoción con que
os recibió vuestra Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los Santos.

Ordenación con San Juan Pablo II 1990

Con San Josemaría 16 de junio de 1974

Contactos